El filósofo José Antonio Marina en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

El filósofo José Antonio Marina en el Círculo de Bellas Artes de Madrid Cristina Villarino

Letras

José Antonio Marina: "Estoy trabajando en una vacuna contra la estupidez"

El detective de la inteligencia se enfrenta a su caso más difícil en un ensayo en el que indaga en la necesidad de transformar la política.

28 febrero, 2024 02:21

Como si de un Philip Marlowe optimista y sabio se tratara, ese detective de la inteligencia, de las emociones y de la educación que es José Antonio Marina (Toledo, 1939) se enfrenta a su caso más difícil en Historia universal de las soluciones (Ariel), un ensayo en el que indaga en la necesidad de transformar la política para que priorice la búsqueda de la felicidad y no el ejercicio del poder.

Filósofo, ensayista y pedagogo, Marina lleva más de tres décadas derramando curiosidad y saber en obras como Elogio y refutación del ingenio (1992), Ética para náufragos (1996), Anatomía del miedo (2006) o Biografía de la Humanidad (2018). Dedicado los últimos años a temas relacionados con la educación y con los retos que nos plantean como sociedad las nuevas tecnologías, acaba de publicar un ensayo sobre la política y la felicidad.

Pregunta. Antes de hablar del libro, déjeme preguntarle por su título, Historia universal de las soluciones. En busca del talento político. ¿No peca de optimismo en el caso español?

Respuesta. En historia del arte se habla del “efecto Médici”. En un momento dado, en Florencia apareció un número sorprendente de artistas. Es decir, el ambiente fue propicio. En España es difícil que aparezcan buenos políticos porque la interacción entre ellos es una guerra de desgaste, de tuits, de conceptos confusos e infiernillos emocionales. A todos los partidos les gustaría ser partido único y piensan que sin oposición estaríamos en el paraíso. Por su parte, la sociedad española no colabora porque padece un síndrome de inmunodeficiencia política.

[José Antonio Marina: "El nazi Carl Schmitt es un referente para Podemos; los extremos se tocan"]

P. ¿A qué se refiere?

R. A que el organismo tiene un sistema inmunológico que le sirve para detectar antígenos y producir anticuerpos para defenderse. Cuando sufre un síndrome de inmunodepresión queda a merced de cualquier agente patógeno. A las sociedades les ocurre lo mismo: no reconocen los virus políticos y no tienen elementos para defenderse de ellos. Nuestra sociedad es crédula y emocional y eso la hace muy vulnerable.

"Hoy las sociedades no reconocen los virus políticos y no tienen elementos para defenderse de ellos"

P. Pero su libro trata de la felicidad. ¿Por qué define la situación actual como corruptio optimi pessima, esto es, “lo peor es la corrupción de lo óptimo”?

R. La política es el modo de resolver los problemas que plantea la necesidad humana de encontrar la felicidad viviendo en la ciudad. Por eso la tarea del gobernante es la más transcendental, difícil e importante. Pero esa idea salvadora ha sido siempre suplantada por una idea de política entendida como ejercicio del poder. Esa es la corrupción de lo óptimo.

P. ¿Y en qué consiste entonces la cultura de las soluciones para encontrar la felicidad por la que aboga en este libro?

R. El futuro no es tan imprevisible como dicen. Podemos estar seguros de que nos va a plantear graves y urgentes problemas personales y sociales, cognitivos y emocionales, económicos y políticos. Parece sensato elaborar una ciencia general de resolución de problemas e implantarla en todos los niveles de la enseñanza.

P. Nunca hemos tenido tantos recursos para lograr una vida más plena: ¿por qué necesitamos ayuda para ser felices?

R. Porque han cambiado las expectativas. Nuestra situación ha mejorado y eso hace que esperemos más de todo. Piensa, por ejemplo, en las relaciones de pareja. Están en crisis, pero porque nunca se ha esperado más de ellas. Kierkegaard decía que la angustia es la conciencia de la posibilidad. Cuando la felicidad se reduce a no pasar hambre es más fácil conseguirla que cuando se tienen expectativas más ambiciosas.

