Ensayo

Los mitos de la historia argentina

Felipe Pigna

14 febrero, 2008 01:00

Belaqva. Barcelona, 2007. 442 páginas, 21 euros

No es fácil deshacer los cuentos históricos que abonan los manuales escolares de casi todos los países. Pues eso es, precisamente, lo que se ha propuesto Felipe Pigna, profesor de Historia de la Universidad de Buenos Aires, en su último libro editado en España, un gran éxito de ventas en Argentina. Todo -salvaje, abominable, terrible, sobrecogedora, cobarde, vergonzosa- lo que ustedes quieran menos maravillosa, es la historia que nos cuenta en las 400 páginas siguientes, en la que pretende desentrañar las falacias o mitos que, según él, han impedido conocer hasta ahora la identidad de Argentina.

Como en los buenos cuentos, en la historia de Pigna hay buenos y malos, héroes y verdugos. Los malos son casi todos los españoles que, desde el primer viaje de Colón, han pasado por América. Los buenos, sus héroes, son las víctimas de los invasores rapiñeros disfrazados de descubridores que encabezaron las principales rebeliones contra sus verdugos. Manco Inca, el hermano de Atahualpa, a mediados del siglo XVI y Túpac Amaru, en la segunda mitad del XVIII, son, según el autor, los valientes que sembraron la semilla de los revolucionarios Belgrano, Moreno, Castelli y Monteagudo -por ello se les llamó tupamaros- que se alzan en 1810 contra el virreinato de España, pagando con su vida la independencia conseguida seis años más tarde.

La hipótesis principal de la obra, que arranca en 1492 y termina en 1816, es que la etapa colonial esconde las claves del presente argentino. "En ella comienzan a formarse las élites que perdurarán en el poder […], se producen los primeros repartos de tierras, las concesiones comerciales y los permisos para la nefasta trata negrera, base de las fortunas de muchas de nuestras familias patricias", escribe. (p. 97)

"Se va conformando un Estado corrupto. Paralelamente, a su amparo, se irá consolidando una sociedad que aprenderá empíricamente que las leyes pueden ser flexibles […] y que, en general, la ley va por un lado y la gente por otro".

Sin que venga a cuento, en el segundo capítulo pasa del siglo XVI a las inversiones españolas de los últimos veinte años, en un intento burdo de descalificar la presencia actual de las empresas españolas como continuación de la peor barbarie. No tiene nada que ver con el resto del libro y queda completamente fuera de contexto. Sospecho que es un parche para alimentar uno de los mitos políticamente más rentables en Argentina hoy.

No es el único defecto grave de la obra. En nueve de cada diez citas el autor no recoge la página del texto, algo sorprendente cuando se pretende desfacer entuertos y contar rigurosamente lo sucedido. Hasta el octavo capítulo, dedicado a la revolución de mayo, de la que pronto se celebrará el segundo centenario, apenas se entra en la vida social y económica de la época.

A pesar de estos defectos, es una obra interesante y, para los legos en la historia argentina, muy útil. Tanto por lo que cuenta como por la forma de contarlo, Pigna toca una fibra, mítica o real, que no deja a nadie indiferente.