Image: Una nueva época. Los grandes retos del siglo XXI

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Ensayo

Una nueva época. Los grandes retos del siglo XXI

Emilio Ontiveros y Mauro F. Guillén

4 enero, 2013 01:00

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Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2012. 220 páginas, 18 euros


Al cabo de cierto tiempo de sufrirse una crisis económica prolongada e incierta cunde el convencimiento de que las cosas ya no volverán a ser como antes de la alteración sobrevenida. Tal es la tesis que subyace en el libro de Ontiveros y Guillén, aunque estos autores no se limitan a analizar las mutaciones sociales provocadas por la actual crisis financiera, sino que contemplan, con una mirada más amplia, otras transformaciones del mundo contemporáneo, evidentes ya desde los comienzos del siglo XXI, cuyas consecuencias aún no pueden estimarse con precisión. Hablan, por ejemplo, de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de la adhesión, en el mismo año, de China a la Organización Mundial del Comercio, y se esfuerzan por especificar los nuevos cambios de tendencia que afectan al conjunto de la humanidad en nuestro tiempo y seguirán haciéndolo en el futuro.

Ontiveros y Guillén identifican siete grandes rupturas de tendencia en la última década: el indudable progreso de las sociedades emergentes -responsables hoy de la mitad de la actividad económica mundial- cuyo superávit comercial coexiste con el déficit de las economías avanzadas, exceptuando a Alemania y Japón, traduciéndose todo ello en un crecimiento llamativo de las reservas de divisas en poder de países como China, Brasil o Rusia; la expansión velocísima de las grandes empresas multinacionales surgidas de los países emergentes; el envejecimiento progresivo de la población europea y japonesa y la mutación de condiciones demográficas; la disminución de la legitimidad y eficacia de los Estados, en las sociedades avanzadas y en las atrasadas; la disminución de la pobreza, tanto absoluta como comparativa, entre diferentes países, gracias al mayor crecimiento de los emergentes, junto a una progresiva desigualdad entre los distintos grupos sociales de un mismo país; la difícil sostenibilidad del progreso económico, debido al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el consumo de energía y, por último, la fragmentación del poder mundial entre un número cada vez mayor de potencias.

Las anteriores rupturas de tendencias son consideradas de modo detallado en los capítulos de este libro, a partir de una rica información, con gran capacidad didáctica, por medio de gráficos, cuadros, esquemas y diagramas. Los autores analizan la interacción entre tales rupturas históricas, en varias dimensiones, desde lo económico y social a lo político e internacional, y estudian la aparición de nuevas tensiones y complejidades inesperadas. Pero debe destacarse que las nuevas tendencias incorporan también soluciones a problemas atávicos. Por ejemplo, la globalización económica está estrechamente relacionada con la disminución de la pobreza absoluta en todo el mundo, incluida no ya Latinoamérica sino también África, y con la convergencia en los niveles de riqueza entre países ricos y emergentes. Este fenómeno, característico de los últimos decenios, junto con el aumento de la esperanza de vida, representa un avance indudable en la historia de la humanidad. Es cierto que dicha evidencia no debe ocultar el creciente contraste en la distribución de la riqueza y la renta dentro de una misma sociedad, especialmente en las avanzadas. Seguramente la disparidad de productividades entre sectores potentes y decaídos explica tales ensanchamientos en la diferencia de ingresos. La desigualdad social puede conducir a conflictos graves, pero la búsqueda de la igualdad como objetivo preferente, en vez de la lucha contra la pobreza, parece discutible. Ello puede relacionarse con la cuestión, subrayada por los autores, de la pérdida de eficacia y poder del Estado en sociedades atrasadas y también en las prósperas. Pero también en esto caben algunas matizaciones. No es lo mismo la ausencia de controles en los Estados fallidos que la disminución del tamaño del sector público en Europa occidental o que el relajamiento de la presión fiscal en las economías avanzadas. Los autores advierten del incremento de la desigualdad social en países pro- verbialmente equitativos como los escandinavos. ¿No tiene ello que ver con una menor incidencia de los impuestos, en los últimos años, al tiempo que se mantiene un grado notable de crecimiento económico?

Hay, sin embargo, otras cuestiones relativas a la evolución de las sociedades modernas, planteadas en este libro, que son muy preocupantes desde cualquier punto de vista. Una de ellas es la degradación del medio ambiente. Otra, la calidad dudosa de muchos Estados aparentemente democráticos. O la defectuosa implementación de Europa como poder mundial. Son estas sólo algunas de las muchas reflexiones surgidas de un libro muy recomendable.