Autorretrato de Max Aub

Cálamo. Palencia, 2013. 356 páginas, 22 euros



Creo que, pese a la no escasa trayectoria novelística que avala a Joaquín Leguina (Santander, 1941), aún pesan más en su imagen pública los muchos años dedicados a la política, dentro del PSOE, como concejal y luego primer presidente de la Comunidad de Madrid. Quizá podría haber hecho valer más su vocación literaria, pero tengo a Leguina por hombre tímido. Es el caso que el libro misceláneo que nos ofrece ahora -de grata y nada difícil lectura- nos muestra no sólo los gustos literarios del escritor, sino muchas pinceladas sobre quien escribe. La parte más larga "Libros y autores" es lo que dice, pero hay otras cinco más (terminando en "Humor") donde Leguina da salida a anécdotas e incluso a aspectos relacionados con su vida política, aunque estos raramente en primera persona. Hay textos muy breves como "Impostores involuntarios" donde Leguina parece reírse de ciertos políticos inanes que ha ocupado su puesto por casualidad.



Entre los artículos más interesantes del libro están su reivindicación de Max Aub -ese gran narrador español, judío nacido en París, que aún no ha hallado su sitio-; el curioso texto dedicado a narrar la vida del niño Victor Hugo en Madrid, donde aprendió español y fue alumno de los escolapios de Hortaleza; la reivindicación de un gran escritor francés, que aparece y desaparece ("El bromazo de Romain Gary"), los fallos de los editores -en "Literatura y arbitrariedad"- ¿por qué rechazó Seix Barral Cien años de soledad? ¿Por qué Elio Vittorini, que trabajaba para Mondadori y para Einaudi, rechazó doblemente el manuscrito de El Gatopardo que, al fin -muerto ya el autor- otro gran novelista más afín , Giorgio Bassani aceptó para Feltrinelli? ¿Por qué se acepta que El hombre sin atributos de Musil -enorme novela digresiva e inacabada- pase por una de las grandes obras narrativas del XX, cuando hasta muchos críticos confiesan no haberla podido terminar o sólo con dificultades, y el propio Musil duda de ella? Concluye Leguina: "Hace algunos años me propuse leer ‘la gran novela' de Musil durante un verano. Por pundonor [...] conseguí concluir el primer tomo, pero los otros tres los deposité en una estantería… y allí siguen."



Aunque breve, es sugestivo el artículo "Georges Bizet", donde cuenta cómo el celebérrimo autor de la ópera Carmen murió sintiendo el fracaso de su gran obra, con 37 años… Es muy atractivo el artículo titulado "El cine francés bajo la Ocupación con Rubirosa al fondo". Porfirio Rubirosa fue un play-boy dominicano, que se mató -o suicidó-, al estampar su bólido en 1965 en un árbol del Bois de Boulogne parisino. Aparte de su fama de rico mujeriego, Rubirosa vivió de manera ambigua el París de la ocupación alemana, pero en el que hubo -al inicio, sobre todo- cultura y cine, como Primer nacimiento, la película de Henri Decoin, estrenada cuando Leguina nacía… (Creo que es uno de los textos más interesantes del libro, por lo que significa la múltiple cultura "collabo" y la presencia de esos personajes ricos y raros como Rubirosa). Hay algo sobre Madrid, esperable en Leguina, no sólo un recorrido por su barrio en la zona más antigua de la ciudad, también en "El Madrid de los viajeros" en el que recoge los testimonios, a menudo contradictorios, de los antiguos viajeros ilustres que pasaron por nuestra Corte, predominando los que se quejan del clima extremo y siempre tienen algo que reprochar. Y tras leer el de Gracián culmina el autor: "¿Qué maltrato recibió Gracián en Madrid?". Lo dicho: un libro vario y ameno con el corazón del escritor a flor de piel.