En realidad, la culpa de todo la tuvo él mismo. No lo duden: le habían dibujado así, generoso, valiente, apasionado, convencido de que en la vida había prioridades como el amor y la amistad. Y, sobre todo, por, pese y ante todo, la literatura y el cine. Y de nuevo la amistad. De ahí este buen puñado de artículos que nos hablan de Javier Tomeo, de José Antonio Labordeta -que lo quiso como al hijo varón que no tuvo-, de Ramón Acín, Ángel Guinda, pero también de Tarantino, de David Mamet y de los hermanos Trueba, o de Westphalen. O de su azacaneada vida, especialmente marcada por su paso por la cárcel y por el recuerdo de Chusé Izuel, el amigo que se quitó la vida y al que publicó con mimo. Repleto de lecturas, viajes, sabores, experiencias y complicidad, he aquí un libro para lectores sin complejos, dispuestos a disfrutar.
Por qué escribo
Félix Romeo
11 octubre, 2013 02:00En realidad, la culpa de todo la tuvo él mismo. No lo duden: le habían dibujado así, generoso, valiente, apasionado, convencido de que en la vida había prioridades como el amor y la amistad. Y, sobre todo, por, pese y ante todo, la literatura y el cine. Y de nuevo la amistad. De ahí este buen puñado de artículos que nos hablan de Javier Tomeo, de José Antonio Labordeta -que lo quiso como al hijo varón que no tuvo-, de Ramón Acín, Ángel Guinda, pero también de Tarantino, de David Mamet y de los hermanos Trueba, o de Westphalen. O de su azacaneada vida, especialmente marcada por su paso por la cárcel y por el recuerdo de Chusé Izuel, el amigo que se quitó la vida y al que publicó con mimo. Repleto de lecturas, viajes, sabores, experiencias y complicidad, he aquí un libro para lectores sin complejos, dispuestos a disfrutar.