Image: La emperatriz

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Ensayo

La emperatriz

Alfredo Alvar

16 noviembre, 2012 01:00

Isabel de Portugal, retratada por Tiziano

La Esfera de los Libros, 2012. 480 pp. 24 e. Ebook: 9'02

Alfredo Alvar (Granada, 1960) es el modernista español con mayor capacidad de llegar al gran público por medio de una historia de divulgación, centrada esencialmente en personajes susceptibles de atraer al lector, cuya nómina se incrementa ahora con la emperatriz Isabel de Portugal. Lamentablemente, la mayoría de los historiadores hemos abandonado esa faceta, con el nefasto resultado de dejarla en manos de aficionados que suelen hacerla mal por falta de oficio. La propia eclosión actual de la novela histórica -tan poco respetuosa casi siempre con los hechos, personajes y épocas sobre los que escribe ¡y no digamos las series de televisión!- responde en parte a esa insatisfecha demanda de historia.

El mérito de Alvar radica en hacer bien la divulgación histórica, que no es tarea fácil. Cuenta para ello con un dilatado bagaje como historiador, además de otros tres elementos: su facilidad para manejar las fuentes, su pluma fácil y un estilo peculiar en el que introduce elementos personales, opiniones y valoraciones diversas y establece un trato directo con el lector. El resultado final, que alcanza también en esta ocasión, es no solo un acercamiento a los personajes que estudia plenamente fiable desde el punto de vista historiográfico, sino también una amplia capacidad para enmarcarlos en el tiempo en que vivieron. Así, al hilo de la narración, habla con detalle de las cuestiones políticas del momento, introduce amplias informaciones sobre numerosas gentes de aquella corte, se detiene en explicar incidentes como el proceso y ajusticiamiento del obispo Acuña, las celebraciones de la boda real en esta o aquella ciudad, y tantas otras cosas que prueban sus muchos y variados saberes sobre la España de los Austrias.

La figura de la princesa portuguesa no resulta sencilla de abordar, pues solo comienza a conocérsela a partir del matrimonio con su primo carnal el emperador Carlos V. Por ello, una de las fuentes principales de Alvar serán los documentos de la corte: contabilidades, relaciones de los miembros de la casa de la emperatriz, descripciones de ceremonias, entradas y recibimientos en distintas ciudades… Utiliza también ampliamente relatos de viajeros y crónicas coetáneas. Otra fuente importante es la correspondencia entre Carlos V y la emperatriz, especialmente en los varios periodos en los que ésta ocupó el papel de gobernadora durante las muchas, y a veces largas, ausencias de aquél. Asimismo, se basa en el análisis de más de un millar de cédulas emitidas por la emperatriz en el año largo de su segunda gobernación.

Alvar señala el buen entendimiento que tenía Isabel de las numerosas y complejas cuestiones del gobierno, su capacidad política y la buena conexión con los súbditos y sus intereses, que contribuyó de forma importante al proceso de castellanización de la dinastía. También su sentido religioso y el amor que la unió con su esposo, que fue correspondido por el emperador. Las frecuentes ausencias de Carlos V la sumieron en sus últimos años en periodos de depresión, que se unieron a una salud debilitada por los partos que acabaría llevándola a la tumba a los treinta y seis años, algo no tan infrecuente entre las mujeres de entonces, por muy elevadas que fueran.