No es de extrañar que un grupo con la trayectoria de Depeche Mode marque su territorio nada más comenzar el concierto. Su histórica aleación de música electrónica, tecno y rock (por no seguir con la mixtura de estilos que arrastran desde su fundación en 1980) provocó el delirio de los asistentes anoche al Wizink Centre de Madrid.
Ese fue el lugar elegido por la banda británica, liderada en la actualidad por Dave Gahan (muy en forma y uno de los mejores frontman de las últimas décadas) y Martin Gore (al cargo de las voces, ¡y qué voces!, composición, guitarra y sintetizadores varios) para iniciar la gira española de su Memento Mori World Tour 2024 (que continuará, dioses mediante, con otro concierto en Madrid (14), Barcelona (16) y Baracaldo (21).
Recuerdo a Andrew Fletcher
Arrancaron la primera cita madrileña a las 21,31 horas con los oscuros temas de su Memento mori, un álbum que no invita a la alegría pero que da cuenta de la situación emocional del grupo. Retrospectiva, profunda y sofisticada pero fiel a sus orígenes. Tanto que hubo tiempo para dedicarle una canción (Behind the Wheel) a Andrew Fletcher, uno de los fundadores y alma de la banda.
Desde el primer instante presidió el escenario una 'M' gigantesca e industrial por la que fueron pasando vídeos de todo tipo, que combinaban con la actuación que se desarrollaba sobre el escenario, protagonizada en todo momento por Dave Gahan. Hubo cuota para Gore interpretando varios temas mientras el de Essex se cambiaba los mil y un chalecos que trajo para la ocasión. Marca de la casa.
Un sonido potente y claro
La formación que exhibió el dúo británico fue de infarto. Al clásico bajo y guitarra (comandada por Gore) se unieron una batería rotunda, capaz de hacerle competencia a los sintetizadores y teclados que predominaban en temas como Everythings Counts (pasadas ya las 22,00) o Strangelove (22,33). El sonido fue magnífico. Potente y claro.
Depeche Mode preparó un concierto para todas las miradas y todos los públicos (muy a gusto en su cincuentena la mayoría) y no cedió a la tentación de “presentar-lo-nuevo”. Hubo cesiones al respetable con Enjoy the Silence, parte principal del concierto que terminó con una bailaora flamenca sobre el escenario. Resulta difícil definir el mundo al que nos transporta Depeche Mode. Hay algo de onírico y distópico en una música que por momentos nos resulta inclasificable.
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A las 23,06 se tomaron un respiro para volver con Waiting for the Nigt. Hay acordes que valen toda una vida y que marcan a toda una generación, como los de Just Can't Get Enough y Personal Jesus, con los que cerraron (23,43) una noche memorable ante un público que llenaba el Wizink Center hasta la bandera. Habrá más pero no mejor. Nos pareció que resultaría imposible superar la velocidad y la calidad del silencio como lo hiceron anoche Dave Gahan y Martin Gore con su extraordinaria banda.