Hubo una vez una banda de Baeza que llenaba pabellones y salas, que tocaba en festivales como cabeza de cartel y cuyas canciones se cantaban en miles de gargantas. Una de esas bandas formadas por cuatro chavales que se comen el mundo. Que surgen en el momento justo y llegan a lo más alto. Su nombre era (y sigue siendo) Supersubmarina.
Una banda que en la cresta de la ola quedó desplazada al limbo musical y personal por culpa de aquella fatídica mañana del 14 de agosto de 2016, cuando regresaban sus componentes de madrugada (junto a su Road Manager) en su Seat Alhambra después de dar su último (y algo extraño) concierto en el Festival Medusa de Cullera.
El objetivo era llegar temprano y aprovechar el último día de fiestas en su Baeza natal. Pero el infortunio quiso que su sueño musical se esfumase en cuestión de segundos tras una colisión frontolateral contra una furgoneta a pocos kilómetros de llegar a su destino.
Un terrible accidente que casi no pueden contar y que les quitó de inmediato la posibilidad de volver a subirse a un escenario juntos.
Una banda detenida por una tragedia y en la que, desde entonces, sus componentes han estado inmersos en sus nuevas existencias, alejadas de los escenarios, de los locales de ensayo y los estudios de grabación. Alejadas de la prensa y, también, de sí mismos.
A lo largo de las páginas de Algo que sirva como luz (Aguilar 2024) queda claro que todo lo ocurrido con Supersubmarina no es solamente la historia de un éxito y un accidente, sino algo mucho más grande y complejo.
Su autor Fernando Navarro, escritor y periodista de El País curtido en mil batallas musicales, atiende a El Cultural por teléfono para contarnos cómo ha sido el catártico reencuentro de los integrantes de la banda, Jaime, Pope, Juanca y José ‘Chino’, y cómo ha convertido su historia en un relato que llevaba tiempo en standby y que necesitaba ser liberado
"Todo surgió cuando les contacté para un reportaje de El Semanal, habían pasado cinco años desde el accidente y no se sabía absolutamente nada de ellos", comenta Navarro. "Parecía que se los había tragado la tierra. Cuando finalmente aceptaron, comencé a entrevistarles por separado y los iba encontrando muy dolidos y desconectados entre sí.
"Ahí me di cuenta de que había una historia dramática y personal bastante latente y mucho más compleja como para reflejarla en un solo artículo, así que les propuse hacer algo más grande’’, continua Navarro. "Afortunadamente aceptaron y me concedieron libertad total para que lo contase tal y como yo quería contarlo".
El libro resultante se mueve en el terreno de la detallada y exhaustiva crónica periodística, a través de una narrativa fluida que integra gran cantidad de escenarios y momentos, haciendo viajar al lector adelante y atrás en el tiempo para proporcionarle un notable efecto inmersivo.
"Desde el principio estuve obsesionado con no limitarme al típico libro de biografía musical más entrevistas, quería darle un fuerte tono narrativo, con muchas voces implicadas y, de alguna manera, escribir una fábula sobre la amistad’’, recuerda el autor.
Friends Will Be Friends
Y es que la peripecia de Supersubmarina es sobre todo una historia de amistad. La historia de cuatro amigos de Baeza que se conocen desde la niñez, que luego coinciden en las categorías inferiores del equipo de fútbol local y que más tarde acaban formando parte de la Banda de la Cofradía de la Humildad.
Jose y Juanca tocaban el fliscorno, Jaime y Pope soplaban la trompeta, un hilo invisible que los ató más fuerte aún y que les proporcionó por primera vez tocar juntos. "Es algo bastante insólito, que cuatro chavales se conozcan desde tan pequeños, compartan tantas cosas y acaben triunfando por toda España con su música mientras provienen de una localidad donde no había escena musical alguna", reflexiona Navarro. "Cuesta encontrar un caso similar’’.
Cuando decidieron montar el grupo y ensayar en el garage de Chino, sin saberlo, empezaron a escribir la página de una de las bandas nacionales con más éxito del siglo XXI.
Sony apostó desde el principio por ellos y por sus canciones directas y enérgicas, como LN Granada o Viento de cara, que se acabaron convirtiendo en himnos festivaleros a lo largo y ancho de la península, mientras compartían la culminación del indie como fenómeno masivo con bandas como Vetusta Morla, Sidonie o Lori Meyers, con personalidades relevantes, como la entonces princesa Letizia Ortiz o al mismísimo Pedro Sánchez, entre sus fans confesos.
