La mujer fugitiva supone el regreso, después de cuatro años, de Alicia Giménez Bartlett (Almansa, 1951) a la serie de Petra Delicado, personaje que marcó un antes y un después en la novela policiaca española. "Las mujeres siempre tenían unos papeles de lo más secundario y, personalmente, me fastidiaba", asegura la escritora a El Cultural.
Su nueva novela, centrada en un asesinato perpetrado en un food truck —furgoneta gastronómica—, es la decimotercera que implica a Petra. "No soy nada supersticiosa ni creo en ningún tipo de maleficio", asegura la autora, que inició la serie en 1996 con Ritos de muerte (Grijalbo-Mondadori) y ha jalonado su palmarés con reconocimientos como el Premio Nadal en 2011 con Donde nadie te encuentre, el Premio Planeta en 2015 por Hombres desnudos y el Premio Raymond Chandler precisamente por la serie de Petra Delicado.
El éxito de este personaje, una detective de armas tomar que decidió no tener hijos después de su divorcio, atravesó las fronteras españolas y es en Italia donde tiene mayor predicamento. Además de las correspondencias históricas y culturales que comparten los dos países latinos, la autora explica este éxito entre los transalpinos a través de lo social. Y es que "la evolución de la mujer está siendo más rápida en España que en Italia", asegura Giménez Bartlett, e infiere, a este respecto, que "muchas mujeres se identificaban con Petra y decían: ¡Qué demonios! ¡Aquí esto también tiene que ser así!"
[La novela 'Sin muertos' de Alicia Giménez Bartlett]
Pregunta. Es la decimotercera novela de Petra Delicado. ¿Este personaje tiene fecha de caducidad?
Respuesta. De momento te confesaré que hay un contrato con la editorial para un próximo libro, pero después no sabría decir. Depende de si encuentro un caso potente. Creo que si de pronto empieza a decaer o me doy cuenta de que el personaje ha dejado de ser interesante, en ese momento tendré la lucidez de apartarla.
"Las mujeres siempre tenían unos papeles de lo más secundario en las novelas negras y, personalmente, me fastidiaba"
P. Petra tiene más difícil que nunca resolver el caso. ¿Por qué decide llevarla hasta el límite en esta novela?
R. Cuando tienes una serie de novelas como las de Petra, la literatura negra es como la Fórmula 1: todo el mundo quiere un poco más. Como los lectores ahora conocen tanto las tramas y los aspectos policiales en series o en libros, había que echar un poco de sal y pimienta al tema. Como las torturas de las víctimas y la sangre no me gustan, decidí darle una trama complicada que la desesperase. Seguro que muchísimos lectores adivinan quién es el asesino porque hoy en día es imposible sorprender a un lector de género negro. Cada novela es un desafío. Y cuando llevas tantas como yo, te preguntas siempre ¿qué hago?
P. Se conoce a Petra Delicado por ser una la primera inspectora de la literatura española que tiene una conciencia feminista. ¿Había una voluntad de reivindicar esto o en 1996 surgió de un modo natural?
R. No había una reivindicación teórica ni una voluntad feminista militante, pero es evidente que yo leía las novelas negras donde aparecían mujeres y los papeles que hacían eran de lo más desairado. En primer lugar, eran la víctima segura; después, eran ayudantes de alguien (del fiscal, de un inspector o de un comisario), esposas abnegadas del policía… Yo no quería ser una feminista avant la lettre con una pancarta, pero sí me dije que esta mujer iba a mandar y además iba a tener mala uva. Entonces no había tantas mujeres policías como hay ahora, pero el tiempo me ha dado la razón. Ahora hay un montón y además son mujeres con mando. Fue una especie de anticipación a lo que iba a suceder.
"Seguro que muchísimos lectores adivinan quién es el asesino porque ahora es imposible sorprender a un lector de género negro"
P. Creo que el personaje está inspirado en una tal Margarita García. ¿Cómo llegó a ella y qué fue exactamente lo que le inspiró?
R. Se va a cabrear Margarita García, que ya es comisaria (risas). Ella está felizmente casada y con tres hijos, así que me pide que no diga que el personaje de Petra, que es bastante anárquica y tiene sus ligues, está inspirado en ella. Por tanto, no es que está basado en ella, pero puede ser un ejemplo de ese tipo de mujer que llega a ser comisaria y tener mucho mando en esa época, donde había una sola comisaria en toda España.
P. ¿Cómo la conoció?
R. Cuando pedí ayuda a la policía nacional para los casos de mis libros. Nos hicimos amigas cuando empecé a preguntarle, o sea, al principio la relación estaba totalmente fuera de lo personal. Al cabo de los años, empezamos a tomar alguna cervecita juntas y ahora tengo la suficiente confianza como para decirle: Margarita, ¿estoy metiendo la pata en esto? Es verdad que, además, me ha ayudado desde el punto de vista policial: con asesoría, que son cosas que desconoces, con lo que puede suceder o no en según qué casos... Ella siempre ha sido un apoyo para mí.
