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China 2008: Ensayo

31 julio, 2008 02:00

Un guardia rojo hace guardia en Beijing. FOTO: F.J. Brown.

El dragón y los demonios extranjeros. G. Gelber. RBA, 2008. 506 pp, 27 euros / China y sus libertades. Javier Cremades. Espasa. Madrid, 2008. 220 páginas, 21 euros

China se ha convertido en el país de moda y no sólo por los Juegos Olímpicos. A medida que nos alejamos del 11-S, el terrorismo va dejando paso a China como el asunto internacional con más referencias en google y sobre el que más libros se publican. Algunos de ellos, muy pocos, como El dragón y los demonios extranjeros. China y el mundo a lo largo de la historia, de Harry G. Gelber, profesor británico de relaciones internacionales, se traducen al español. A cuentagotas, algunos autores españoles, como el abogado Javier Cremades, representante en España de varias compañías chinas, se atreven con obras como China y sus libertades, un dilema para el siglo XXI.

¿Por qué es un país tan débil, tan caótico y pobre?, nos preguntábamos hace medio siglo sobre China. Tras la perestroika y la matanza de Tiananmen (1989), la obsesión de los estudiosos pasó a ser cuánto tardaría en romperse. Las preguntas más repetidas hoy son cómo ha logrado enriquecerse desde 1979, qué nos enseña la historia sobre la China actual y qué efectos está teniendo el milagro chino en el resto del planeta. Fascinado por "el desarrollo explosivo de la economía china y la posibilidad de que la República Popular de China esté a punto de convertirse en la tercera superpotencia", Gelber se propone en 500 páginas explicar las "relaciones entre China y el resto del mundo desde sus inicios hace más de tres mil años" para mostrar "el vaivén histórico de intereses de otros estados y sociedades hacia China […] y el interés o falta de interés de China al respecto". Es la laguna que intenta llenar este libro, en palabras del autor.

Cremades empieza donde termina Gelber. A partir de los Juegos Olímpicos que Beijing pretende vender como la carta de presentación definitiva de la China moderna al resto del planeta, contrasta en 190 páginas la espectacular integración del país en la economía de mercado con la restricción de libertades y las graves violaciones de derechos humanos. "Puede hablarse de China como de un país con dos velocidades", concluye. "O, si se prefiere, de un país que marcha a la misma velocidad que nosotros en algunos aspectos, o que viaja en un vehículo parecido al nuestro, pero que no viene del mismo lugar que nosotros ni, necesariamente, se dirige al mismo destino".

Harry J, Gelber es un historiador especializado en China; Cremades, un generalista intrigado por lo que está ocurriendo en dicho país. Gelber nos ayuda a entender los grandes ciclos de cambio que, en los últimos 8.000 años, han hecho de China lo que hoy es, con especial atención al trauma del siglo XIX, cuando el "reino del centro", en pleno declive, explosionó al chocar con un Occidente por primera vez más fuerte y dinámico gracias al Renacimiento, la Ilustración y, sobre todo, la Revolución Industrial. Se queda muy corto en su análisis de las relaciones externas, del sistema tributario que convirtió al emperador en soberano del mundo y de las actitudes del resto del mundo hacia China. Los apoyos dispersos por el texto sobre cuestiones como la vida sexual de Mao, la ceremonia de postración o los secretos de Madame Chiang son interesantísimos para un programa del corazón, pero poco aconsejables para lo que el autor pretende.

A partir de docenas de artículos y reportajes de la prensa actual, y de un puñado de libros bien seleccionados, Cremades describe las principales luces y sombras de la apertura económica de China y de su integración en el mercado global, con apartados de gran interés sobre las relaciones entre China y España (p. 61-72) y sobre la falta de libertad de información (p. 121-142).

El confucianismo no se limitó, ni mucho menos, como afirma Gelber, a exigir obediencia a la autoridad. China no vio ni trató a los bárbaros de forma tan indiscriminada como él mantiene. La Gran Muralla, en fin (J. Lovell lo explica bien en su último libro), nunca fue una muralla defensiva contra el exterior. A Cremades le habría venido bien una mano que limpiara la repetición de datos demográficos, ordenara mejor los temas y aclarase referencias como la del tratado de no proliferación nuclear entre EE.UU. y la URSS de 1973 (p. 27). Eso es confundir las SALT I (1972) con el TNP (1968).

Las novedades editoriales sobre China se precipitan estos días: así, acaba de aparecer El libro rojo de los mártires, de Gerolamo Fazzi (Encuentro), que recoge testimonios espeluznantes de cuarenta años (1940-1983) de persecuciones religiosas, mientras Icaria anuncia el lanzamiento de ¿Qué piensa China? Bajo la sombra de la globalización, de Mark Leonard...

Sin embargo, lo mejor no siempre está por venir: sólo el año pasado El Cultural reseñó una decena de libros sobre el coloso oriental, entre los que destacan La segunda revolución china, de Eugenio Bregolat (Destino, 2007); El siglo de China. De Mao a primera potencia mundial de Ramón Tamames (Planeta, 2007) o Elementos perniciosos. Una historia de rebeldes chinos, de Ian Buruma (Península, 2007). Pueden leer las críticas en ELCULTURAL.ES.