María Zambrano, hacia 1937

Edición de M. F. Santiago. Linteo. Orense, 2012. 290 páginas. 22 euros



No conocemos mucho de la vida amorosa de María Zambrano (1904-1991) a quien muchos suponen, aún, una suave Minerva, casada con el pensar y la sabiduría, lo que no deja de ser cierto. Y parece, además, que en la vida de María las amistades intelectuales tuvieron más peso que el amor consuetudinario. Como mucho se sabe que, en su juventud -entre Segovia y Madrid- María se sintió atraída por su primo Miguel Pizarro (relación que el padre de María) y es bien conocido que, en 1936 , poco antes de la guerra, María se casó con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave. Apenas se conocía que la joven Zambrano -en los primeros años 20- tuvo un novio en Segovia: Gregorio del Campo. Las cartas que María le escribió (una Zambrano que no es, obviamente, la filósofa de la plenitud) son las que ahora se publican, recogidas y estudiadas por Mª Fernanda Santiago Bolaños. LXX cartas (no todas completas) más el documento manuscrito de algunas y una foto de Gregorio. Las cartas no están fechadas sino con el día y el mes, pero raramente con el año. No son cartas literarias o de pensamiento -aunque hay vetas- sino las misivas de una chica joven, en los primeros años 20, a quien ve y trata como enamorado, usando diminutivos castizos: "Dime, queridico mío, qué es lo que hay en tu alma para que te se (sic) nuble la razón de ese modo?". Son cartas hondas, cartas de mucho sentimiento, y donde si no se ve a la filósofa sí está muy nítida la estudiante que razona.



Gregorio del Campo Mendoza fue alférez de Artillería y (lejos ya de su relación con María, silenciada siempre por ella) estaba de paso en Zaragoza cuando estalló la Guerra Civil, ya capitán, y casado, pero su mujer e hija vivían en Mahón. Prisionero, Gregorio es llevado a Pamplona donde será fusilado en septiembre de 1936. Un desaparecido más, un nombre más en el olvido de la fosa común. Con otra hermana fusilada, la historia de la familia es triste. Pero conservó y conservaron las cartas de María que sólo ahora ven la luz. Quizá porque estas cartas de una mujer todavía anónima ("te quiere mucho tu María") son el primer vagido de la pensadora de la razón poética, que habla con cariño, incluso con celos, pero que no olvida su destino pedagógico ni su amor por los libros y por las palabras. Es la época en que María sueña con una novela que escribirá más tarde, Después de entonces (inédita o desaparecida) que tiene que ver con Miguel Pizarro, el amor imposible y acaso con el tácito recuerdo de Gregorio del Campo. Las cartas de María -no se conservan las de él- presuponen un hombre serio y culto, un interlocutor válido.



No sabemos por qué terminaron -ella ya en Madrid- pero conocemos que él siguió sus pasos, pues sus descendientes han conservado de la biblioteca de Gregorio, Horizonte del liberalismo (1930) una de las obras primeras de Zambrano. María escribió sobre Segovia (ciudad a la que se sintió muy unida) pero nunca habló del amor sencillo y hondo que testimonian estas cartas: Subidas y caídas. Logro y decepción: "Un abrazo y un besico de tu nena que es muy desgraciada María". Parece que las cartas terminan el 15 de septiembre de 1926. Que ha habido amor, no cabe duda: "Pero ya ves q. tengo paciencia para esperarte y sí q. soy buena. Unos abracicos y muchos besicos en los ojos de tu nena María". Pero algo falló. "Adiós, te da un abrazo de verdad tu María". Es el fin. Parece que no hubo entendimiento final. Por eso el silencio. ¿Sólo por eso? ¿O porque dolía lo no conseguido?