P. Afirma en el libro que los políticos deberían formarse en la Academia de los Gobernantes. ¿Qué cualidades deberían reunir para entrar en ella?

R. Eso es lo que quiero averiguar. Hay una larga tradición histórica –en todas las culturas– de tratados para la formación del gobernante, del príncipe. Hay la tradición, podríamos llamar maquiaveliana, que enseña al gobernante a ejercer el poder implacablemente, y hay la tradición que aspira a la “pública felicidad”. En ese caso, la virtud esencial era la prudencia, definida como “la aplicación de los principios generales a los casos particulares”. Es lo que Gracián llamaba “gobernar a la ocasión”.

»Ahora sabemos mucho más acerca de la “inteligencia política”. Conviene hacernos una pregunta: ¿dónde aprenden los políticos su oficio? Luchando por conseguir el poder, ascendiendo dentro de un partido, tejiendo alianzas, intercambiando favores. No es una buena escuela. Así solo se aprende a conseguir el poder, no a resolver problemas. Por eso pienso en la necesidad de diseñar una Academia del talento político. En mi web puedes ver como lo estoy haciendo...

José Antonio Marina

José Antonio Marina Cristina Villarino

P. ¿Y los gobernados? ¿cómo deberíamos comportarnos?

R. En primer lugar debemos redefinir qué es lo político. Hemos separado la “sociedad política” de la “sociedad civil”, casi siempre para decir que esta es la buena y debemos fortalecerla. La división es falsa y peligrosa. Si la admitimos, excluimos a la ciudadanía del poder político. Es lo que ha sucedido: el poder se convierte en una esfera autónoma, con su propia lógica. Hemos de volver al origen. Todo habitante de la polis es político. Zoon politikon nos definía Aristóteles. Y todos los políticos deben tener conciencia de su poder y de cómo administrarlo.

Esa “sociedad política” se divide en “gobernantes” y “gobernados”, que tienen que desarrollar su propio talento político. Por eso, la Academia del Talento Político tiene dos secciones: Escuela de gobernantes y Escuela de gobernados.

P. Ha dedicado mucho tiempo a reflexionar sobre la educación: ¿tienen sentido los cambios de planes de estudio que sacrifican la excelencia por no traumatizar a los jóvenes con la sombra del fracaso?

R. En temas educativos cada palo debe aguantar su vela. La escuela es el rompeolas de todas las contradicciones de una sociedad. No tiene potencia suficiente para resolverlas. Cuando propuse una “movilización educativa” era porque es la sociedad entera la que tenía que colaborar.

P. ¿Y por eso afirma que “el mundo está en estado de emergencia educativa y en estado de pobreza teórica”?

R. Sí, hemos entrado en la “Era del aprendizaje”, que se rige por una ley implacable: “Toda persona, institución, empresa o sociedad, para sobrevivir, necesita aprender al menos a la misma velocidad a la que cambia el entorno. Y si quiere progresar, deberá hacerlo a más velocidad”. El entorno cambia aceleradamente y no estamos pensando qué tipo de inteligencia deberíamos formar para aprovechar las grandes posibilidades que la tecnología –por ejemplo, la Inteligencia Artificial– nos ofrece.

P. ¿Y por qué tiene tanto prestigio el pesimismo?

R. Porque se olvida que todo lo bueno que tenemos lo han conseguido optimistas. La historia del pesimismo es vergonzosa porque se han precipitado al decir que eran imposibles cosas que disfrutamos hoy, como la abolición de la esclavitud, el voto universal o la seguridad social.

