Image: El camino de vuelta

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Ensayo

El camino de vuelta

Joaquín Leguina

26 octubre, 2012 02:00

Joaquín Leguina. Foto: Alberto di Lolli

La Esfera de los Libros. Madrid, 2012. 328 páginas, 22 euros

Joaquín Leguina (Villaescusa, Cantabria, 1941) ha sido un testigo privilegiado de la vida política española de los últimos cuarenta años, además de un destacado protagonista en los 16 años que se extienden desde su elección como concejal de Madrid, en 1979, en un Ayuntamiento que presidía Tierno Galván, hasta su cese como presidente de la Comunidad de Madrid, en 1995. En la actualidad es un fino e independiente observador de la realidad nacional, tarea en la que hace gala de sus grandes dotes de comunicador, tanto en sus intervenciones orales, como en el manejo de un brillante estilo literario, consolidado por una extensa trayectoria de novelista y ensayista. Para decirlo brevemente, una rarísima figura en el desolador panorama de nuestra clase política, que no ha hecho sino empeorar en los últimos años. De ahí el interés que tiene siempre su testimonio sobre las experiencias políticas que le ha tocado vivir.

En El camino de vuelta, los recuerdos de Leguina se inician a mediados de los años 60, cuando coincide por primera vez con Felipe González en el campamento de las milicias universitarias de Montelarreina (Zamora), hasta el cierre del primer ciclo de gobiernos socialistas, con las elecciones de 1996. El autor construye este testimonio, que es también un intento de interpretación de lo ocurrido en esos años, sobre la base de sus recuerdos personales y su condición de buen lector de otros testimonios -muchos de ellos de correligionarios del PSOE- que ya se han ocupado de esa experiencia socialista. Leguina, como ya advierte en su prólogo, no trata de ajustar cuentas con nadie, aunque tampoco compromete su independencia de criterio frente a un periodo de la vida española en el que se produjeron grandes avances, que no pueden enturbiarse por los escándalos y la corrupción que se hizo endémica desde comienzos de los años 90. El autor formó parte de una generación de políticos que sería retirada de la escena de una forma tal vez prematura sin que quienes han venido a sustituirlos hayan demostrado mejores condiciones. Muy al contrario, han cerrado la posibilidad de cualquier debate interno.

La reflexión que ofrece Leguina tiene páginas llenas de vida como son las dedicadas a la campaña electoral de 1977, las tensiones con los renovadores en los congresos socialistas de 1979, o la consagración de Felipe González como estadista en la moción de censura de mayo de 1980. También en anécdotas más intimas como la de su intervención en la huelga general de 1988 o su valoración del linchamiento sufrido por Pilar Miró, cuando fue obligada a dimitir de su puesto de directora de Televisión Española.

Un testimonio que, sin duda, se prolongará, a no tardar mucho, hasta la experiencia socialista de estos últimos años aunque, por lo leído en este libro, no quepa albergar excesivas dudas sobre el juicio que le pueda merecer.