Image: La ciencia de Leonardo

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Ensayo

La ciencia de Leonardo

Fritjof Capra

6 noviembre, 2008 01:00

Dibujos de Leonardo.

Anagrama. Barcelona, 2008. 416 páginas, 20 euros

Hay en Milán, en una de las salas del Castello Sforzesco, una obra de Leonardo da Vinci que siempre me intrigó desde que la vi. No puede ser más sencilla: se trata de un entramado verdísimo de ramas y de hojas de morera y que parten de un rocoso fondo, desde la base de dicha sala, llamada Delle Asse (De las Tablas). Más allá de las tres interpretaciones que Fritjof Capra nos da de esta pintura, predomina en ella la representación de un microcosmo, o la idea de unidad de todo o con el todo. Las misteriosa enramada de la Salla delle Asse representa también, simbólicamente, la extraordinaria complejidad de la mente de Leonardo, el minucioso estudio que hizo de la naturaleza -su verdadera maestra-, su exquisito respeto hacia ella y la exaltación de una belleza inteligente que representó en dibujos, pinturas, esculturas e incluso en los objetos que diseñó.

Me parece primordial esta aclaración previa -en torno a esa obra tan sencilla como hermética del castillo milanés- para aproximarse al sugestivo y fundamentado libro -lleva 50 páginas de notas bibliográficas- del físico teórico Fritjof Capra. No es casual o llamativo que sea un físico teórico el que se ocupe de un artista, aunque lo haga de manera prioritaria -siempre con sencillez y claridad- de la obra científica de Leonardo. Quien ya conozca los libros de Capra sabrá que en este libro hay un mensaje muy original -puesto de relieve en los dos últimos capítulos- que es el que verdaderamente cuenta y hace que sólo una mente como la de este autor pueda arrancarle a Leonardo el sentido último de su creación, su visión absoluta de la realidad.

Para ello, es imprescindible recordarle al lector que Capra es el autor de una original obra destinada a abrir no caminos trillados, sino muy arriesgados y nuevos, y que este afán suyo se manifestó llamativamente con la escritura de otro libro suyo, El Tao de la Física, de tan resonante eco.

El libro sobre Leonardo posee muchos valores y ofrece variados ángulos para abordar su estudio. Pareciera como si Capra persiguiera ese afán unitario, tan renacentista, de desvelar cada cosa sin olvidar a la vez la secreta unidad de la naturaleza y del conocimiento. Parte para ello la obra desde presupuestos informativos e históricos, de una sucesión de semblanzas múltiples de quien él llama "el florentino" o "el hombre Leonardo". En el fondo de este análisis abarcador del personaje y de su época late una consideración previa: la expresión, tan renacentista, de uomo universale -que se puede aplicar a tantos hombres de aquellos prodigiosos días florentinos-. No es posible valorar la abierta e inquieta Florencia de entonces sin comprender al hombre unido a la naturaleza, aplicado a un conocimiento que interrelacionaba todas las cosas y que se manifiestó, de manera excepcional, única, en los muchos saberes de que Leonardo hizo gala: la pintura y la escultura, la anatomía y la arquitectura, la hidráulica y el urbanismo, la ingeniería militar y la música. -No olvidemos que, además, Leonardo llega al Milán de los Sforza como afamado ¡suonatore di lira!).

Leonardo no persiguió, escribe Capra, a la manera de Bacon, el "dominio" de la naturaleza -que tantos excesos y amenazas nos ha traído- sino "aprender de ella todo lo posible". Es el verdadero fin del sabio. Más allá de su fertilidad científica, Leonardo logró ir más allá gracias a su amor a la naturaleza -"hasta las hierbas son nobles", nos dijo-, a su inconfundible expresión artística y sobre todo a ese afán de Unidad que nos reveló por medio de símbolos secretos o de alegorías como los de las enramadas -o la cinta de oro que las entrelaza- de la milanesa Sala delle Asse.