Ensayo

Zorros, ciencia, erizos y literatura

David P. Barash y Nanelle R. Barash

8 mayo, 2009 02:00

Traducción de Ana Mata. Belacqva. 281 pp.18 euros

La crítica literaria adopta tantos modos que algunos se inclinan a pensar que se trata de una disciplina sin fundamento firme. David P. Barash (1946), conocido psicólogo y zoólogo, autor de numerosos libros de divulgación, parece haber decidido resolver estas carencias mediante la treta de proponer que se fundamente dicha crítica nada menos que en la teoría evolutiva. El libro que nos ocupa, cuyo título original es Madame Bovary´s ovaries, ha sido escrito en colaboración con su hija Nanelle y trata de desarrollar las bases de la crítica bio-literaria.
"El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una gran cosa", escribió Arquíloco, refiriéndose a Atenas y Esparta, respectivamente, e Isaiah Berlín extendió la idea a la comparación de estilos intelectuales: Shakespeare era un zorro, Dante era un erizo y Tolstói un zorro que deseaba ser un erizo. Barash & Barash dicen haberse atrevido a mirar a los ojos al zorro y llamarlo erizo.

Los autores describen la narrativa de Jane Austin en términos del mecanismo de la selección sexual, a partir del cual tratan de colegir qué quieren las mujeres y por qué. De modo similar, se apoyan en Tess de los d’Urbervilles, de T. Hardy, para indagar sobre qué quieren los hombres y por qué. En El Padrino se trata de la selección de parentesco; y en Madame Bovary, de la biología del adulterio, de la hembra en busca de genes mejores. Portnoy, Caulfield, Huckelberry Finn o los hermanos Karamazov serían exponentes del conflicto entre padres e hijos y en los libros de Dumas o de Steinbeck encontraríamos la encarnación literaria del altruismo y la reciprocidad.

Apoyándose en estos y en otros ejemplos, los Barash bucean en los orígenes evolutivos de los comportamientos que caracterizan a los personajes literarios más notables y no puede decirse que el ejercicio carezca de interés, pero el resultado puede decepcionar a muchos. No parece que la llamada crítica bio-literaria vaya a tener mucho recorrido. En realidad, la literatura empieza donde termina la biología, tiene más que ver con nuestra herencia cultural que con nuestros genes. En el organismo biológico, la forma está determinada por la información (genética) subyacente, mientras que en la trama literaria son las infinitas formas que se derivan de una misma información básica las que deben ser cribadas por el autor y en esa criba se cifra su éxito o su fracaso. Entre la multitud de adulterios literarios, sólo sobresalen algunos, como el de Ana Karenina o el de Madame Bovary.