Aunque Nietzsche creía que la inteligencia de un hombre podía medirse por “la dosis de humor que es capaz de utilizar”, lo cierto es que para muchos editores y críticos españoles sigue resultando un género literario menor. Juan Carlos Márquez (Madrid, 1971) desmiente ese prejuicio con Autoficción, pues los diez relatos incluidos en este divertido librito destilan buena literatura, ingenio a raudales y una notable capacidad de retratar escenas cotidianas, que apenas enmascaran importantes cargas de profundidad contra usos, tópicos y costumbres.

Así, en el cuento que da título al volumen, el autor desmonta a un aspirante a escritor que acude a una escuela de letras con un profesor tan ridículo como muchos de sus alumnos, patéticos proyectos de nuevos Lorcas o Tolstóis que permiten al propio Márquez burlarse de sí mismo. Impagable también resulta “Fírmeme aquí”, en el que una protagonista sin nombre acude a una casa de empeños para librarse, a cambio de una radio reloj despertador y una grapadora, de su insufrible cuñado. (“No vale tanto”, le dice el usurero).

Rezuman surrealismo “Vedova” y “Toro”, que descubre la existencia de una sociedad secreta internacional en lucha contra iconos y tópicos, con un agente obsesionado por eliminar el Toro de Osborne. Tan divertido como demoledor, es, sí, un buen libro.