Diario de un pistolero anarquista
Miquel Mir
17 enero, 2008 01:00De vuelta a Barcelona, tras el servicio militar en el Rif, José trabó contacto con la CNT. Se convirtió en un profesional del crimen, formando parte de un ambiente radical en el que "los límites entre la acción revolucionaria y la rapiña eran cada vez más difusos". Tras la derrota de los insurgentes del 18 de julio, según sostiene Payne, en Cataluña se creó una diarquía a la que se pliega Companys y en la que imperaba la CNT-FAI. Aparte de los asaltos a edificios religiosos y casas burguesas, para requisas, los patrulleros actuaron como escuadrones de la muerte.Finalmente llegó el declive del anarquismo a partir de mayo de 1937, que llevaron a la disolución de las Patrullas de Control y el término de la hegemonía de la CNT-FAI. Desencantado, consciente de lo mal que marchaba la guerra, José preparó su exilio. Repartiéndose su botín con un brigadista inglés, a cambio de papeles que le permitieran residir en Inglaterra, organizó el envío del material robado a Londres. Allí llevó una vida desahogada hasta su muerte.