Renacimiento, 2013. 207 pp., 16 e.

Que Antonio Machado era muy gracioso. Que Unamuno rehuía la estatua viva en la que se había convertido. Éste es el tipo de cosas que se enuncian y contextualizan en este anecdotario referido no sólo, como su título indica, a la Generación del 98, sino a las varias generaciones literarias que convivieron en el Madrid del primer tercio del siglo XX; excluyendo, quizá, a los del 27 y sus adláteres -con alguna excepción: Gómez de la Serna, cuyos Retratos de España son también fuente de muchas anécdotas de este libro, el poeta Domenchina y el cuentista infantil Antoniorrobles. Es también este libro una cumplida antología de la rica veta de literatura memorialística que ha producido la literatura española desde aquellos años, que coincidieron con una notable revitalización de la biografía literaria y de la literatura autobiográfica en general, y que, además incluye las monumentales Memorias de Pío Baroja, el imprescindible Gentes del 98 de su hermano Ricardo, y toda una pléyade de libros menores o menos conocidos firmados por escritores más jóvenes, tales Ramón J. Sender y Eduardo Zamacois y otros. Se echa de menos la exhaustiva Novela de un literato de Cansinos Asséns, que equivale por sí sola a tres o cuatro anecdotarios como éste; y también, en otro sentido, las numerosas y a veces aceradas alusiones a hechos y dichos de contemporáneos que cabe espigar en la obra de JRJ.



A los escritores que en ellas comparecen podía uno encontrarlos entonces en el restaurante Fornos, las cervecerías de la plaza de Santa Ana o los salones del Ateneo. Es por eso por lo que este libro tiene algo también de callejero del Madrid literario, y de testimonio vivo de que ese Madrid fue, antes que materia literaria, escenario de andanzas, polémicas, rivalidades, bromas y triunfos. Igualmente, de memorables puestas en escena, como las afectaciones de aristocratismo de un Valle-Inclán pobre de solemnidad, o las ensoñaciones parisinas del bohemio Emilio Carrere, que nunca estuvo en París.



Tampoco nosotros, los lectores de hoy, estuvimos en ese Madrid; pero nos lo han contado tan bien, y desde tan variados puntos de vista, que nos sentimos en él como en casa.