Jon Juaristi. Foto: Iñaki Andrés

Aguilar. Madrid, 2012. 560 páginas. 20 euros, Ebook: 10'99 euros



Este nuevo libro de Jon Juaristi (Bilbao, 1951) -autor, entre otras materias, de brillantes estudios sobre la literatura y el nacionalismo vascos- forma parte de una colección de biografías de españoles eminentes, en clara alusión al título de Lytton Strachey. La colección, patrocinada por la Fundación March, utiliza, una vez más, el argumento de la carencia de biografías en el panorama editorial español. Una afirmación que, sin dejar de seguir siendo cierta, lo va siendo cada vez menos.



Miguel de Unamuno, cuya vida se extiende entre los siglos XIX y XX -con la misma cantidad de años vividos en cada uno de ellos-, fue el intelectual por antonomasia durante cincuenta años de la vida española. No tuvo más interlocutor de su nivel que José Ortega y Gasset, que era 19 años más joven y lideraba a una generación diferente desde la cátedra madrileña y a través de las empresas periodísticas que emprendió.



La relación entre ambos fue larga y problemática, mucho más allá de la simple la tensión entre maestro y discípulo. Por ejemplo, la llamada de Ortega a "formar el partido de la cultura" es muy anterior a los años de creación del Partido Reformista y revela a un Ortega joven, capaz de tratar a Unamuno en pie de igualdad y de convocarle a la responsabilidad política.



La información biográfica sobre Unamuno es ya desbordante, desde el temprano ensayo de Julián Marías hasta el fundamentado estudio que nos ofreciera en 2009 el matrimonio Rabaté, lo más parecido a una "biografía canónica", según Jon Juaristi. Realmente, la única laguna lamentable de la bibliografía unamuniana es la inexistencia de unas verdaderas obras completas porque los nueve tomos que se publicaron a partir de 1966 presentan demasiadas lagunas y aún no se ha completado el proyecto de unas obras completas que merezcan tal nombre.



Juaristi no ha pretendido hacer una aproximación académica al personaje, que no se ajustaba a las características de la colección en la que aparece, pero nos ofrece la figura del solitario de Salamanca en un exhaustivo trabajo de documentación que aflora en todas las líneas de su texto, y lo hace con un lenguaje vivo y lleno de guiños al lector. Incluso con chistes tan infames como el de emparejar a Marx con Spencer.



El autor se recrea en los primeros años de Unamuno en el escenario de esa Bilbao -"tasita" de plata- a la que nunca deja de aludir en femenino. La ciudad y sus anteiglesias son el ámbito en el que el niño adquirirá su primera conciencia civil y política con el cerco de la villa que los carlistas iniciaron a finales de 1873. Aquellos hechos marcarían el paso de Unamuno a la adolescencia. En 1880 será el momento de la primera ruptura de Unamuno con su tierra natal, cuando inicia sus estudios universitarios en Madrid. Una ciudad ésta a la que distinguirá con una antipatía que sólo daría síntomas de extinción en los últimos años de su vida, cuando sus deberes de parlamentario le obligaron a largas estancias, en las que la frescura de las chicas jóvenes parecía darle las claves de las primeras ilusiones que trajo el régimen republicano.



Pero la ciudad de su vida sería Salamanca, su "dorada Salamanca", en la que durante más de cuarenta años, "solo y señero", como un intelectual libre pero atento a las señales que le llegaban desde toda España, desde la América española y desde todas las culturas europeas, a las que siempre trató de acceder en su idioma original. Por todas ellas nos guía Juaristi con mano de experto, en una verdadera exhibición de su profundo conocimiento de la cultura contemporánea.