Ensayo

El Almirante de Castilla. Oposición y disidencia en la guerra de Sucesión

M. Luz González Mezquita

5 junio, 2008 02:00

Junta de Castilla y León. Valladolid, 2008. 514 pp., 26 e.

Hace 300 años -igual que hace 200-, en otro convulso comienzo de siglo, una guerra azotaba nuestro país. En aquella ocasión, se trataba del conflicto dinástico planteado por la muerte sin herederos de Carlos II y la disputa por la sucesión del trono de la inmensa Monarquía de España entre el heredero designado in extremis por el fallecido monarca: el francés Felipe de Borbón, proclamado rey como Felipe V, y el austriaco Carlos de Habsburgo. La guerra fue originaria y esencialmente de carácter internacional, con la formación de dos grandes bloques: borbónico y aliado, aunque no dejó de tener hondas repercusiones dentro de los reinos y territorios de la Monarquía, y de forma particular en la península Ibérica. Mientras que en la corona de Castilla el apoyo a Felipe V fue mayoritario, la de Aragón se inclinó en favor del pretendiente austriaco. La guerra se vio agravada así en España por el conflicto interno, que no era sólo un enfrentamiento territorial. Dentro de Castilla había partidarios del archiduque Habsburgo, los llamados austracistas, lo mismo que en la corona de Aragón existían borbónicos. El Almirante de Castilla fue seguramente el más importante de los austracistas castellanos, derrotados al cabo como consecuencia de la victoria de Felipe V, que supondría el asentamiento en España de la casa de Borbón.

La historia de aquellos hechos es de sobra conocida. Mucho menos lo era hasta ahora la peripecia vital de quien, por haberse situado en el bando derrotado, perdería su importantísimo título y sus estados, convirtiéndose en el último Almirante de Castilla. Porque la suya había sido, desde la Baja Edad Media, una de las principales familias nobiliarias castellanas. Sus antepasados y él mismo habían ocupado altos puestos en la corte y la política de la Monarquía, lo que hizo más ejemplar su castigo por parte de Felipe V. La autora estudia el linaje, el entorno cultural y las bases materiales de la Casa, así como la trayectoria vital de don Juan Tomás Enríquez de Cabrera, conocido como conde de Melgar hasta que, en 1691, heredó de su padre los títulos de Almirante y duque de Medina de Rioseco. Su intervención más intensa en la política, en la última década del reinado, está vinculada a la reina Mariana de Neoburgo, llegando ser prácticamente el primer ministro de la Monarquía.

Toda esta historia previa se analiza con cierta rapidez, pues lo que de verdad le interesa a González Mezquita es el drama sucesorio y el del Almirante. Desterrado de la Corte desde mayo de 1699, don Juan Tomás no intervino en las deliberaciones e intrigas de los últimos meses de Carlos II. Sin embargo, rompió pronto con el nuevo rey, refugiándose en Portugal, desde donde participaría en la guerra en favor del archiduque hasta su temprana muerte en 1705. Antes tuvo tiempo de redactar un manifiesto tendente a justificar su actitud. La autora, a través del caso del Almirante, trata de analizar las razones por las que una parte de la nobleza castellana apoyó al archiduque. El libro, en suma, constituye un acercamiento novedoso al conflicto que inauguró el siglo XVIII español. Basado ampliamente en las fuentes y la bibliografía, tiene el atractivo de una buena redacción.