Ensayo

Mahler

J. L. Pérez de Arteaga

6 marzo, 2008 01:00

Foto: Luis Alberto Álvarez

Ed. Machado Libros/Scherzo. 567 páginas, 24 euros.

El carácter es, para el hombre, el destino: esta posible interpretación -traducción del célebre aforismo de Heráclito- nos confiere una pauta para evaluar las buenas biografías. Su excelencia es, siempre, proporcional a la capacidad de validar ese aforismo. El libro sobre Mahler de José Luis Pérez de Arteaga no es una biografía sobre Mahler. O no lo es únicamente. Consta de tres partes. La primera es biográfica. La segunda efectúa un recorrido de su obra, desde el oratorio casi adolescente La canción del lamento hasta la extraordinaria trilogía final. Finalmente, la tercera parte resulta un verdadero regalo para el lector: una exhaustiva recensión y comentario de la discografía existente sobre su obra.

Hay espléndidos documentos sobre Mahler: los recuerdos de Alma, su mujer; las evocaciones de Bruno Walter. El material es ingente. Y ha sido mérito extraordinario de la parte biográfica de este libro llevar a cabo una selección muy meditada de las fuentes en que se va sustentando.Tengo una prueba personal de la calidad de un libro: cuando no puedo soltarlo; en caso de lectura no interrumpida, la prueba se me vuelve irrefutable. Esta parte biográfica del libro de Pérez de Arteaga, que es la base y el sustento máximo de todo el libro, no he podido dejar de leerla de un tirón. Pérez de Arteaga nos introduce del mejor modo en el mundo familiar de este judío de origen bohemio, caracterizando del mejor modo a su padre, a su madre, y desvelando los dos focos de negatividad que asolaron su infancia: las continuas disputas entre un padre despótico y mujeriego, y una esposa de origen social superior, casada sin amor. Mahler la adoró, y siempre mantuvo mala relación con aquél. Pero más terrible fue el segundo factor negativo de su infancia. Esos padres casados sin amor desarrollaron una actividad sexual desbordante: 14 hijos nacieron. Muy pocos sobrevivieron. Y los supervivientes llevaron una existencia trágica.

La biografía de Pérez de Arteaga combina este adentrarse en el escenario familiar con una habilísima manera de sugerir el contexto social y cultural de esta Viena finisecular, y de inicios del siglo XX, que terminaría con la I Guerra Europea (o Mundial). La atractiva ciudad en donde terminará recalando Mahler, asumiendo el cargo de director de orquesta de la Filarmónica de Viena, queda estupendamente reflejada en el texto, que se apoya, entre otros testimonios, en el magnífico relato de Zweig El mundo de ayer (Ed. Juventud, 1968), reeditado por El Acantilado. A través de este recorrido -que conduce al momento culminante, verdadero instante-eternidad de esta vida de Mahler, cuando se encuentra con quien sería su mujer, Alma- Pérez de Arteaga va desprendiendo reflexiones atinadas sobre ese carácter del personaje que tan decisivo es respecto a su propio destino.
Quizás sea el carácter lo que confiere la indelegable singularidad propia específica a cada persona: en Mahler los contrastes son grandiosos, magníficos, y pasan a través de la maestría musical al pentagrama, impregnando el estilo y la idea de todas sus composiciones, desde la primera juvenil hasta la póstuma Décima sinfonía, no terminada de completar.

Y Pérez de Arteaga recorre entonces, muy bien apoyado en el trazado biográfico del personaje, su obra entera, recalando sobre todo en las que considera más valiosas. Se destaca la desbordante imaginación musical de este gran músico, capaz de crear mundos con sus sinfonías inspiradas en canciones, o en sus canciones de sustentación sinfónica. Se adentra en las sinfonías primeras, tan complejas y colosales. Luego se acerca a la trilogía puramente instrumental (la Quinta, la Sexta, la Séptima). El recorrido se remansa en las obras de preferencia del biógrafo: el momento culminante de esta parte, quizás del libro en su conjunto, es el acercamiento a esa gran obra que es La canción de la tierra, especialmente a su último movimiento.

La bibliografía sobre Mahler es espectacular, pero el libro que estoy reseñando encontrará perfecto acomodo entre la sociedad de amigos de este músico, cada vez más numerosos. Pues no es la menor paradoja de este compositor, como Pérez de Arteaga recuerda, que haya tardado 50 años en ser reconocido en su valor. Ese reconocimiento se ha producido de forma tan espectacular como insólita. Recuerda Pérez de Arteaga que Mahler, hasta finales de la década de los 50 del pasado siglo, era interpretado por pocos directores de orquesta, la mayoría discípulos directos y queridos del compositor. De pronto, en diez años, sobreviene un vuelco tan notable que este músico tenido por imposible, con esas sinfonías de infinita longitud cuyo hilo argumental no parecía posible seguir, se convierte en un compositor que rivaliza con Brahms y con Chaikovsky en la valoración popular. Recuerda Pérez de Arteaga el carácter profético de una reflexión de Felipe Pedrell, el gran maestro catalán que está en el origen de la "edad de plata" de la música española, en la que alude a la grandeza sinfónica de Mahler, llamado a convertirse en el Beethoven del siglo XX.

Un valor añadido del libro es el siguiente: la sombra de Theodor W. Adorno, omnipresente en demasiados contextos bibliográficos mahlerianos, especialmente en los análisis musicales de De la Grange, ya no es determinante. Sus valiosas aportaciones no bastan para pasar por alto sus injustas reflexiones sectarias (como esa inenarrable predicción, enteramente fallida, de que la sinfonía Resurrección tenía fecha de cadu-
cidad, o su caracterización del Adagietto de la Quinta como "música culinaria"). Me ha resultado gratísimo que a través del recorrido de Pérez de Arteaga esta atosigante presencia adorniana no apareciera. Esta obra sobre Mahler está llamada a formar parte de la escogida biblioteca de los mejores libros que se han escrito sobre este compositor.