Image: Buskashi. Viaje al interior de la guerra

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Ensayo

Buskashi. Viaje al interior de la guerra

Gino Strada

29 mayo, 2008 02:00

Foto: Archivo.

Traducción de Carlos Gumpert. Lengua de Trapo, 2008. 252 páginas, 18 euros.

Hay muchas formas de contar las guerras y todas ellas pueden ser buenas, regulares o malas. La de Afganistán desde el 7 de octubre de 2001, lanzada por los EE.UU. en represalia contra los atentados del 11-S, se ha contado en sesudas investigaciones académicas, en informes militares de cinco estrellas, en interesantes libros de viajes como el de Olivier Weber (El halcón afgano), en todos los generos periodísticos conocidos, en documentales audiovisuales como el de Mazar-i-Sharif y en ensayos magistrales como los del pakistaní españolizado Ahmed Rashid.

Buskashi, viaje al interior de la guerra es una mirada radicalmente distinta e infinitamente más humana. Las manos de su autor -el italiano Gino Strada, cofundador de Emergency, organización no hubernamental fundada en Milán en 1994 para la cura y rehabilitación de víctimas de la guerra y de las minas antipersona- han salvado a miles de afganos y sus ojos han visto morir a decenas de miles de inocentes. Amigo personal del comandante Masud, cuyo asesinato dos días antes del 11-S fue el prólogo de una guerra en la que, siete años después, siguen empantanados soldados de una cuarta parte de los países del planeta sin esperanza alguna de paz en el horizonte, Strada no deja títere con cabeza.

Chacales antiguos y nuevos, políticos y periodistas ignorantes que pontifican sobre lo humano y lo divino, organizaciones políticas como la ONU y la Cruz Roja ninguneadas por los Gobiernos que las controlan, ONG financiadas por ECHO (la Oficina Humanitaria de la UE) que pagan a sus guardias más que lo que Strada paga al cirujano más veterano… Todos, especialmente George Bush por ordenar el bombardeo de aldeas habitadas por campesinos y gallinas que tuvieron la mala suerte de estar cerca de "la línea del frente", reciben un duro varapalo con datos incuestionables obtenidos sobre el terreno en las situaciones más difíciles.

"No te creas ni una sola palabra cuando digan que han derrotado al terrorismo", escribe a su hija Cecilia al final del libro. "Son mentiras, enormes mentiras que defenderán con uñas y dientes para ocultar sus propios crímenes y sus propios intereses… No te creas una sola palabra cada vez que intenten explicarte lo hermosa que será la guerra futura, tecnológica, selectiva, humanitaria". (p. 241)

Con la ayuda de Masud, Strada abrió la primera clínica en el norte de Afganistán en 1999 y otra en Kabul a comienzos de 2001, pero el ministro de Sanidad talibán, el mulá Abas Ajund, cerró la de la capital a los pocos meses de inaugurarse porque no soportaba la presencia de mujeres en ella. Las primeras cien páginas del libro recogen la odisea de su retorno a Afganistán inmediatamente después del 11-S. En las ciento cincuenta siguientes narra su vida en un centro clínico del Panshir en octubre de 2001, mientras esperaba el permiso talibán para reabrir el hospital de Kabul. A las pocas horas de lograrlo, el 9 de noviembre, las milicias de la Alianza del Norte entraron en la ciudad, que acababan de abandonar los seguidores del mulá Omar y de Osama Bin Laden.