Image: El Japón de Murakami

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Ensayo

El Japón de Murakami

Carlos Rubio

30 noviembre, 2012 01:00

Murakami

Aguilar. Madrid, 2012 560 paginas, 20 euros


Este voluminoso libro con título no se sabe si de tesis doctoral o de artículo de suplemento dominical viene firmado por una de nuestras grandes eminencias en literatura y cultura japonesas, Carlos Rubio, no sólo traductor de casi una docena de clásicos de primer orden sino también de varios manuales de literatura nipona. Galardonado con la medalla al mérito cultural del Gobierno de Japón, Carlos Rubio es, en el mejor sentido de la palabra, un profesor universitario de manual: expeditivo, claro, cargado de datos y con un estilo neutro al servicio de la transmisión de todos ellos. Y es también en el mal sentido de la palabra un profesor universitario; no es improbable que a las doscientas páginas uno vea el entusiasmo con el que comenzó su lectura realmente mermado.

El problema del libro no está ni en el tema (real) del libro: un excelente repaso por la historia, la cultura y la literatura japonesa del último siglo, ni en la claridad de su exposición (Carlos Rubio es, repito, de lo más competente), sino en la irritante idea que estructura toda la obra: ese Japón de Murakami tan desconcertante como habría sido un libro de quinientas páginas que se titulara "La España de Javier Marías". Carlos Rubio pone todo su esfuerzo y su erudición al servicio de una "ocurrencia" de editor y se ve, literalmente arrastrado por ella y obligado a justificarla. El resultado es un texto que bien podría estar salpicado por decenas de ejemplos literarios de tantos otros autores (digámoslo también: mucho más talentosos que el cacareado Murakami) pero que se ve circunscrito temáticamente a una bibliografía cuando menos limitada.

Olvidado este pequeño percance, tan difícil de olvidar por momentos, el libro de Carlos Rubio es una especie de curso acelerado de cultura nipona que bascula entre la guía de viajes (al estilo de qué no se debe hacer con los palillos o doce sugerencias para hacer cinco días en Tokio), el telegráfico manual de historia, o de literatura, y la competente explicación en tres páginas de fonética histórica japonesa. En cierto modo la convicción de Carlos Rubio de que Japón entero está dentro de la obra de Murakami crea la red sobre la que se teje un manual que podría haber sido (si no se hubiese cruzado con un editor demasiado ansioso por que apareciera la palabra "Murakami" en el título) con una obra solvente pero que tampoco ha definido exactamente su objetivo. Porque a uno le cabe preguntarse en qué circunstancias se animaría a leer un libro como éste: como guía de viajes resulta demasiado extenso y prolijo, como libro generalista demasiado poco extenso si se quiere profundizar en la materia, como curiosidad sobre Murakami demasiado excesiva y como tesis doctoral demasiado literaria.

Tal vez la manera más apropiada y fructuosa de leer este libro sea la de ir atentando sistemáticamente contra su propio título e ir leyendo todos los capítulos y epígrafes que nada tengan que ver con Murakami. Se tendrá así una visión más aproximada no sólo de un Japón más acorde con la realidad sino también más cercano a la seriedad que mantiene la mayor parte del tiempo Carlos Rubio en su intención.