Image: Confesiones de un joven

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Ensayo

Confesiones de un joven

George Moore

24 mayo, 2013 02:00

Retrato de George Moore por Edouard Manet (1879)

Traducción de Ricardo Bestué. Editorial Belvedere, 2013. 286 páginas, 19,90 €. Ebook: 10,44 €


Debió de ser un tipo estrafalario George Moore (1852-1933) nacido en Irlanda pero de corazón más bien británico, aunque no dejó de tratarse con independentistas irlandeses como Yeats o Lady Gregory, pero al final de estas confesiones viene a decir a los galeses que el gaélico (la lengua antigua de Irlanda) es una lengua muerta...

Cuando heredó un dinero, el joven Moore, que primero había querido dedicarse a la cría de caballos de carreras, se va a París -antes estuvo ya en Londres- para ser pintor y desde luego para dedicarse a la vida bohemia de la que París se consideraba centro. Aunque terminará escribiendo en inglés, durante su etapa parisina (que es básicamente de la que trata este libro) Moore quiere hacerse tan francés como los franceses y habla y conoce y juzga a todo el que puede. Y lee mucho. Conocerá a pintores académicos como Bouguereau o impresionistas como Manet, que le hizo un buen retrato. También conoció a hombres y mujeres galantes, como un tarambana vividor, llamado Marshall, que lo seduce… Se sabe los poemas de Baudelaire, de Verlaine o de Banville y conoce y lee a Victor Hugo, a los Goncourt (bueno, al hermano que quedaba vivo) pasando con bastante facilidad de la admiración a la crítica. Es el caso de Zola, el gran padre del naturalismo, al que visitó con frecuencia. De entrada, novelas como L'Assommoir, le fascinan como a Shelley en su juventud, Gautier y su Mademoiselle de Maupin y finalmente A Rebours, de Huysmans, pero no mucho después o juzga que hay que superar a los modelos o piensa (caso de Zola) que obras y teoría no eran tan buenas.

Pese a tanto y tan declarado afrancesamiento, Moore termina pensando que él nunca podrá escribir el francés como un nativo y se vuelve a Londres, donde seguirá siendo un personaje peculiar y empezará una carrera de novelista en 1883 con A Modern Lover, donde supongo enseña las andanzas eróticas aprendidas en París. Confesiones de un joven se publicó por primera vez en 1888 pero es un libro que Moore corrigió (y supongo que amplió) hasta la edición de 1926, que es la ahora traducida. Como libro de memorias no es nada convencional, pues si es cierto que cuenta cosas que le pasan y habla de las personas -sobre todo notables- que conoció, lo más frecuente es que se explaye en largas y amenas arengas ensayísticas, sobre poesía, prosa, novela y (a la postre) sobre una célebre actriz del siglo XVIII o -como he anticipado- sobre la relación de Gales con Irlanda. Su prosa es casi siempre amena y está cuidada pero no es parca en fragmentos sentenciosos: "Balzac significó para mí la influencia moral más importante de mi vida." O en otro tono: "Hay dos notas predominantes en mi carácter: un curioso odio hacia mi país natal y una atroz aversión a la religión en la que me crié."

Estamos ante un buen texto que, eso sí, mezcla con soltura la memoria con el ensayo ameno y mucha cita en francés. Es pena constatar, así, que este edición de un buen libro y de un autor raro esté plagada de pequeñas erratas (la mayoría en los abundantes textos franceses, pero no sólo) errores que el lector ilustrado puede corregir, pero que deslucen la edición.