Ensayo

¿Cómo habla Dios?

Francis Collins

13 diciembre, 2007 01:00

Trad. de A. de la Torre. Temas de Hoy, 2007. 315 páginas, 18’50 euros

Muchos pensarán, dice Collins, que un científico riguroso no puede ser a la vez un creyente serio en un Dios trascendente. De hecho llevamos largo tiempo con polémicas entre defensores extremos de esa postura y sus adversarios, que recelan de la ciencia como vehículo posible del ateísmo. Aún siguen en liza ambas posturas, pero va abriéndose camino una respetuosa aceptación de las dos vías del saber: ninguna deberá invadir el campo de la otra, pero tampoco son incompatibles. Nuestro autor participa plenamente de este modo de pensar y va más allá, al argumentar que la creencia en Dios puede ser una elección racional. Y lo dice después de haberse confesado primero agnóstico y después ateo.

En este libro ha querido dejar constancia de la evolución de su pensamiento en el terreno religioso, que va acompañando a su formación científica. Recorre en ésta un largo camino a través de la quimica, la física y la medicina, hasta llegar a combinar el viejo amor por la ciencia con el deseo de ayudar a los demás en la disciplina de la genética médica. Pero había eludido cualquier consideración seria de que Dios fuera una posibilidad real, así que se vio movido a reconocer el fallo científico de sacar conclusiones sin considerar datos. La existencia, para él clara, de una ley moral que no puede explicarse como producto de la evolución, le obligaba a admitir la posibilidad de la hipótesis de Dios, con lo que el agnosticismo se le aparecía ya como una evasiva, y la fe, más racional que el no creer.

Por supuesto rechaza el creacionismo y las actitudes antagónicas hacia las verdades de la filosofía, la ciencia, la historia y la crítica, así como la pretensión de colocar a Dios en los espacios aún no cubiertos por la ciencia, que más tarde pueden ser ilustrados por ella. Pone como ejemplo el origen de la vida, la aparición de los primeros organismos autorreplicantes: en el momento presente no sabemos cómo fue, pero no es ése el lugar para que una persona reflexiva se juegue su fe presuponiendo la intervención directa de Dios en la iniciación del proceso. En definitiva, las concepciones científica y espiritual del mundo proporcionan formas diferentes, pero complementarias, de responder a nuestras preguntas más importantes.

La necesidad de encontrar su propia armonía le llegó con el estudio de los genomas, en el que veía un plan maestro del Todopoderoso para que el mundo cobrase vida, una visión compatible con lo que la ciencia enseña del mundo natural y con las grandes religiones monoteístas. Así encontró su camino, en el cristianismo, pero no pretende hacer proselitismo: la fe es una búsqueda de la verdad absoluta, y cada uno debe realizar su propio seguimiento. ésta es la postura que adopta en un libro que podía pasar como el de sus "confesiones": mostrar una gran sencillez, ninguna imposición y sí un auténtico entusiasmo. Me queda por decir que Collins no es un científico cualquiera: dirigió hasta su culminación el proyecto internacional Genoma Humano, en el que había sucedido a Watson, uno de los descubridores de la doble hélice, es miembro de la Academia de Ciencias estadounidense, y premio Príncipe de Asturias.