Image: Todo a mil

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Ensayo

Todo a mil

Javier Gomá

8 junio, 2012 02:00

Javier Gomá. Foto: Fundación Juan March

Galaxia Gutenberg, 2012. 176 páginas, 16'50 euros

Asentado como un firme valor del ensayismo español contemporáneo tras la resonancia alcanzada por las tres entregas de su trilogía sobre la experiencia de la vida -Imitación y experiencia (premio Nacional de Ensayo 2004), Aquiles en el gineceo y Ejemplaridad pública- el filósofo Javier Gomá (Bilbao, 1965), actual director de la Fundación Juan March, ha sabido dar un nuevo impulso a su brillante trayectoria literaria con la adopción de una prosa más directa, más apegada a la realidad cotidiana, que tuvo una primera concreción en su libro Ingenuidad aprendida (2011). Pero es sobre todo en esta colección de microensayos, que inicialmente vieron la luz como artículos en los diarios El País y La Nación y que ahora aparecen recopilados bajo el título, entre literal y humorístico, de Todo a mil, donde esta modulación adquiere su más pleno sentido: el de una puesta a prueba de la propia convicción de que la filosofía ha de ser mundana, ha de abandonar su encierro en una jerga especializada y una intratextualidad carente de contraste con las cosas mismas para salir a la calle, divulgarse y procurar transmitir en unas pocas y sencillas palabras -no más de mil- los grandes temas de la existencia.

Hay que decir sin ambages que Gomá sale airoso de la prueba: su escritura no es sólo diáfana, didáctica y perspicaz, sino que posee además la virtud de lucir con más belleza ahí donde más verdad expresa. Los pasajes dedicados a la propia vocación literaria, al goce de las pequeñas rutinas (estar sentado, contemplar un atardecer) o al "apetito de todo" que sigue latente en quien ha aprendido juiciosamente a elegir y comprometerse con una posición en la vida son una buena muestra de su talento para combinar concepto y emoción poética.

Por otra parte, aunque en estos ensayos el autor juegue a dejarse llevar por la anécdota del momento y "el rotar de las estaciones", lo cierto es que todos ellos, integrados en una secuencia coherente de ideas, testimonian la sistematicidad de su pensamiento. Desfilan por sus páginas razonamientos que elogian el chisme o desdeñan la novedad, celebran el presente y defienden el occidentalismo, preguntan por nuestra propia responsabilidad ante la crisis o critican la molesta tendencia actual al exceso de sinceridad. Pero bajo este aparente repertorio de ocurrencias dispersas emerge el tema fundamental de toda la obra de Gomá: la gran tarea pendiente de nuestro tiempo, ahora que vivimos en una cultura no represora, donde la libertad de todos ha sido reconocida, es la de cómo darle forma cívica, responsable y solidaria a esa libertad. El principal referente polémico de Gomá vuelve a ser aquí el romanticismo, por haber inculcado en la modernidad una errónea comprensión del hombre según el modelo de una subjetividad genial, que sólo se siente auténtica ahí donde se libera de los lazos convencionales. De ese modo, el imperativo de "ganarse la vida" desarrollando alguna especialización profesional en una actividad productiva habría visto erosionado su prestigio cultural y moral por culpa de este prejuicio romántico, que nos orienta al cultivo del propio mundo interior.

Aun compartiendo lo certero de este diagnóstico, cabe matizar que la tesis defendida por Gomá de que el modo de ganarse la vida es lo que determina el hombre que se es debe mucho a un enfoque clasicista, propio de una época que ya no es, sin más, la nuestra: aquel espíritu del capitalismo que, como explicó Weber, hizo de la profesión el equivalente mundano de la salvación del alma, resulta difícilmente trasladable a un tiempo donde no sólo las identidades y los perfiles profesionales se han vuelto "líquidos", sino donde para muchos ciudadanos no hay trabajo alguno donde poder realizarse.

Matices, en fin, para una reflexión ulterior, que por fuerza ha de exceder lo que unos textos urgidos por la necesidad de concisión y claridad deben ofrecer. Y que, aun así, en su modesto y asequible formato, ofrecen una riqueza teórica difícil de recoger en una escueta reseña. En este caso, quizá pueda excusarse uno aduciendo no haber contado siquiera con mil palabras.