Image: Reformismo e Ilustración

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Ensayo

Reformismo e Ilustración

Pedro Ruiz Torres

30 octubre, 2008 01:00

Jovellanos, por Goya. Imagen: Archivo

Vol. 5 de la Historia de España. Crítica / Marcial Pons, 2008. 768 páginas, 33 euros

El ambicioso proyecto de una nueva Historia de España, puesto en marcha por Crítica y Marcial Pons, nos ofrece ahora un nuevo tomo, el segundo en aparecer de los tres dedicados a la Edad Moderna; al tiempo que van editándose otros del total de doce previstos. De acuerdo con el prólogo general de sus directores, José Fontana y Ramón Villares, el objetivo es presentar una visión de síntesis de nuestro pasado desde la España actual, incorporando los avances de la investigación historiográfica del último medio siglo. El proyecto se reclama heredero de la tradición democrática y progresista de obras anteriores -Altamira, Artola, Tuñón, Vilar o Vicens-, y no surge de la percepción de ningún problema de España, sino de la práctica normalizada del trabajo de unos historiadores que, lejos de posiciones esencialistas, entienden España desde la diversidad y consideran que su historia no constituye anomalía alguna en el conjunto europeo.

Desde tales planteamientos, el encargado de realizar la síntesis del siglo XVIII ha sido Pedro Ruiz Torres (Elche, 1951), catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, quien ya en otras ocasiones se había ocupado de dicha centuria. No resulta fácil enfrentarse al estudio de conjunto de un periodo histórico, y menos aún si se trata de uno tan complejo como el Setecientos español. El autor, sin embargo, lo ha resuelto privilegiando el tratamiento ensayístico sobre al análisis sistemático propio de los manuales clásicos. Más atento a los aspectos económicos, sociales y culturales que a los de carácter político -especialmente la política internacional- incluye también éstos en su discurso, aunque subordinados al estudio de los otros. El predominio de la economía resulta muy claro en el caso de América, estudiada casi exclusivamente desde el ángulo de su relación mercantil con la metrópoli.

La mayor originalidad del libro está esencialmente en su estructuración, bien pensada y trabada, en la que el autor sabe desgranar los múltiples aspectos y cuestiones de aquella centuria al hilo de un relato ágil y entretenido, que se lee con facilidad. Asimismo, conjuga la trama general con el análisis particularizado de numerosas cuestiones, basándose en proyectos, textos e informes -Ensenada, Campomanes, Arroyal, Jovellanos y tantos otros-, así como en escritos y relaciones contemporáneos, como los que utiliza, por ejemplo, en el detallado estudio de los motines de 1766. Esa combinación de la visión de conjunto con el microscopio, la interrelación entre lo general y el caso concreto, resulta especialmente atractiva, como también la utilización de la pintura -y en especial los retratos cortesanos- para glosar distintos momentos y situaciones. En cuanto a la interpretación del siglo XVIII, Ruiz Torres comparte una postura bastante generalizada entre los especialistas actuales, alejada tanto de la valoración excesiva de las novedades y transformaciones del Setecientos español, como de la negación de los cambios y de la existencia de una Ilustración en nuestro país. Reconoce los importantes avances que se experimentaron en muchos campos, gracias en buena medida al reformismo ilustrado. Pero señala también las fuertes limitaciones de éste, derivadas sobre todo de su excesivo respeto al orden tradicional y al absolutismo. La pervivencia de unas estructuras económicas y sociales arcaicas generó inestabilidad y considerables tensiones, agravadas en las últimas décadas por la quiebra financiera, en el marco de unas formas políticas y de gobierno que no habían experimentado cambios sustanciales. El derrumbe del orden político y social que se produciría en 1808, precipitado por la invasión francesa, tenía pues hondas raíces internas.

Nos encontramos, en definitiva, ante una síntesis sobre el siglo XVIII español novedosa en la organización y el acercamiento a las diversas cuestiones. El volumen se complementa, al final, con una serie de útiles apéndices (bibliografía, cronología, cartografía, cifras, documentos e índice alfabético), en la que únicamente desmerecen los mapas, difíciles de utilizar, bien por su escaso tamaño o por la imposibilidad de apreciar, en blanco y negro, las zonas coloreadas en los originales de los que proceden.