Image: El gran salto. La asombrosa historia del circo

Image: El gran salto. La asombrosa historia del circo

Ensayo

El gran salto. La asombrosa historia del circo

Raúl Eguizabal

16 noviembre, 2012 01:00

Zarkana. Espectáculo del Cirque du Soleil (2011)

Península. Barcelona, 2012. 408 páginas. 22'90 euros

El mundo está hecho de deseos incumplidos. Una de mis aspiraciones más fervorosas de mi juventud era enrolarme en un circo como lo hizo el crítico de teatro, Alfredo Marqueríe. Esta aspiración tenía mucho de literario y no poco de cinematográfico. De la capacidad de seducción del cine me quedaba con el Zampano (Anthoni Quin) de La Strada de Fellini y Giulieta o con la espectacularidad de Burt Lancaster en Trapecio. O sea la humildad del pobre titiritero y la grandeza de las carpas; y los escritos del citado Marqueríe, de Gómez de la Serna, de González Ruano, de Gutiérrez Solana y de Jaime de Armiñán, por ejemplo. Me excitaba esa azarosa trashumancia de cientos de personas y los misterios de sus vidas. Y me fascinaba el riesgo, la cordialidad con la muerte de domadores y trapecistas, las fieras y su salvajismo, domesticado o no, pero siempre latente; contemplaba el circo desde fuera cuando me hubiera gustado vivirlo por dentro, un espectador de privilegio para recoger la capa de la bellísima ecuyere, echarle el pienso a sus caballos y ayudarle al cara blanca y al augusto a empolvarse el rostro.

Cuando me hice crítico teatral, aquel deseo circense aumentó, pero ya empezaba a ser tarde, por más que el circo tenga mucho de teatro y pantomima. Ahora aquel sueño es un imposible sin grandeza ni deseos. Pero, en luminosa y subalterna compensación, me llega este libro de Raúl Eguizábal, El gran salto; la asombrosa historia del circo para aprender parte de lo que soñé. El texto de Eguizábal es un recorrido por la historia del circo: sus grandezas y sus miserias, iluminadas siempre por el resplandor del riesgo y la fatalidad. El mundo del circo es un mundo aparte; una ciudad ambulante que surca mares y llanuras, acampa extramuros y funciona con precisión matemática: como un ejército disciplinado y con la fantasía e imaginación de un grupo de visionarios. El "más difícil todavía" no es sólo un desafío, es una filosofía que resume una forma de vivir. Eguizábal centra en dos palabras la esencia y naturaleza del circo: belleza y emoción. En ese arco se resume la vida; dos conceptos sin los cuales la existencia carece de sentido y no merece la pena ser vivida; vivir peligrosamente, cuando ese peligro es la raíz del arte, es la forma más pura de creación. Es asombroso comprobar los matices, las diferencias que caben en la palabra circo: magia, equilibrio, malabares, feroces animales, equilibristas, contorsionistas. Ante la emoción se para el tiempo y ante la belleza se suspende el ánimo. Durante las horas que dura la función se hace un paréntesis en nuestras vidas.

Raúl Eguizábal amontona en estas páginas lo mucho que nos queda por aprender y sentir. Tomo prestadas sus palabras: "en el circo la vida se mueve entre la alegría y la muerte; en el circo el drama se vive por centímetros, incluso por milímetros; se vive por segundos, incluso por décimas de segundo. ¿Llegará a tiempo el camarada para recoger a la intrépida trapecista? ¿No se habrá desviado el ilusionista al atravesar con sus espadas el baúl que encierra a su compañera?". Todo es artificio, pero todo es verdad. Los enigmas del circo, las pasiones del circo. Y las muertes accidentales o sospechosas del circo. Es un libro de sensaciones; pero es sobre todo un libro de historia y de exégesis, dividido en nueve capítulos con una serie de subcapítulos apasionantes: Los saltimbanquis, Empieza la función, Bestiario Fantástico, El listo y el tonto, Sobre el abismo, Movimiento y Equilibrio, Adivinaciones y otras magias, La parada de los monstruos, El Circo de Venus y El Circo científico; en este apartado Raúl Eguizábal dedica generosos comentarios al Circo del Sol. No es el circo abrupto y en ocasiones cruento, que ha ocupado las 400 páginas del libro y varios siglos de exégesis histórica; pero el autor no puede substraerse a la fascinación de su belleza y de su estructura teatral. Como no logra sustraerse a la temeridad de un domador en la jaula de las fieras ni al momento trepidante de un salto mortal que, en ocasiones, lo es verdaderamente.