"Vivimos intoxicados de comodidad intelectual. El mensaje de la tecnología es: disfruta, que de pensar me ocupo yo"

P. ¿Cuál es su secreto para mantener vivos el afán de conocimiento y el espíritu crítico?

R. Disfrutar con el descubrimiento. Vivimos intoxicados de comodidad intelectual. ¿Para qué lo voy a aprender si recibo las respuestas antes de haber hecho las preguntas? Tengo toda la sabiduría al alcance de un click. El mensaje de la tecnología es: ocúpate de disfrutar, que de pensar ya me ocupo yo. Y esto se acoge con alborozo, sin darse cuenta de que supone convertirnos en animalitos domésticos. Somos una especie de mascotas de la tecnología.

P. ¿Y a qué se debe que los intelectuales no logren que seamos conscientes de lo que perdemos sin pensamiento crítico?

R. La filosofía actual me recuerda a esas serpientes que se comen a sí mismas. Empezó desconfiando de la razón, siguió rechazando la idea de verdad, continuó atacando la universalidad del conocimiento y de los valores, cayendo en una equivalencia de todas las culturas, y acabó admitiendo que es verdad lo que el poder dice que es verdad. En ese momento la autodigestión había acabado.

P. Pero ¿qué va a pasar con las nuevas generaciones si carecen de ese pensamiento crítico, serán más manipulables?

R. Evidentemente. Por eso trabajo en una “vacuna contra la estupidez”, que estimule nuestro “sistema inmunológico intelectual”. El pensamiento crítico –que está ya en franca decadencia– forma parte esencial de esa vacuna.

P. ¿Cómo cree que debería ser la educación en la era de la Inteligencia Artificial?

R. Dirigida a crear una “generación Centauro”, como he explicado en “Proyecto Centauro”. Educar es construir la memoria personal, que ahora tendrá que estar en dos formatos: uno neuronal y otro digital. Nuestra tarea está en decidir qué debe estar en cada formato para que la “toma de decisiones” continue siendo responsabilidad humana.

"La filosofía actual me recuerda a esas serpientes que se comen a sí mismas. Empezó desconfiando de la razón..."

P. Hablando de responsabilidad, ¿qué piensa cuando ve a jóvenes activistas arrojando puré sobre obras de arte?

R. Me escandaliza verlo y, sin embargo, la sordera generalizada sobre este tema hace necesario hablar a voces para ver si escuchamos.

P. Sí, ¿y a qué se debe la crispación política de la sociedad española?

R. Es uno de los temas que he tratado en la Historia universal de las soluciones. Los enfrentamientos políticos se plantean en formato “conflicto”, en el que un contendiente aspira a eliminar al adversario. Es un juego de suma cero, en el que uno gana y el otro pierde. Es curioso el éxito del gran teórico de este concepto de política basado en la distinción amigo/enemigo, Carl Schmitt. Fue un nazi, pero su teoría fascina desde la ultraderecha a la ultraizquierda. La razón es que todos se mueven en la misma política arcaica de gestion del poder. Pero los enfrentamientos pueden también plantearse en formato “problema”.

P. ¿Qué relación tiene con las redes sociales, le interesan, las teme, las ignora?

R. Seguí la aparición de las redes cuando solo eran ARPANET. Todos las vimos como una gran esperanza. Habíamos olvidado que los instrumentos pueden usarse bien o mal. Hay redes creadoras y redes destructivas, inteligentes y estúpidas. Están produciendo un efecto peligroso. Una red está compuesta por dos elementos: los nodos y los enlaces. Parece que los enlaces son lo importante y, sin embargo, lo importante son los nodos, que representan a las personas. Si la red se impone, la persona se diluye.

P. Para terminar, ¿a quiénes lee, qué cine le interesa, va al teatro?

R. Ahora voy poco al teatro, pero acudo semanalmente al cine. Leo mucha Historia, muchas biografías de políticos y poca novela.

P. Sí, pero ¿cuáles son el último libro y la última película que ha leído y visto?

R. He leído un interesante ensayo de Peter Turchin, titulado Final de partida (Debate). Y el domingo vi Vidas pasadas. Me fascina la delicadeza oriental. Los occidentales nos estamos volviendo demasiado zafios.