Image: Nápoles y el virrey conde de Oñate. La estrategia del poder y el resurgir del reino (1648-1653)

Image: Nápoles y el virrey conde de Oñate. La estrategia del poder y el resurgir del reino (1648-1653)

Ensayo

Nápoles y el virrey conde de Oñate. La estrategia del poder y el resurgir del reino (1648-1653)

Ana Minguito

2 marzo, 2012 01:00

Retrato ecuestre de virrey de Nápoles, Conde de Oñate

Silex. Madrid, 2011. 574 páginas, 26 euros.

Una de las pruebas más evidentes del progreso de la historiografía española en las últimas décadas ha sido la internacionalización de los objetivos del historiador, en la que ha jugado un papel decisivo el italianismo, cuyo objetivo esencial es la historia de los territorios italianos pertenecientes a la Monarquía de España durante la Edad Moderna. El libro de Ana Minguito (Madrid, 1973) se inscribe en esa corriente y surge de una de las principales -y desde luego, la más antigua- de las escuelas italianistas, la promovida por Luis Miguel Enciso. Su centro de atención es el reino de Nápoles, que era el principal de los territorios italianos vinculados a los Austrias españoles y constituía, en consecuencia, el centro de gravedad de todo el sistema organizado por los gobernantes hispanos para el control de Italia y el espacio entorno. El periodo que estudia es uno de los más decisivos en la historia del reino de Nápoles, pues se inicia con el sometimiento de la revuelta de "Masaniello" (1647-1648), que supuso la crisis más profunda sufrida por el poder español en Italia en los siglos XVI y XVII.

El personaje en el que se centra, don Íñigo Vélez de Guevara y Tassis, VIII conde de Oñate, es uno de los numerosos -y aún en buena parte desconocidos- grandes gobernantes que ejercieron puestos de relieve en el gobierno de la Monarquía durante el periodo de los Austrias, hasta el punto de que uno de los principales historiadores de nuestro tiempo, Giuseppe Galasso, le ha situado entre los grandes estadistas europeos de mediados del XVII.

El libro se acerca al conde desde tres perspectivas distintas: linaje, poder y política cultural. En la primera, se analizan los precedentes familiares, tan importantes en un sector social como el nobiliario, en el que el servicio a la Monarquía era una constante que pasaba de padres a hijos, como muestran los propios antecesores de don Íñigo. El estudio del poder constituye la parte esencial del trabajo, comenzando por los años de Oñate como embajador en Roma (1646-48), una etapa previa frecuente en la carrera de muchos virreyes napolitanos, para centrarse después con profusión en sus años en el virreinato de Nápoles, donde no solo contribuyó a la reconquista tras las rebeliones del 1647-48, sino que fue la pieza clave en la pacificación y reincorporación del reino al sistema de la Monarquía. Gracias a una hábil política que combinaba los castigos con las recompensas, logró restablecer los equilibrios con los distintos sectores sociales y el consenso en el que se basaba el poder del rey de España en el reino, definiendo los elementos esenciales del Nápoles hispánico en la segunda mitad del XVII.

La autora analiza con detalle la actuación del conde en relación con la nobleza urbana de la capital, la nobleza feudal del reino, los togados (letrados), el mundo eclesiástico, el gobierno urbano de Nápoles o los sectores populares, y estudia también la política militar en las provincias o las relaciones del virrey con otros territorios italianos, pertenecientes o no a la Monarquía. En cuanto a la cultura, la aportación de Oñate fue también notable. Ya en Roma había iniciado la construcción del bello palacio de la embajada de España, actual embajada ante la Santa Sede. Las obras en el palacio real, sus relaciones con Massimo Stanzione o Velázquez en el segundo viaje de éste, las que pudo tener -aunque no hay constancia de ello- con Ribera, son algunos de los aspectos que se tratan, junto a otros como el análisis de sus relaciones con el mundo cultural napolitano.

El libro, resultado final de una investigación profunda en archivos y bibliotecas españoles e italianos, supone un jalón más en el conocimiento de dos aspectos fundamentales para los historiadores: la Italia española y los gobernantes de la Monarquía de los Austrias, temas ambos que nos están ofreciendo avances fructíferos en los últimos años.