Image: Daños colaterales. Un español en el infierno iraquí (2005-2008)

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Ensayo

Daños colaterales. Un español en el infierno iraquí (2005-2008)

Ignacio Rupérez

18 septiembre, 2008 02:00

Planeta. Barcelona, 2008. 355 páginas, 22 euros. Leer extracto

Desgraciadamente, no son muchos los diplomáticos españoles que dejan escritas sus experiencias y la mayor parte de los que se atreven a hacerlo suele perderse en anécdotas de escaso interés, aportando escasa luz para una mejor comprensión de la realidad internacional. Daños colaterales, un español en el infierno iraquí (2005-2008), del periodista y diplomático Ignacio Rupérez, es una excepción. En sus 355 páginas, repartidas en dieciséis capítulos -tres sobre Cuba y trece sobre Iraq-, analiza minuciosamente dos ocupaciones: la de la embajada española en La Habana en el verano de 1990 y la de Iraq desde la invasión anglo-estadounidense en marzo de 2003.

El autor se mueve continuamente entre el pasado, el futuro y el presente, y entre Cuba e Iraq, superponiendo planos que agilizan el relato. El resultado es una crítica nostálgica de la dictadura castrista en su agonía y una crítica demoledora de la invasión de Iraq. Tiene algo de libro de memorias y de viajes, pero es, sobre todo, el análisis político de un buen diplomático curtido como periodista en sus años jóvenes, que siempre compatibilizó el informe y el telegrama diplomáticos con artículos de prensa, algunos premonitorios, con hipótesis atrevidas que casi siempre se han confirmado.

Rupérez, nombrado hace pocos meses embajador en Honduras, ha escrito, como señala en el prólogo Angel Viñas, "una visión desapasionada, pero apasionante, de la realidad iraquí; una reconstrucción impresionista de cómo la intervención anglo-norteamericana ha impactado en la evolución de Iraq; un cúmulo de vivencias sobre el antes y el después de una sociedad asaltada desde el exterior y en el interior; un análisis del proceso que ha llevado a que Iraq sea un asiduo de la primera página de los periódicos occidentales; una reflexión, desde dentro, basada en un conocimiento directo de la región y contemplada desde experiencias acumuladas en Israel, Jordania y Egipto; y una demostración de la empatía con que un profesional puede escribir sobre realidades presuntamente lejanas". (p. 14)

La represión, el orgullo nacional, la paciencia adquirida tras muchos años de dictadura y nuevos amigos como Venezuela y China explican, según el autor, la supervivencia de la dictadura cubana al hundimiento del bloque soviético. El balance de la invasión de Iraq, escribe, "es un país destrozado, con un elevadísimo grado de desintegración social, una altísima inseguridad que le hace disputar a Afganistán la primacía en la exportación e importación terrorista, y que a su vez constituye, por sus tensiones sectarias un foco de desestabilización y mundial". (p.122)

Discutir si hay o ha habido en Iraq una guerra civil le parece, con razón, como discutir el sexo de los ángeles, considera la situación actual "peor que la de una guerra civil clásica" y distingue en ella cinco conflictos superpuestos -el de la insurgencia en el oeste y en el norte, el antagonismo entre sectas chiítas del sur, la lucha entre suníes y chiítas en el centro del país, las tensiones entre árabes y kurdos en el norte, y una criminalidad disparatada e impune- y numerosos conflictos derivados.

Reconoce que la ocupación militar, por humillante que sea, "se ha convertido en indispensable para la precaria estabilidad nacional", y observa similitudes y diferencias con Vietnam, Argelia y Líbano. "La cuestión iraquí tiene algo de todas estas cuestiones y tal vez las supera por su rareza", advierte. "Planea además sobre ella el fantasma de la partición. Si no se remedia el proceso de degradación en que el fanatismo y la incompetencia se hermanan, a este desgraciado país se le augura el destino de Somalia,
Sudán, Ruanda, el de un país sin Estado y un país fracasado, lo que era antes de marzo de 2003, como la última presa de la ambición imperial y de la rivalidad entre vecinos". (p.131). Desconfía Rupérez de las estadísticas más recientes sobre bajas, lamenta no haber contado antes con el magnífico libro de Ali A. Allawi The Occupation of Iraq y ve en Basora "un modelo en miniatura de lo que puede ser, en una escala mucho mayor y mucho más violenta, el futuro que se teme para todo Iraq" (p.325)