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Música

Iggy Pop arrasa con todo en Mad Cool

En el cartel había nombres impresos con letras más grandes, pero ninguno de ellos derrocha tanta actitud como este tótem eterno del punk

12 julio, 2019 15:19

La primera jornada oficial de Mad Cool, después de la Welcome Party del miércoles que tuvo como absoluta protagonista a Rosalía, regaló a los asistentes grandes momentos en casi todos los conciertos y se desarrolló en un ambiente festivo que este año no estuvo empañado por ningún problema de organización serio (aunque el arranque del concierto de Ms. Lauryn Hill se retrasó casi media hora). Es cierto que se averiaron algunos baños, que los camareros no son los más veloces de la capital y que la vuelta a casa sigue siendo un pequeño suplicio, pero parece que a Mad Cool le ha sentado bien la reducción del aforo (de 80.000 a 75.000 personas) y de escenarios (de 7 a 6).  

El nombre propio de la noche fue, sin duda, el de Iggy Pop. O del atardecer más bien, que fue el mágico momento en el que la iguana saltó al escenario de la Comunidad de Madrid. Unos minutos antes, sobre las 20.40 h. en la carpa de MondoSonoro, los pamploneses Kokoshca sirvieron de perfectos sparrings para lo que estaba por venir, con el magnetismo de Amaia y el canallismo de Iñaki y temazos como La fuerza, Txomin, Directo a tu corazón o No queda nada. Ni siquiera los problemas de sonido que sufrieron en algunos momentos evitaron que se montará un buen pogo con el cierre de No volveré -en el que estuvo dándolo todo Diego, el cantante de Carolina Durante-.

Iggy Pop, a sus 72 primaveras, saltó al escenario con ganas de merendarse el festival, de arrasar con todo. Y casi lo consigue. En el cartel había nombres impresos con letras más grandes, pero ninguno de ellos derrocha tanta actitud como este tótem eterno del punk . Arrancó como un tiro con I Wanna Be Your Dog, con el pecho al descubierto, su rubia melena y unos pantalones pitillo negros, y en los primeros compases enlazó toda la artillería pesada de su repertorio: Gimme Danger, The Passenger, Lust for Life o I’m Sick of You. Con una banda eficaz y sólida que le respalda a la perfección, Mr. Osterberg no paró de retorcerse, de saltar, de lanzar patadas al viento, de tirarse al suelo, de escupir y, sobre todo, de retar y jugar con el público. En más de una ocasión bajó al foso, dejando una estampa en las enormes pantallas del escenario para el recuerdo: apoyado de espaldas en la valla contra la que se agolpaba el gentío, mirando a cámara, mientras sus fieles se peleaban para acariciarle respetuosamente la cabellera, como si fuese el definitivo dios del rock. Es cierto que en la segunda parte del concierto fue menos memorable, pero en ningún momento pierde interés porque la entrega del cantante es total y absoluta. Además, su voz sigue rayando a gran altura y el final con No Fun y Sixteen devolvió a un estado absolutamente febril al respetable.

En un escenario Mad Cool a medio gas de público ya desplegaba Bon Iver la sutileza y el minimalismo de su indie-folk ambiental cuando llegaban los asistentes al concierto de Iggy Pop. Con una elegante puesta en escena, con dos baterías y la cacharrería habitual, Justin Vernon desplegó sus grandes éxitos consiguiendo un sonido impecable, e incluso presentó canciones del disco que publica el 30 de agosto, i.i. Sin embargo, quizá la hora y el escenario (el más grande del festival) invitaba a programar algo más festivo y menos intimista. Tampoco Noel Gallagher, acompañado de los High Flying Bird’s, fue capaz de levantar la noche. De hecho, su propuesta de britpop canónico suena a día de hoy un poco añeja, desfasada, sin capacidad de conexión con un público que en su mayor parte aguardaba agazapado a que sonarán los primeros compases de algunos de los clásicos de Oasis. Al final cayeron Wonderwall, Stop Crying Your Heart Out o Don’t Look Back in Anger. Casi a la misma hora, su hermano Liam ejercía de cabeza de cartel del BBK Live y quizá era justamente él, y su actitud canalla y pendenciera, lo que le faltaba al set de Noel.

Pero el ambiente remontó definitivamente con la fiesta que montó Vampire Weekend, de nuevo, en el escenario principal. Los de Nueva York llegaron a Mad Cool para presentar las canciones de su nuevo disco, The Father of the Brigde, y lo hicieron con una nueva formación tras la marcha de Rostam Batmanglij. Ahora, Ezra Koerning, Chris Tomson y Chris Baio van acompañados por una teclista y un nuevo guitarra y la verdad es que el quinteto funciona a la perfección. Todos ellos no solo son guapos y limpios, además son lo más cercano que hubo al virtuosismo musical en toda la jornada. Algunas canciones, sobre todo las del nuevo disco, surgían desde punteos a las que se iban sumando el resto de componentes, hubo un buen surtido de solos de guitarra y de progresiones y finales inesperados y, por ello, en algún momento recordaron a los más electrónicos LCD Soundsystem. En cualquier caso, Vampire Weekend también sabe ser directo y cómo hacer para montar un buen sarao, sobre todo cuando enlaza temas tan directos y contundentes como Diane Young, Cousins y A-punk. Y al final, cuando lanzaron dos globos terráqueos hinchables enormes al público, quedaban pocos sin rendirse a los vampiros.

Y para cerrar, ya sea un festival, la verbena de tu pueblo o una fiesta en tu casa, no hay nada como The Chemical Brothers. No solo tienen la colección de temas más contundentes de todas las estrellas de la electrónica mundial, sino que además su show está lleno de ganchos, con las increíbles proyecciones, los enormes robots colgantes o el juego de luces. El público se volvió loco con temas como Block Rockin’ Beats, Galvanize, Go o Hey Boys Hey Girls. Y ahora, a ver qué depara el viernes.

@JavierYusteTosi