Image: España, el infierno de Napoleón

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Ensayo

España, el infierno de Napoleón

Emilio de Diego

13 marzo, 2008 01:00

Estampa de la época que recoge el alzamiento del 2 de mayo. Foto: Archivo

La Esfera. Madrid, 2008. 592 páginas. 39 euros. La Guerra de la Independencia. Miguel Artola. Espasa Calpe. Madrid, 2007. 246 páginas. 22 euros

Durante este año, en que se cumple el segundo centenario del levantamiento antifrancés de 1808, que diera lugar a la guerra de la Independencia (1808-1814), es de prever un aluvión de libros dedicados a dicho tema, anunciado ya por algunos editados en 2007. La conmemoración, al tiempo que concentra el interés y la reflexión de los historiadores, proporciona siempre una oportunidad editorial inmejorable, pues el numeroso público interesado por la historia se siente también especialmente atraído por las efemérides. No podía faltar a la cita Miguel Artola, uno de los más importantes historiadores españoles del último medio siglo, autor de una vasta obra sobre la España moderna y contemporánea y especialista destacado en el periodo de la crisis del Antiguo Régimen y el difícil surgimiento de la España Contemporánea, al que ha dedicado numerosos estudios.

Su libro se basa ampliamente en cuanto escribiera sobre la guerra de la Independencia en la Historia de España fundada por Menéndez Pidal. El autor no se plantea ningún debate con la historiografía reciente, ni con las posturas contrarias al carácter unitario y nacional de la guerra. Se limita a resumir en poco más de doscientas páginas, con habilidad y gran capacidad de síntesis, los hechos y coyunturas bélicas de aquellos años. El drama se inicia con la quiebra del Antiguo Régimen, como consecuencia del vergonzoso e injustificable abandono de la soberanía por parte de los monarcas (Carlos IV y Fernando VII), seguido por el fracaso también de las instituciones (Junta de Gobierno, Consejo de Castilla, Audiencias, capitanes generales...) al tratar de aceptar la situación planteada en Bayona. Todo ello llevó a la extinción de la legalidad plurisecular, cuyo vacío sería ocupado "por una nueva legitimidad: la popular, nacida de la rebelión que constituye el punto de partida del levantamiento". Surge así un poder revolucionario, que dirigirá una guerra que Artola define como nacional y revolucionaria. El relato de los hechos bélicos de las distintas campañas y operaciones constituye el eje central del libro, sazonado siempre con las atinadas valoraciones del autor. Resultan especialmente interesantes las páginas que dedica a analizar los ejércitos y las innovaciones introducidas por Napoleón, o el estudio que hace de las guerrillas, genuina aportación española de estos años, que constituirán la base de la guerra revolucionaria en el mundo contemporáneo. Detrás de ellas estaba la masiva voluntad de resistencia frente a los franceses, que minimizó los éxitos militares del ejército napoleónico y aumentó su dispersión y sus dificultades para controlar el territorio.

Los planteamientos de Emilio De Diego no son muy distintos. También él habla de una guerra nacional. Al igual que Artola, se centra en el análisis de la guerra, sus características y alternativas. La segunda parte del libro es el estudio cronológico y ordenado de los hechos bélicos, pero viene precedido por una primera, en la que bajo el título de "Las claves de la guerra", trata buen número de aspectos relacionados con ella: los planteamientos y errores de Napoleón, la propaganda, la situa- ción internacional, el papel de América, el ejército y el armamento, la guerrilla, el planteamiento de la guerra en el mar, la financiación o la logística. El libro cuenta, al final, con un útil anexo biográfico de los principales generales y jefes navales de los ejércitos implicados, los retratos de muchos de los cuales se incluyen también como complemento a la edición.

Muchos combatientes napoleónicos percibieron la guerra como "el infierno de España", expresión que recoge el título del libro, y el propio emperador, en su destierro de Santa Elena, reconocería la guerra de España como el mayor de sus errores. Lástima que en 1808 su excesiva ambición y la megalomanía alimentada por sus éxitos militares le impidieran recordar una nota suya, escrita en 1794, en la que señalaba que el carácter sufrido de la nación española, "la harán temible si se viera atacada en su propio suelo". De haber permanecido fiel a tales planteamientos, todos se hubieran ahorrado un gran sufrimiento, y la historia de la España Contemporánea habría sido, sin duda, diferente.