Susan Neiman. Foto: James Startt

Susan Neiman. Foto: James Startt

Letras

'Izquierda no es woke': Susan Neiman contra la progresía desorientada

La filósofa rastrea en su libro las raíces de lo 'woke', sus equívocos presupuestos teóricos y la contradicción de sus principios fundamentales.

2 abril, 2024 02:10

Haciendo balance de la política española de los últimos años a la luz de su actual estado de polarización, hay que admitir que el saldo de aquel espíritu del 15-M, llamado a revitalizar nuestra democracia, no se ha resuelto de modo muy positivo que digamos.

Izquierda no es woke

Susan Neiman

Traducción de Virginia Gordo. Debate, 2024. 216 paginas. 18,90 €

La cristalización populista que supuso Podemos y luego, en reacción pendular, Vox, ha llevado a los partidos tradicionales a extremar posiciones, imposibilitando un espacio común de encuentro, hasta que la tesitura de las recientes elecciones ha acabado convirtiendo el "sálvese quien pueda" en virtud, con una izquierda entregada a las exigencias sin techo del separatismo catalán.

Pero el cuadro no estaría completo si no se atendiera, además, a factores coadyuvantes que desbordan el marco nacional, así como el ámbito de las ideologías políticas. Este es el valor de un libro como el de la filósofa Susan Neiman (Atlanta, 1955), que rastrea las raíces intelectuales de lo woke, sus equívocos presupuestos teóricos, y muestra hasta qué punto contradicen los principios fundamentales en que la izquierda ha basado su lucha por la igualdad, la libertad y la justicia social en los últimos siglos.

[Alain Finkielkraut, contra el furor igualitarista del 'wokismo' y la idiotez ideológica actuales]

Poco conocida en España –hasta ahora sólo se había traducido su excelente estudio El mal en el pensamiento moderno–, Neiman es una pensadora de prestigio, discípula de John Rawls y Stanley Cavell, directora del Foro Einstein de Postdam, que se crio en Georgia durante el Movimiento por los Derechos Civiles y nunca ha tenido problema en que se la califique de izquierdista.

Pero en un momento como el presente, en que lo que se conoce como izquierda woke se alía con el nacionalismo más regresivo y en que su rechazo de toda autoridad, verdad o razón común acaba fomentando autoritarismos identitarios, considera preciso denunciar este abandono de ideas centrales para asumir un punto de vista verdaderamente progresista y emancipador: el compromiso con el universalismo frente al tribalismo, la distinción entre justicia y poder o la creencia en que solo desde una mayor igualdad social se logran progresos significativos.

A pesar de su impugnación a los postulados 'woke', Neiman nunca ha tenido problema en que se la califique de izquierdista

Su planteamiento tiene puntos de contacto con lo que en España ha expuesto de forma elocuente Félix Ovejero en La deriva reaccionaria de la izquierda o, en Francia, Alain Finkielkraut en La posliteratura, coincidiendo sobre todo con tesis recientes de Stéphanie Roza en ¿La izquierda contra la Ilustración? Una cosa es rebajar los excesos del racionalismo moderno y el sesgo eurocéntrico, y otra bien diferente impugnar a esa razón en su integridad, como mero producto perverso de una voluntad de dominio.

Se han digerido mal las enseñanzas de los nuevos maestros posmodernos de la sospecha, con Foucault a la cabeza, haciéndolas así compatibles con el rechazo reaccionario a la legitimidad de lo moderno de autores como Carl Schmitt, recuperado por los teóricos del populismo.

Precisamente el análisis de esta extraña coyunda entre Foucault y Schmitt es uno de los puntos más interesantes del libro de Neiman, sutil cuando explica cómo los conflictos identitarios se alimentan de la desilusión, y contundente cuando sostiene que el presupuesto de que la voz de la víctima es incuestionable ni es racional ni es siempre cierto. Si liberales y socialistas quieren conjurar las tendencias antidemocráticas cada vez más pujantes, harán bien en tener en cuenta esta obra.