P. Supongo que han sido muchas las conversaciones que han nutrido la manera en que el personaje se comporta como inspectora. Pero en lo personal, ¿Petra Delicado se parece más a usted o a Margarita?
R. Se parece a una mujer de mi época. Margarita es más joven que yo y yo soy mayor que Petra. Es una mujer muy de su tiempo, de los inicios de la fuerza femenina en cuerpos que habían estado muy cerrados, como era el caso de la policía. Era el momento de la apertura de las mujeres en todos los campos. Petra es una síntesis de ese tipo de mujer que abrió camino, aunque no fuera desde una conciencia feminista.
"Cuando empezó el éxito de Petra, traté de aprovechar el tirón: quise hacer una por año o incluso cada 7 u 8 meses, pero no me veía capaz"
P. Contaba una vez en nuestra revista que tardaba menos de un año en escribir las novelas de Petra Delicado. En general, se mostraba partidaria de escribir la primera versión por instinto y luego corregir mucho. ¿Mantiene esta línea de trabajo?
R. Sí, lo que pasa es que tardo más de un año en hacer cualquier libro. Como mínimo, un año y medio o dos. Cuando empezó el éxito de Petra, traté de aprovechar el tirón: quise hacer una por año o incluso cada 7 u 8 meses, pero no me veía capaz. Escribir es una manera de vivir, un trabajo diario. Las cosas se tienen que hacer con una cierta calma, porque si no puedes equivocarte mucho. No digo que no haya autores que puedan hacerlo, pero en mi caso no es así. Necesito un determinado número de horas diarias, ir despacio y no trabajar los fines de semana, que esto sí que es sagrado para mí.
P. ¿Cómo se le revela esta historia de La mujer fugitiva?
R. En este caso fueron las furgonetas gastronómicas, los food trucks. Los veía por ahí en eventos, en ferias y me llamaba la atención. Me pareció una manera de vivir dentro y fuera de la sociedad: están perfectamente integrados, pero al mismo tiempo se mueven constantemente, entran en la oficina y fichan... Tienen un cierto aire de libertad.
»Por otra parte, era lo contrario a los escenarios tradicionales de novela negra: carreteras secundarias, bosques oscuros, callejones miserables… Quería darle un poco de actualidad y meter un crimen en un sitio donde teóricamente se disfruta de la vida. Pensé que era algo muy original que me ofrecía muchas posibilidades. Los detectives se mueven mucho por el territorio y cambian continuamente. Desde el punto de vista narrativo, te da mucho juego.
P. A propósito de los food truck, diría que hay una clara intención de reflejar la precariedad de los oficios itinerantes. ¿Solo pretendía ser un reflejo o también una crítica social?
R. Pues los miembros de una pareja que trabaja en uno de esos food trucks tienen sus estudios universitarios vocacionales y, sin embargo, tienen que buscarse la vida. Nos estamos acostumbrando a ver esto en todos lados. La gente más joven se busca la vida y no de forma tan tradicional y prefabricada como se hacía antes. ¿Es una crítica? No lo sé, tal vez sea el signo de los tiempos. Quizás la gente de más edad estamos más cuadriculados.
"La proliferación excesiva y brutal de la novela negra puede llevar a una degeneración"
P. ¿Cree que hemos superado ya el estigma que arrincona a la novela policiaca como un género de mero entretenimiento?
R. Creo que hemos mejorado respecto al desprecio que existía en España hace años hacia la novela negra como algo popular o de quiosco. También creo que la proliferación excesiva y brutal de la novela negra puede llevar a una degeneración de la forma y eso también me preocupa. No se trata solo de captar al lector y darle novedades; hay que cuidar la forma en que se escribe. Las novelas en las que se advierte una voluntad de estilo han sido reivindicadas.
»Mira, ahora me ha invitado un congreso de cine y novela negra en la Universidad de Salamanca. Antes esto era impensable. La universidad y el género negro estaban enemistados. Esto indica que ha habido un avance, y este avance debería ser exigente: que los libros no pierdan el savoir faire.
P. ¿Diría que ha sido usted la autora que ha abierto la puerta a autoras como Rosa Ribas, Dolores Redondo, Eva García Sáenz de Urturi, María Oruña, Susana Martín Gijón…? ¿Siente esa responsabilidad?
R. Prefiero ser más modesta, porque si no les pediría un 10% de sus ventas a cada una (risas), que tienen un montón de éxito, un montón de lectores y lo hacen muy bien. Si no hubiera sido yo, habría sido otra mujer la que hubiera visto la posibilidad de dar un giro al género hacia lo femenino. El hecho de ser pionera me hace pensar en que soy mayor que ellas, pero estoy contenta de haber abierto ese camino, así que bienvenidas sean todas.
P. ¿Las lee?
R. Claro que sí, procuro estar un poco al día de lo que hace la gente más joven, qué les preocupa, hacia dónde van... Es básico enterarse de dónde estás y dónde va el género en cada momento.
