La ridícula idea de no volver a verte
Rosa Montero
3 mayo, 2013 02:00Rosa Montero. Foto: Antonio M. Xoubanova
La ridícula idea de no volver a verte ¿Por qué no empezar por el enunciado que ilustra la portada del libro, alusivo al revés que supone la muerte? ¿Por qué no arrancar diciendo que este no es un libro sobre la muerte, sino sobre la vida? ¿Por qué no traer a colación las palabras de dos de los escritores que, en los últimos años, han arrastrado a sus páginas el tema como solo la gran literatura permite que ocurra? Uno de ellos, Rafael Chirbes, escribió en Crematorio (2007) que representar el dolor te lo quita de encima, o lo convierte en otra cosa, en otra forma de sufrimiento, que es distinta porque parece que no es inconsolable. Y eso es lo que hace Rosa Montero en este libro: servirse de la excusa que le brinda desbrozar el Diario íntimo de la gran Marie Curie (escrito en 1906 con motivo de la muerte de Pierre Curie), explorar su magnitud profesional en una época en que a las mujeres no les estaba permitido casi nada (y ella mereció dos premios Nobel, uno de Física, con su marido, y otro de Química, en solitario); merodear por el dolor de esa mujer tratando de entender el suyo, y así vaciarse en uno de esos relatos inolvidables, una compleja construcción emocional que carga de significado la literatura, por constatar que vivir consiste en ir sumando preguntas a la única gran certeza: la ausencia de respuestas.Y en esto consiste escribir sobre la muerte, viene a decir Marcos Giralt en Tiempo de vida (2010), en crear un "subterfugio del duelo", un discurso sobre algo "tan acuciantemente real" que la expresión de ese algo tan indecible espolea las emociones del lector haciendo que los dos (escritora y lector) se encuentren en el corazón de su relato. Esto sólo puede encauzarlo quien cuenta en su haber literario con una extensa e intensa biografía de títulos que se las han visto con la ficción y con la realidad. Quien, llegada la ocasión de manejar "la sustancia radioactiva de lo real", sabe estar a la altura. Por eso la ocasión, propiciada por su editora, que le instó a contar a su manera la vida de la científica polaca, derivó en esta otra historia, la suya con el periodista Pablo Lizcano, contada, tres años después de su muerte, como un envolvente relato que pone en palabras la alquimia surgida de narrar su dolor leyendo el de la otra mujer. Sucede, así, entre las páginas de este libro, lo que nadie expresó mejor que el ensayista francés Blanchot, reflexionando sobre cómo la escritura sirve de sustento a algo tan desgarradoramente humano: "cuando el verdadero dolor cae sobre ti lo primero que te arranca es la palabra". Sucede, así, que todo en él es de una autenticidad incuestionable, empezando por el lenguaje, que lo convierte en biografía emocional, en motivo de la propia reflexión y señuelo de "hashtags" por los que orientarse si uno desea buscar las palabras esenciales que sustentan el conjunto. Siempre, nunca, ambición, culpa, debilidad, felicidad, intimidad, dolor, ciencia... Son las esquinas que conducen a otros lugares de interés sobre el mundo de la escritora, que es el nuestro. Por eso interesa, y emociona. Y no es posible dejar de leer sin concluir que este es el libro más hermoso que ha escrito Rosa Montero. Lo será para muchos. Lo es para quien esto escribe.