Image: Mc Mafia. El crimen sin fronteras

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Ensayo

Mc Mafia. El crimen sin fronteras

Misha Glenny

24 abril, 2008 02:00

El criminal de guerra Arkan, uno de los protagonistas de Mcmafia. Foto: Archivo

Traducción de Joan Trujillo. Destino, 2008. 384 pp, 19’50 e.

Los tentáculos de las mafias llegan a todas partes. La globalización y los avances tecnológicos han facilitado su expansión mundial, pero "no es la globalización en sí misma lo que ha estimulado el espectacular crecimiento de la delincuencia organizada de los últimos años, sino unos mercados insuficientemente controlados, como el sector financiero, o excesivamente regulados, como el sector agrícola y el mercado laboral". (p. 475). ésta es una de las principales conclusiones a las que llega Misha Glenny, prestigioso ex corresponsal de la BBC en la antigua URSS y en los países del Este, en McMafia. El crimen sin fronteras.

Policías, leyes y servicios secretos más fuertes y mejor coordinados internacionalmente, como proponen las grandes potencias, son paliativos, pero no frenarán el aumento incontrolado del tráfico ilegal y sangriento de drogas, personas, oro, diamantes, coltán, órganos, armas, información digital y toda clase de fraudes fiscales sin una regulación más estricta de los mercados financieros.

Aunque, por motivos más que sobrados, muchos siguen identificando el supermamut del crimen internacional con las mafias italianas, rusas y balcánicas, el narcoterrorismo iberoamericano y asiático, los yakuza japoneses y las TPC (tramas político-criminales) de la nueva China, el autor demuestra que "el tipo de delito más pujante en la Unión Europea entre 2002 y 2007 fue el fraude del impuesto sobre el valor añadido en transacciones internacionales, también denominado carousel fraud, consistente en importar productos a un país de la UE aplicándoles de forma ilícita el IVA y embolsarse este impuesto cobrado indebidamente en el momento de reexportarlos" (p. 472)

La UE se confiesa incapaz de precisar cuánto dinero se esfuma por estas cloacas, pero calcula que no baja de los 60.000 millones de euros anuales. Sólo el robo de tarjetas de crédito produce unos beneficios anuales de unos 30.000 millones de euros en el mundo. En la falsificación de productos -el 60% en China- se mueven cada año unos 300.000 millones de euros. Hay muchas más cifras interesantes, pero no se trata de un informe aburrido. Todo lo contrario. Cada uno de los catorce capítulos se apoya en la vida y obra de alguno de los criminales más famosos de los últimos años -el búlgaro estadounidense Ilya Pavlov, el serbio Arkan, los rusos Mikhailov y Mogilevich, el ucraniano Karabas, los indios Dawood y Rajan, el nigeriano Nwude, los colombianos Ochoa, Escobar y Rodríguez-Orejuela, el chino Chen Kai…--y en los políticos, policías y empresarios que los han protegido y ayudado.

Ninguno de estos mafiosos habría llegado tan lejos sin la complicidad o el apoyo de dirigentes políticos y de maquinarias estatales, lo que demuestra más allá de toda duda que "cuando una banda mafiosa convence a un Estado poderoso para que consienta sus actividades o coopere con ellas, ha descubierto la palabra mágica que abre la entrada de la cueva de Aladino, pues ningún mafioso prospera tanto como el que disfruta del apoyo estatal". (p. 109)

Pavlov nunca se habría hecho con el control de los mejores negocios de Bulgaria sin la colaboración de su suegro, Petur Chergelanov, jefe de la contrainsurgencia militar, y de Andrei Lukanov, sucesor del dictador Zhivkov, al frente del primer Gobierno supuestamente libre de Sofía. La historia se repite en el resto de la región tras la caída del comunismo. "En toda la Europa del Este, la gente iba descubriendo que, cuando un país se desmorona, lo primero que aplastan los cascotes al caer es la ley", escribe Glenny, con quien conocí los estertores de la última Yugoslavia unida en otoño del 90. No había un corresponsal extranjero más respetado en los Balcanes. El capitalismo no llegó hasta 1989 y los debilísimos estados que emergieron del antiguo bloque soviético no tenían capacidad para definir lo que era legal, de modo que quienes se colocaron bien entre 1990 y 1993 dictaron las normas del nuevo mundo.

"La caída de la Unión Soviética (a caballo de la globalización) es la causa más importante del increíble crecimiento de la delincuencia organizada que ha registrado el mundo durante las últimas dos décadas", señala el autor. "En un abrir y cerrar de ojos provocó una caótica carrera por la supervivencia y el enriquecimiento. [...] En este mortífero entorno una nueva clase de capitalistas explotó el vacío de poder robando industrias enteras y vaciando las arcas del Estado" (p.68).

Organizaciones tan poderosas como el KGB y el Ejército Rojo se enredaron rápidamente en esta pesadilla, cuyas repercusiones traspasaron las fronteras de la URSS y llegaron a todos los continentes, al tiempo que salía de la nueva Rusia dinero a espuertas hacia los principales paraísos fiscales. Según la policía israelí, los rusos han blanqueado entre 5.000 y 10.000 millones de dólares a través de entidades bancarias israelíes en los 15 años posteriores a la caída del comunismo. Es sólo la punta del iceberg.

Aunque el propio autor asegura que su investigación se basa principalmente en unas 300 entrevistas realizadas entre mayo de 2004 y abril de 2007, vuelca en ella todo el conocimiento acumulado en sus años de corresponsal, un estudio riguroso de los mejores textos sobre la materia (recogidos al final del libro) y 20 años de viajes por todo el mundo indagando las causas más profundas del crimen organizado y de la economía sumergida, que, según el FMI, el Banco Mundial y los principales servicios secretos, representan ya entre un 17 y un 25 por ciento del PIB del planeta. (p. XVIII)

Nuestra creciente dependencia para todo de las comunicaciones electrónicas multiplica nuestra vulnerabilidad, seamos o no usuarios de Internet. "En el nuevo milenio, esa clase de delitos ha experimentado un asombroso crecimiento y representa, quizás, el mayor desafío para las fuerzas del orden de todo el mundo", concluye Glenny.