Los días raros
Pero a partir del fatídico punto de inflexión, terminó una historia y comenzó otra muy diferente. Las diversas secuelas producidas por el accidente en los cuerpos y mentes de Jaime, Juanca, Pope y José no habían hecho más que comenzar.
Todos sufrieron daños muy severos. Pope era el conductor del Seat Alhambra que sufrió el impacto y el golpe con el volante le causó la fractura de varias costillas, además de acabar con el fémur de su pierna izquierda roto. Juanca también sufrió graves secuelas, con el abdomen y la vena ilíaca seccionada.
Pero Jaime y José, se llevaron la peor parte. Jaime tuvo que pasar por más de 30 intervenciones médicas a lo largo del tiempo para no perder su pierna, lo que le llevó a una terrible espiral depresiva que le hizo pensar en quitarse de en medio. Mientras que José sufrió un traumatismo cráneoencefálico con el peor pronóstico posible.
Chino estuvo 31 días en coma inducido. Se sometió a varias intervenciones a vida o muerte y tuvieron que quitarle una parte de la pared ósea del cerebro para que pudiese oxigenarse y reducir el edema. Además, sufre una secuela cerebral llamada anosognosia, que implica que le falta conciencia sobre su propia enfermedad.
Este daño neurológico ha disminuido en los últimos años, pero sin desaparecer del todo. El destino quiso que no recuerde nada del día del accidente ni tampoco de ningún escenario en el que cantó y tocó la guitarra durante mucho tiempo.
"De hecho, el primer recuerdo que tiene José se produce tres meses después de despertarse del coma y es el de estar haciendo rehabilitación en la Clínica San Vicente de Madrid. Entró en unas condiciones muy poco esperanzadoras y ahora es increíble verle teniendo una vida independiente y funcional", afirma Fernando.
Un negro y denso vacío que anula una parte tan importante de su vida y que parece no haber existido para él. Pero José se fía de lo que le cuentan sus familiares y amigos, mientras asiste a su parte musical repasando los videos de Youtube con sus actuaciones.
Con el paso del tiempo, el resto de la banda tuvo que reconfigurar sus vidas y volver a trabajos que nada tenían que ver con la música, mientras el fantasma del ‘regreso de Supersubmarina’ sobrevolaba sobre sus cabezas sin llegar a materializarse.
Una situación que dejó a sus componentes "sin saber muy bien qué hacer" y dejando que su deriva continental les alejase cada vez más de su preciada amistad.
"Ha sido un proceso muy emocionante y ellos, al liberar su historia y sus tránsitos personales, han ganado en perspectiva común con respecto a cómo ha sido este tiempo para ellos, estaban demasiado metidos en su dolor como para procesarlo debidamente", comenta el escritor.
La presión lleva tiempo recayendo especialmente sobre Chino, que siempre ha sido el carismático frontman y el compositor principal de las canciones. "Creo que no deberíamos pedirle más a alguien que ha dado una lección semejante de superación", asegura Navarro.
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Ante la inevitable pregunta de cuándo será el retorno musical de Supersubmarina, el autor de Algo que sirva como Luz cree que es un deseo demasiado egoísta por parte de todos. "Parece que esa pregunta es más importante que cómo están viviendo realmente el momento en el que se encuentran y cómo han llegado a superarlo".
De las dudas infinitas
El próximo 12 de abril los de Baeza lanzarán La maqueta, su primera publicación en una década, y aunque sin ser del todo una novedad, consistirá en la reedición de su primera maqueta original de 2008.
Incluye nueve canciones completamente remasterizadas (y con alguna sorpresa más), un trabajo que sirvió como el primer escalón que les llevaría a lo más alto durante los siguientes ocho años de su carrera.
Fernando celebra su "vuelta" a hacer cosas, por pequeñas que parezcan: "en estos tres años he visto un cambio tremendo en ellos, el proceso de hacer el libro les ha activado mucho y se han dado cuenta que había algo mucho más importante que regresar como banda: no perder lo que ya tenían, su amistad y su significado".
La historia actual de Supersubmarina está ahí, no se cierra. Lo importante es que están vivos y con ganas. Y en este presente de la banda hay algo más importante que las expectativas de sus seguidores sobre un posible nuevo concierto o disco: los cuatro de Supersubmarina no se han ido. Al contrario: han vuelto del lugar más oscuro para poder contar su historia.