Juan Carlos Pérez de la Fuente (Talamanca de Jarama, 1959) ha sido elegido por el área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid para dirigir los próximos dos años el Teatro Fernán Gómez. Sustituye así a Laila Ripoll, que ha estado al frente del coliseo madrileño los últimos cinco años, pandemia, por tanto, incluida.
Marta Rivera de la Cruz, delegada del área de cultura del ayuntamiento de Madrid, ha depositado su confianza en el regista madrileño. El encargo que parte desde el consistorio, según ha reconocido el propio Pérez de la Fuente a El Cultural, tiene como objetivo dar mayor espacio al repertorio del siglo XIX y XX, "tanto de autores españoles como extranjeros".
En ese terreno se moverá, sacando a la palestra de nuevo sus filias por Buero Vallejo, Jardiel Poncela, Carlos Arniches, Fernando Arrabal, Max Aub... Y también autores de fuera de vigencia intemporal. Pérez de la Fuente enumera: Strindberg, Chéjov, Ibsen, Tennessee Williams, Arthur Miller... "Si el repertorio se pierde, luego es muy difícil volver a recuperarlo. Es como un bosque cuando se quema", señala.
Asimismo, quiere darle cancha a la persona que da nombre al teatro. "Fernán Gómez es una figura fundamental. He estado leyéndole exhaustivamente en los últimos tiempos, sus memorias, sus guiones, sus obras... Tiene muchísimo potencial. Por ahí va a haber sorpresas", avanza. Piensa que no está tan en el candelero como debiera. "Es que en España nos cuesta reconocer a nuestros maestros".
Pérez de la Fuente ya había trabajado con el Ayuntamiento de la capital, cuando en 2014 fue seleccionado para ponerse al frente del Teatro Español, en sustitución de Natalio Grueso, en un proceso abierto de selección al que concurrieron 27 candidaturas.
Antes, había dirigido de 1996 a 2004 el Centro Dramático Nacional, donde afrontó la remodelación del Teatro María Guerrero tras una plaga de termitas y convirtió la antigua cafetería en la Sala de la Princesa, uno de los lugares ahora emblemáticos del edificio.
La salida de Pérez de la Fuente del Teatro Español estuvo rodeado de polémica. Cuando entró en la institución, el Ayuntamiento estaba en manos del Partido Popular, con Ana Botella como alcaldesa. Sin embargo, la llegada de Manuela Carmena de Ahora Madrid al consistorio tensó la relación con el dramaturgo.
Max Aub, el hermano mayor
Ahora es de nuevo un gobierno del Partido Popular, el encabezado por José Luis Martínez-Almeida, es el que lo elige para regir los destinos de un teatro bajo su órbita ejecutiva. Pérez de la Fuente, no obstante, siempre ha hecho gala de tener una visión del arte amplia, nada sectaria, dando cancha en sus mandatos a autores identificados con la izquierda, en particular Max Aub, por el que tiene un particular interés. "Es como un hermano mayor", dice.
De hecho, Pérez de la Fuente es uno de sus máximos valedores. En los anales de la historia del teatro reciente está el montaje de San Juan de Max Aub que armó en el Centro Dramático Nacional en 1998, un hito en la recuperación del autor exiliado a México durante el franquismo.
Entre sus preferencias también se encuentra Fernando Arrabal, al que no ha parado de reivindicar en las últimas décadas. Ha sido un infatigable apóstol del aútor 'pánico'. De él ha puesto en escena El cementerio de automóviles, Carta de Amor (Como un suplicio chino), Pingüinas y El arquitecto y el emperador de Asiria.
Lo suyo son las causas perdidas, en tiempos en que el teatro de texto ha sido expresamente 'señalado' por otros directores de instituciones escénicas madrileñas, como ocurrió con Mateo Feijóo en Matadero, durante su polémica legislatura, que tantas críticas generó. Pérez de la Fuente, antes de ser cesado por el consistorio regido por Manuela Carmena, se sumergió en Cervantes, cuyo teatro ha sido tradicionalmente orillado frente al de otros autores del Siglo de Oro.
En concreto, se remangó con La Numancia, apoyándose en una adaptación de Luis Alberto de Cuenca. Asimismo, Buero Vallejo también se ha beneficiado de su empuje a contracorriente (La Fundación e Historia de una escalera), así como Jardiel Poncela, marcado por el estigma que le dejó sus vaivenes durante el régimen de Franco. Desternillante fue el resultado de su trabajo con Angelina o el honor del brigadier. Y no hay que olvidar otro grande: Francisco Nieva. Su montaje de Pelo de tormenta (1997) fue un espaldarazo y una carta de presentación en su desembarco en el CDN.
"No le bailo el agua a nadie"
En una entrevista a El Cultural, sobre este punto espinoso nos decía: "Yo no le he bailado el agua a nadie. Recuerdo la llamada que recibí de un político nada más ser nombrado director del CDN. Me dijo: "Sé perfectamente que usted es un infiltrado de Izquierda Unida".
"En España", añadía, "somos muy dados a las reglas de tres. Ideológicamente, o eres de derechas o de izquierdas. Yo he sido incómodo para ambas. Espero que la próxima vez, cuando la política se cuele por debajo de la puerta del teatro, los artistas peguemos un bufido y gritemos: "¡En este territorio, no!".
Hoy quiere mirar al presente y al futuro. Ha sido designado a dedo pero advierte que a él un concurso público "tampoco es una fórmula mejor". "Yo me presenté a uno, lo gané y luego pasó lo que pasó", apunta, sin querer ahondar más en el asunto. "Los directores de teatro hablamos desde el escenario y ahí está todo lo que he hecho".