Rafael Cadenas según sus editores
En vísperas de recibir el Premio Cervantes, el poeta venezolano recibe aquí el homenaje de Chus Visor y Manuel Borrás, responsables de la difusión de su poesía en España
Manuel Borrás
Editor de Pre-Textos
El lugar de los auténticos
Por fin se hace justicia a la poesía venezolana. El baldón que supuso para España que no se distinguiera a Eugenio Montejo con el Cervantes se repara ahora habiéndosele otorgado tamaño galardón a otro de los grandes, Rafael Cadenas. Hay muchos motivos para celebrar esa merecida distinción que premia por extensión a la muy fecunda tradición poética de ese país andino.
El lugar que le corresponde a un poeta de la singularidad de Cadenas en el ámbito de la poesía escrita en nuestra lengua sería similar al que ocupa, más allá de su desaparición física y por justicia poética, Eugenio Montejo.
El lugar de los auténticos, de quienes acaban por renovar, sin quererlo y sin alharacas, la poesía, ese arte de pensar en imágenes y que consiste en ver con claridad. Eso y nada más es lo que procuran hacer los auténticos desde sus respectivas experiencias vitales y poéticas. La realidad es una, pero se manifiesta de muy distinta manera según quien la perciba.
El poema se sostiene por lo que Lezama Lima llamó “su respirante diferencia” y por la difícil conquista no solo de un ritmo, sino de un mundo poético propio. En ese espacio podríamos identificar a un poeta de la naturaleza de Cadenas. Alguien para quien la memoria cuenta y sabe que está hecha de las palabras que el corazón del lector anhela, y que había perdido. Cuando alguien reaviva esas palabras desde el silencio donde fueron confinadas, logra hacernos partícipes de una experiencia que podemos sentir como propia. Ese es el milagro de la poesía y ahí se atisba la autenticidad de un poeta.
Rafael Cadenas es la representación viva del solitario; de un solitario que ha entendido la verdadera soledad del solitario. Su soledad instaura una singular intimidad con la realidad
En poesía no hay nada más renovador que la autenticidad. De ahí la importancia de todo lo auténtico, en el ámbito de nuestra cultura, como motor de la altísima calidad de la poesía escrita en la actualidad en nuestra lengua desde las dos orillas. Espero que seamos conscientes de ello, y no necesitamos que venga la muerte a sancionar lo que debía haber sido ya afirmado desde la vida.
Mi admirado y querido amigo poeta nunca se ha dejado sobornar. Aguantó, en su día, tanto el exilio exterior como soporta ahora con entereza ejemplar su exilio interior impuesto. Sin haber claudicado jamás en el ejercicio de uno de los derechos inalienables de la democracia: el de opinar.
Rafael Cadenas es la representación viva del solitario; de un solitario que ha entendido la verdadera soledad del solitario. Su soledad instaura una singular intimidad con la realidad y a su vez le ha permitido hacer de su experiencia un estilo de vida más allá del rumor ensordecedor de un mundo que no solo lo ignorará, sino que tratará de relegarlo por la incomodidad que supone que le diga la verdad.
Este es el último Rafael comprometido no solo con la actualidad, sino con ese otro bucle de la realidad más simple, y no por ello más fácil de captar, que solemos identificar como eterna novedad de la vida. La poesía debe cuestionar siempre nuestras certidumbres porque requiere más de creyentes, es decir, de los que dudan, que de mistificadores, esos que afirmando su admiración por aquello en lo que nunca creyeron hoy se manifiestan como sus más fervientes defensores.
Chus Visor
Editor de Visor
Una isla brillante y excepcional
Una de las características que diferencian a los poetas de los más grandes poetas es la singularidad, saber alcanzar y comunicar con una voz propia, y es evidente que la escritura de Rafael Cadenas en este proceso es inconfundible.
Su singularidad está fundada en un evidente inconformismo ante el acomodamiento contra el que constantemente disiente, buscando soluciones contra la ilusoria realidad que nos envuelve y contra un futuro más que inseguro y probablemente equivocado.
El poeta se enfrenta al mundo con sus incertidumbres y sus certezas, con sus silencios y sus extrañezas, con un verbo riguroso y preciso. La única realidad segura es la palabra y en ella,y con ella hay que encontrar el auxilio, pero también la resistencia y hasta la transformación. La única realidad es la palabra, insiste el poeta, y se encuentra localizada en el vacío, en el silencio.
Y allí es donde hay que buscarla sin desmayo hasta apropiarse de su trascendencia y desenmascararla, porque en ella está la esencia de la vida, la realidad del ser con todas sus consecuencias.
“Quería que todo fuese como una pieza de música y ganoso de complacer mi oído olvidaba las indicaciones de mi corazón, pero mi verbo estaba ahí como una construcción cerrada si no dichosa, en espera. Mi alma se pliega sobre su círculo”. Este sincero testimonio de una vida sin engaños, sin imposturas, siempre en la búsqueda de las verdades y de los significados de la existencia, es de Los cuadernos del destierro (1960), uno de los más grandes libros de poemas en prosa de la literatura hispanoamericana.
El poeta venezolano se enfrenta al mundo con sus incertidumbres
y sus certezas, con sus silencios y sus extrañezas, con un verbo riguroso y preciso. La única realidad segura es la palabra
Cuando en 1963 Cadenas publica el poema “Derrota”, verdadero manifiesto de desilusión anímica de toda una generación, está mostrando el testimonio personal de un ciudadano desubicado en su comunidad, y describe la oscuridad y las sombras, las angustias y desengaños de toda una civilización derrotada, confusa y paralizada, con versos reivindicativos e inconformistas.
Considera que la lucha es desigual y las dudas le confunden: la imperfección y la sinrazón, el pesimismo y la desmoralización, la inutilidad y la ignorancia son los ejes que gobiernan la existencia humana.
Cadenas siempre se exigió al máximo en su escritura, negándose cualquier tipo de lucimientos irrelevantes, exigiéndose siempre la verdad con absoluta exactitud y sobre todo “que cada palabra lleve lo que dice. Que sea como el temblor que la sostiene”, cuestionando los excesos y ajustando las interpretaciones, y siempre con el rechazo, los silencios y las dudas como algunos de los pocos caminos que quedan abiertos hasta, traspasando la oscuridad, explorar sin desfallecer la única verdad que solo podemos encontrar en el alma.
Y no hay otro camino que la palabra y sus facultades, su predominio y su excelencia, pues desde sus primeros poemas siempre ha sido honesto con su pensamiento literario, ajeno a cualquier influencia, exigente y minucioso.
Rafael Cadenas es un poeta único, que no necesita estar incluido en ninguna de las corrientes dominantes de la lírica contemporánea, porque él mismo es una isla, una isla brillante, incomparable y excepcional.