Ensayo

Londres

Henry James

29 mayo, 2008 02:00

Traducción de M. Martínez-Lage. Alhena Media. Barcelona, 2008. 120 páginas, 15’50 euros

Si hay una impresión que sobrevuela esta fantástica edición de los artículos de tema londinense de Henry James (Nueva York, 1843-Londres, 1916) es la de que uno se enamora de las ciudades como de las personas. Fue el propio James quien los recopiló (con variantes) bajo el título English Hours en 1905, y hoy, gracias a una excelente traducción de Martínez-Lage, podemos acercarnos a estos artículos inéditos en castellano.

A parte de la capacidad de observación que ya cabría suponer en alguien que para aquel entonces había levantado catedrales del tamaño de Las Bostonianas o La copa dorada, hay en estos artículos una mirada transida de fascinación que los hace especialmente conmovedores. Es sabida la adopción inglesa de James, y comprensible. Para quien es, de raza, un observador nato, la ciudad más prodigiosa del mundo será aquélla que se configure como el capítulo más extenso de los accidentes humanos. El americano James queda sobrecogido por la enormidad de Londres, por su variedad, por su efecto igualitario, pero sobre todo por el dolor que rezuma. "Londres -asegura- es desmañado y brutal y ha concitado tal cantidad de facetas siniestras de la vida que sería ridículo hablar de ella como un amante de su amada". Y sin embargo eso es precisamente lo que hace James, hablar de Londres como un amante de su amada si bien no perfecta, al menos fascinante y única. Seduce a James ese sufrimiento de la ciudad que parece formar parte de su vibración, como si la música londinense estuviese conformada en primer lugar por "el rumor sordo del tremendo molino por el que pasan los seres humanos". El paisaje que describe en el primer largo artículo que da título al libro es un paisaje emocional, su Londres particular descrito con la fascinación de quien sabe dónde debe apostarse para observar sin ser observado, el de quien sabe que, si bien como lugar para ser feliz Londres no se sostiene, es, sin embargo "el lugar preciso del mundo que con más fuerza comunica lasensación de estar vivo". Observa James con precisión algo que podría corroborar cualquier habitante de una gran ciudad: en cuanto se pertenece a Londres uno pasa a pertenecer a un cuerpo en el que prevalece por encima de todo una igualdad generalizada. Aunque el libro esté estructurado a modo de paisaje emocional del Londres privado de James, estos artículos muchas veces terminan como una reflexión genérica sobre la ciudad y el carácter inglés.

Del resto de los artículos, de desigual calidad, sobresalen con mucho un par de escenas costumbristas, una de ellas casi un relato: "Año nuevo en Inglaterra", y una memorable descripción de la regata Oxford-Cambridge. De este Londres que describe James queda al cabo lo esencial, el enamoramiento de quien describe la ciudad que ama, con esa mezcla de sentimientos encontrados con la que siempre se ama a las ciudades, a las personas.