Honrarás a tu padre y a tu madre
Cristina Fallarás
16 marzo, 2018 01:00Cristina Fallarás. Foto: Laura Muñoz
Sigue imparable la moda de la autoficción y continúa el empleo de la novela para reivindicar la llamada memoria histórica. Ambas líneas coinciden en Honrarás a tu padre y a tu madre, donde Cristina Fallarás (Zaragoza, 1968) afronta las repercusiones del pasado de su familia en su propia vida con el propósito de saldar una deuda que le ha venido afligiendo y de liberarse de angustiosos fantasmas. En curiosa coincidencia con el Javier Cercas de El monarca de las sombras, va "en busca de sus muertos" con la meta de alumbrar una historia privada llena de oscuridades y disimulos. Sabemos que de eso se trata desde el comienzo del libro, pero avanzado el relato Fallarás se cuida de concretarlo: su madre es hija del militar golpista que asistió al asesinato en Zaragoza de su abuelo paterno, un joven a quien los sublevados confundieron con un hermano sindicalista. Es como si quisiera apuntalar la base verídica de la novela, para lo cual incorpora una docena de fotografías.La trama novelesca arranca con la escapada de la autora/narradora desde Barcelona hasta una decrépita urbanización en la costa tarraconense. Aquí, en absoluta soledad, evoca infancia y ritos de la clase privilegiada en que se crió. Constantes saltos temporales llevan la acción al pasado, anterior incluso a la guerra civil, y al presente. Todo ello lo hilvana Fallarás con el hilo de su aflictiva situación anímica. Con la narración de su caso ("somos relato") pretende resolver su grave problema de pertenencia ("para pertenecer") y de identidad. Se superponen, pues, dos anécdotas diferentes. Por una parte, la familiar, que incluye, además de los espantosos episodios de la guerra y del desvelamiento de dicho oneroso secreto, el sangrante contraste entre vencedores y vencidos y las prerrogativas de la clase acomodada franquista. Por otra parte, la de Cristina y su personalidad atormentada.
Ambas líneas se entrecruzan pero no se sueldan. En realidad, responden a dos novelas distintas. La historia familiar tiene momentos excelentes porque está reconstruida con una mirada objetiva, analítica y crítica. La autora tiene buenas cualidades para la observación y el resultado es una combativa novela política que extiende el peso del franquismo más acá de la posguerra y avisa de cómo los vencedores han estigmatizado la vida e historia enteras de nuestro país.
La otra novela se centra en las vivencias de la propia autora. En ella rige una subjetividad máxima. Se rinde tributo a la excepcionalidad de los sentimientos ("mis terrores no tienen límite"). Se cae en el énfasis expresivo. Se encuentran frases grandilocuentes sin sentido, comparaciones rimbombantes, anáforas de pretendido efecto poético y lirismo falso.
Un tipo de imaginación testimonial define el ADN literario de Fallarás. Ello se aviene mal con la afectación estilística y el abuso de la retórica. Por eso, las páginas en que hace literatura que suena a literatura deprecian y opacan la historia viva e impactante de los suyos, que sabe contar con pulso de buena narradora.