Image: El canon. Un viaje alucinante por el maravilloso mundo de la Ciencia

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Ensayo

El canon. Un viaje alucinante por el maravilloso mundo de la Ciencia

Natalie Angier

9 octubre, 2008 02:00

Representación del Big Bang

Trad. de I. Febrián. Paidós. Barcelona, 2008. 422 páginas, 25 euros.

Natalie Angier (Nueva York, 1958) es periodista, escritora especializada en ciencia y con inclinación hacia la biología. A lo largo de su trabajo ha podido asegurarse de algo que todos hemos dicho alguna vez: la alergia que hacia la ciencia sienten en general las personas, aún las que se dedican a otras actividades culturales que dejan a aquella fuera de su dominio. Podría ser por una falta de comunicación, una presentación de los saberes científicos con un corpus de datos tan poco atractivo que acaba por enturbiar la primera visión que tiene un niño cuando empieza a abrirse ilusionadamente ante unas noticias científicas para él todavía sugestivas.

Puesto que comunicar la ciencia es lo suyo y sabe que existe una rea-lidad que puede ser comprendida por todos, lejos del rechazo que generalmente provoca, ha querido la autora explicar algunas lecciones científicas a un público diverso del modo más asequible y ameno, sin caer por ello en lo incorrecto; y, armada de un considerable bagaje de fondo, ha entrevistado a cientos de científicos de las principales universidades estadounidenses que, desentrañando el verdadero significado de algunas definiciones, hacen próximo lo lejano. El resultado es este pequeño intento -dice- de desatar la belleza de la ciencia para que logre cautivar como de hecho puede y debe.

Va pasando así revista a unos cuantos temas centrales, desde lo conseguido en ellos a lo que está todavía por ver, puesto que la ciencia contiene incertidumbre y los científicos no pueden demostrar nada de modo irrefutrable. Por ello buscan descartar hipótesis hasta comprobar que la suya nos suministra la mejor explicación, aunque sea con un pequeño margen de error. De cada una de las materias selecciona un motivo básico cuyo desarrollo elabora con todo lujo de detalles desde sus preliminares hasta sus últimos resultados o problemas todavía abiertos o en discusión.

Así, para las probabilidades se centra en la distribución gaussiana. En la calibración del espacio y del tiempo pone el acento en las potencias de exponente positivo o negativo que marcan las diferencias de las distintas medidas. La física está representada por el estudio de los átomos y de las fuerzas, como la química por el de las moléculas y enlaces. En biología toca dos temas, la biología molecular, presidida por las células, y la evolutiva. La geología con la tectónica de placas y la constitución de la Tierra y la astronomía con el Big Bang y la formación del Universo. Se tiene, en fin, un bloque fundamental de los puntos más decisivos de la ciencia, muy bien elegidos y analizados hasta sus últimas consecuencias.

Pero lo característico de este libro es que todo ello se ha conseguido con un lenguaje desenfadado y divertido, lleno de analogías e imágenes, recuerdos y anécdotas que, a pesar de tratar de cuestiones serias, se llega a leer con verdadera delicia. Los elementos y conceptos científicos están dibujados como si fuesen personajes de una novela, casi humanizados, como los animales de Disney, y cada una de esas novelas es una de las teorías científicas aquí comentadas. Destaquemos también la bondad de la traducción, muy ajustada a los co- loquialismos del texto y con abundantes notas explicativas. Verdaderamente puede concluirse que la lectura de este libro disipará la antipatía que hacia la ciencia sienten muchos.

Angier relata un experimento sencillo sobre la equívoca idea del azar. Un grupo lanza una moneda al aire cien veces y anota los resultados. Otro "imagina" lo mismo y a-punta a su vez. El cotejo posterior distingue con claridad el azar real del simulado. En la serie real hay secuencias de varias caras o cruces seguidas, mientras que en la simulada los participantes intercalan caras y cruces tal y como creen que funciona el azar. Pero el azarresulta menos azaroso de lo que se piensa.