P. El año pasado hizo el prólogo de La gota de sangre de Emilia Pardo Bazán, considerada por algunos la primera novela negra escrita por una mujer española. ¿Cuándo la leyó? ¿Determinó de algún modo que se inclinara por la novela policiaca?
R. Yo lo desconocía. Fue la editorial [Siruela] la que me lo encargó y me preguntó si, realmente, yo veía en ella las características del género. Yo había leído toda la literatura no de género de doña Emilia, que además es un personaje que me parece muy divertido. Esta novela me encantó, me reí como una loca porque es muy especial y tiene un lenguaje fascinante que te hace pensar en todos los géneros del castellano que hemos perdido. Me divertí mucho haciendo aquel prólogo. Pienso que la novela es un antecedente del género del que ella, al mismo tiempo, se burla un poco.
"Bienvenida sea la publicidad que te da, los nuevos lectores y la pasta que te proporcionan las adaptaciones"
P. ¿Por qué cree que esta serie ha tenido en Italia tanto predicamento?
R. Sí, en Italia somos el Papa y yo (risas). La adaptación a serie demuestra que hay muchos lectores. Creo que es porque en Italia y aquí tenemos un humor parecido en cuanto a la retranca y la crítica sobre nosotros mismos. He pensado que quizás también puede deberse a que en Italia pesa más la tradición de la mujer familiar que cuida de sus hijos. En España la evolución de las mujeres está siendo muy rápida y muy potente. Estarás de acuerdo conmigo…
P. Yo también diría que sí, pero no sé si todas las mujeres opinarían que está siendo muy rápida. También prevalece el discurso de que queda muchísimo por hacer, ¿no?
R. Bueno, es que queda mucho, pero piensa de dónde venimos, los pasos que se han dado en los últimos años y el pánico que hay ahora en meter la pata en este campo. A veces es un poco obsesivo. Ves a hombres que tienen miedo hasta de decir “mi esposa”. Hombre, no lleguemos a la caricatura… Pero es cierto que ese estado social te indica hasta qué punto hay una conciencia de que el poder femenino avanza.
P. Volviendo a las adaptaciones, recuerdo también la serie española de 1999 protagonizada por Ana Belén y Santiago Segura. En general, ¿está satisfecha con las versiones televisivas de Petra Delicado?
R. ¡No! Además, nunca se pide a la autora el visto bueno, a no ser que sea importantísima. Pones condiciones básicas como que no pongan hijos a Petra porque el personaje decidió no tenerlos, pero la influencia del autor es mínima en las adaptaciones. Tanto es así que yo he decidido no verlas porque siempre acabo cabreada. Hay que tener en cuenta que se cambia el lenguaje al audiovisual, cosa que yo desconozco. También me han dicho que la de Italia está muy bien, que el personaje de Garzón (Andrea Pennacchi) es magnifíco y la actriz Paola Cortellesi (Petra), que es bellísima pero no una Barbie, también arrasa.
»Pero claro, te cuentan detalles como el de que Petra tiene una mascota y es una tarántula… Te enganchas en chorradas que te enfadan. Yo no me enfado porque no lo veo. Bienvenida sea la publicidad que te da, los nuevos lectores y la pasta que te proporciona. Es así de duro, pero yo lo pienso así. Lo que detesto es el hecho de que los colegas vendan los derechos, esperen a que aparezca el producto y luego se pongan a criticarlo salvajemente. No me parece elegante, la verdad, porque has dado tu consentimiento y has cobrado un dinero. Ten, por lo menos, la delicadeza y la cortesía de decir que es una maravilla.
"El procés no benefició en nada a esta ciudad porque dio una imagen distorsionada de cómo nos tratábamos"
P. Se ha dado la coincidencia de que se publican, simultáneamente, dos novelas situadas en Barcelona donde la ciudad tiene mucha relevancia: la suya y Tres enigmas para la Organización, de Eduardo Mendoza. Y eso que se tiene la sensación de que Barcelona ya no es lo que era… ¿Qué sensación tiene?
R. Lo que no voy a hacer es cambiar la sede social de Petra, como hacen los de las televisiones. En Barcelona y en cualquier otra ciudad del mundo hay posibilidades de que se produzcan crímenes. Como no creo que en Barcelona se haya dejado de matar a la gente, tampoco creo que haya dejado de ser el escenario ideal porque haya turistas.
P. ¿Y no le parece que, desde la época dorada (desde finales de los años 70 hasta las olimpiadas del 92, aproximadamente) ha habido una decadencia?
R. Es evidente que el procés no benefició en nada a esta ciudad porque dio una imagen distorsionada de cómo nos tratábamos. Fue francamente negativo y cerró puertas. También es evidente que el turismo masivo vulgariza a una ciudad, pero Barcelona sigue teniendo fuerza. Tampoco podría hablar con rigor de la decadencia porque ahora vivo en el campo, en Vinaroz (Comunidad Valenciana), y vengo a mi casa de Barcelona para poco más que trabajo y para ver a mis amigos. Vivo sola en una montaña a siete kilómetros del mar y del primer núcleo habitado. Allí cantan los pajaritos y yo… tan contenta escribiendo.