En busca de las fuentes del Nilo
Tim Jeal
15 marzo, 2013 01:00Ilustración decimonónica del encuentro entre Stanley y Livingstone
Tim Jeal es la enésima demostración de que la virtud esencial del buen investigador es el sentido común (el menos común de los sentidos) y el talento para conectar causalmente sucesos aparentemente disparejos; el resultado es una maravilla de libro en el que los rostros de exploradores tan célebres como Grant, Baker, Florence Sass, Livingston, Stanley, Burton y Speke recuperan la vida que les faltaba, dudan, se enamoran, se traicionan unos a otros, sufren celos o son misteriosamente agradecidos. La empatía psicológica de Tim Jeal le convierte en un autor particularmente extraordinario, y su manera de disponer textos extraídos de sus investigaciones en una estructura narrativa eficazmente articulada en un escritor que parece haber aprendido las estrategias del género, más que de la academia, de las novelas de aventuras pero sin perder ni un ápice de su rigurosidad.
El tema de las fuentes del Nilo es, antes que nada, un verdadero puzzle académico porque el interés se remonta a Alejandro Magno, que fue el primero en enviar una expedición para averiguar la causa de las misteriosas crecidas del Nilo. El asunto tardaría en realidad, y literalmente, milenios en resolverse. El libro de Tim Jeal elude las investigaciones previas a Livingstone y se centra en la época en la que se produjo aquella carrera privada entre los exploradores más importantes del siglo diecinueve. Los motivos no eran todavía abiertamente políticos, sino más bien religiosos (en el caso de Livingstone), patrióticos o estrictamente personales. Tim Jeal se revela como un investigador particularmente dotado para indagar en las intenciones privadas de unos exploradores que en no pocos casos (y bajo pretexto de instaurar la civilización) iban huyendo de esa misma civilización que pretendían instaurar y que les asfixiaba, porque tenían un corazón antisocial. El viajero angloafricano de esa época (por utilizar las palabras de Burton) a finales del siglo diecinueve es "un profesional que tiene demasiado trabajo, se espera de él que revise y observe, que registre datos meteorológicos y trigonométricos, que cace y diseque pájaros, que recoja muestras geológicas, que haga avanzar los estudios en pañales de la antropología, que haga dibujos y que encima escriba un diario extenso y legible". La realidad en la que aquellos excéntricos expedicionarios consiguieron integrar todas aquellas peticiones y en las que supieron aprovecharse de una sociedad de la que en realidad escapaban es el punto central y el privilegio de este libro fascinante de Tim Jeal. Toda una escuela sobre cómo ha de escribirse la narrativa académica de viajes sin perder ni el placer, ni el rigor.