Image: Valle-Inclán: Biografía, cronología y epistolario, vol. II

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Ensayo

Valle-Inclán: Biografía, cronología y epistolario, vol. II

Juan Antonio Hormigón

3 enero, 2008 01:00

Juan Antonio Hormigón. Foto: Archivo

Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España. Madrid, 2007. 2 volúmenes. 1.121 páginas, 30 euros


Apenas un año después de presentarnos el primer volumen de la biografía cronológica de Valle-Inclán y su más completo epistolario, Juan Antonio Hormigón culmina su magno proyecto con los dos tomos que abarcan desde 1920 hasta 1936, año de la muerte del escritor. De lo meritorio del trabajo realizado, amén de sus cualidades intrínsecas hablan estas cifras: lo que ahora se nos entrega son más de mil cien páginas, que con las publicadas anteriormente alcanzan las dos mil en lo que a la cronología se refiere, a lo que hay que sumar otras setecientas de cartas.

Su trabajo se nutre, obviamente, de un sinfín de aportaciones que Hormigón agradece y reconoce en la bibliografía final. Ha contado para ello con la generosidad de los valleinclanistas más acreditados. Por caso, en un apéndice del último de los tomos incluye el interesantísimo intercambio epistolar entre Valle-Inclán y Federico de Onís, a la sazón director de los estudios hispánicos en Nueva York, que Rodolfo Cardona recopiló para el número del Anuario Valle-Inclán que acaba de salir. ésta revista y la Cátedra Valle-Inclán de la Universidad de Santiago de Compostela que dirige Margarita Santos Zás constituyen en este momento la avanzadilla de las pesquisas histórico-críticas sobre el autor de Tirano Banderas.

Se anuncian, así, inminentes aportaciones acerca de su candidatura republicana en 1931, toda la documentación referente a su conflictiva etapa como director absentista de la Academia Española de Bellas Artes de Roma y sendos catálogos del archivo familiar de los Valle-Inclán y de las obras dedicadas pertenecientes a su biblioteca.

Gracias a la presente compilación, cuya fiabilidad documental es muy elevada, podemos conocer en detalle todos los episodios y circunstancias biográficas del escritor gallego. A la pregunta impertinente que todo reseñador que se precie debería hacerse llegado a este punto, la de si falta algo conocido, siempre cabe dar una respuesta positiva con mayor o menor justificación. Por mi parte, me sorprende la parquedad con que se describe el entierro en el cementerio de Boisaca, cuyas circunstancias tremendas, y no solo me refiero a las puramente meteorológicas, pueden en algún caso parecer novelescas pero están suficientemente contrastadas por crónicas periodísticas y testigos presenciales.

Y ya que Hormigón lleva su alcance temporal hasta el año 1940, echo en falta que para cerrar la historia de encuentros y desencuentros de don Ramón con el galleguismo no se dé noticia de la conferencia de Castelao en La Habana el 7 de enero de 1939 donde la figura más representativa del nacionalismo gallego lo define como "el mejor artista que parió Galicia, el hijo emigrante que más se le parecía".

Juan Antonio Hormigón ha culminado cabalmente con la tarea que se había impuesto y era imprescindible acometer. Valle-Inclán fue no solo el inventor de su alter-ego el Marqués de Bradomín sino también de su propia efigie, lo que dio vía libre a un tratamiento anecdótico, novelizado y escasamente riguroso de su biografía. Cumplía aplicar un tratamiento de choque para que los hechos sustituyesen a las elucubraciones y mixtificaciones, y dejar así el campo desbrozado para lo que en su momento será la gran biografía de Ramón del Valle-Inclán, digna de las de Richard Ellmann sobre James Joyce, George D. Painter sobre Marcel Proust, Richard Gray sobre William Faulkner o Hermione Lee sobre Virginia Wolf, por citar algunos de los grandes nombres del Modernismo internacional en el que únicamente merece la pena proyectar la soberbia figura de nuestro escritor.

Su personalidad y trayectoria se presta como ninguna otra para ello: era un gran creador, un fabulador de la historia, la literatura y la propia vida, participó de los avatares de su tiempo y lo hizo contradictoriamente como acaso no podría ser de otro modo, viajó por el mundo adelante, y fue siempre todo un personaje controvertido. Un día le confesó a Ramón J. Sender: "desgraciado del hombre sobre quien no se dice algo vejatorio". A él Manuel Azaña lo llamaba "el fenómeno", un despacho de United Press de 1927 lo calificaba como "el último chulo de Lavapiés", Joaquín Montaner lo tachaba de "Júpiter de guardarropía", Juan Aparicio de "bolchevique celta", y, entre sus paisanos, el manifiesto nacionalista de Manuel Antonio y álvaro Cebreiro lo definía como "o mestre da xuventude imbécil de Galicia". ¡Cuánta riqueza para una biografía literaria escrita con sobrado fundamento de consuno con la capacidad creativa imprescindible para reconstruir una personalidad tan fecunda en su vida como en su obra!

Aunque Juan Antonio Hormigón (Zaragoza, 1943) se licenció en Medicina en 1965, apenas dos años después abandonó la carrera para dedicarse por completo a su actividad como escritor, dramaturgo, pedagogo y director teatral. De 1977 a 1985 fue director del Aula de Teatro de la Universidad Complutense de Madrid, y en 1978, por encargo del Ministerio de Cultura, crea la exposición Valle Inclán y su tiempo, origen remoto de esta monumental obra que ahora culmina.