El sol en una imagen en la que se aprecia la corona solar

Traducción de J. A. Vitier. Turner. Madrid, 2012. 756 páginas, 34'90 euros



Persiguiendo el Sol no es la historia de nuestra estrella, la de su nacimiento, vida y futura muerte, sino más bien es el retrato de su influencia en nuestra cultura y de la evolución que ha sufrido a ojos de la humanidad.



La obra comienza relatando la ascensión del autor al monte Fuji para poder ver el amanecer tras la noche más corta del año, la del solsticio de verano. Allí despega la narración que recorre los cinco continentes en busca del rastro del Sol. Richard Cohen (Birmingham, 1947) habla de las danzas rituales de los indios norteamericanos, de templos monumentales en el México azteca y de las grandes pirámides egipcias que representan los relojes estacionales mayores del mundo. El libro recorre los mitos solares de la mano de distintas religiones donde se entremezclaban el miedo y la devoción al astro amarillo en medio de míticos eclipses, augurios de mala fortuna, y auroras boreales de colores y formas imposibles.



El autor habla también del impresionismo de Matisse, quien, como decía Renoir, utilizaba el negro para captar la cualidad de la luz. Habla de Shakespeare y de su Rey Lear, de Julio Verne y de Ray Bradbury, de Vacaciones en Roma con la elegante Audrey Hepburn y de 2001, Una Odisea en el Espacio de Clarke y Kubrick. Se cita también la influencia solar en la arquitectura del siglo XX de la mano de Le Corbusier y de Frank Gehry. La moda de la piel bronceada y algunas de las enfermedades que de esta moda se desprenden también son objeto de una descripción detallada por parte del autor. Se trata, por lo tanto, de un ensayo que recoge datos de infinidad de disciplinas distintas.



El libro está escrito en clave histórica, avanzando por ella a través de distintas civilizaciones y saltando, de vez en cuando, al presente. En él el autor nos cuenta sus viajes a lugares remotos y sus encuentros con los personajes que allí residen. Estos saltos dan fluidez al relato, que tal vez adolezca de cierta emoción literaria debido al tono excesivamente neutro utilizado. En definitiva, el libro avanza en zigzag desvelando poco a poco las claves que han llevado el conocimiento acerca de nuestra estrella al punto en el que se encuentra hoy.



Por supuesto, Richard Cohen habla, de la mano de famosos científicos clásicos y modernos, del porqué del brillo del Sol y de su relación con campos tan atractivos y complejos como la física cuántica o la relatividad de Einstein. Se echa de menos sin embargo, una explicación completa sobre la formación del astro que, aunque se nos antoje estático e inmutable, evoluciona cambiando sin cesar. Por otro lado, es interesante la descripción que se presenta en el libro sobre el recorrido de nuestra estrella en el marco del creciente conocimiento humano sobre la posición de la Tierra en el Universo. El autor aborda la teoría geocéntrica que planteó Ptolomeo y que encajaba perfectamente con la concepción católica del mundo. El tiempo avanza en la narración pasando por los descubrimientos de Galileo que demostraban lo equivocada de esa teoría y llegando hasta la física de partículas del siglo XX, que nos habla del Sol a través de los escurridizos neutrinos.



Cabe comentar que se trata de un ensayo extenso, con una gran cantidad de datos que entremezclan distintas vertientes culturales para relatar la influencia que éstas han recibido del Sol. Tal vez Persiguiendo el Sol sepa a poco a quien busque un libro de divulgación científica ya que a pesar de que aporta un gran número de datos exactos, no se centra en las teorías científicas acerca de las estrellas y de nuestro Sol en particular, sino que las recorre un tanto superficialmente. En cambio, para el lector aficionado a la historia este es un ensayo muy completo que representa un dibujo preciso de lo que ha significado la estrella para la humanidad a lo largo de la historia de la civilización, no solo ya para científicos sino también para pintores, escritores o emperadores.



El viaje del autor termina en la India, en el mítico Benarés y en el Ganges que por él discurre. Un lugar de purificación y un bonito modo de decir adiós en un escenario parecido al que da inicio al libro, un amanecer.