El IV centenario de la muerte de Cervantes, en la picota
Cervantes es el primer nombre de la Historia de España, por encima de reyes, príncipes, pintores, escultores, arquitectos, santos, científicos, músicos, políticos, empresarios, deportistas... Se puede decir lo mismo de Shakespeare en la Gran Bretaña. El primer ministro David Cameron abría este año 2016 con un artículo, reproducido en todo el mundo, en el que anunciaba la dedicación en cuerpo y alma del Gobierno del Reino Unido a la memoria del escritor fallecido hace 400 años. En España, el presidente Mariano Rajoy ha callado solemnemente. Es un hombre impenetrable, tal vez porque no tiene nada que penetrar.
En representación de la Real Academia Española, formo parte de la Comisión Nacional del IV Centenario de la Muerte de Cervantes. José María Lasalle preside con nervio y acierto el comité ejecutivo. Nos reunimos periódicamente y se han analizado varios centenares de iniciativas y propuestas de organismos públicos y privados para conmemorar el año cervantino. El problema reside en que el Gobierno apenas gastará un euro en financiar esas iniciativas. Su contribución a la exaltación de Cervantes se ha reducido a beneficiar con exenciones fiscales a las empresas que patrocinen los proyectos públicos y privados dedicados al IV centenario del fallecimiento del autor de El Quijote.
Expresé en su día mi opinión de forma muy clara. En los Presupuestos Generales del Estado de 2016 debería figurar una partida de al menos mil millones de euros para financiar las iniciativas en favor de Cervantes. Las que se lo merezcan, claro. A Cristóbal Montoro la propuesta le entró por un oído y le salió por el otro sin romper ni manchar su delicado cerebro. Ha tratado a Cervantes con la misma displicencia que su antecesor en el cargo durante el reinado de Felipe III, Pedro Franqueza. Podría pensarse que el presidente del Gobierno enmendaría enseguida el desdén de su ministro. Pues no. Mariano Rajoy se mantiene en su actitud desdeñosa hacia todas las manifestaciones culturales. Suprimió el ministerio de Cultura, cuando España es la cuarta potencia cultural de Occidente y unida a las naciones iberoamericanas disputa la supremacía al mundo sajón. Mariano Rajoy es el único presidente del Gobierno que no ha visitado la Real Academia Española. Tampoco acudió a las grandes exposiciones celebradas en los últimos años ni a las galas cinematográficas. Ni siquiera ha asistido a uno solo de los estrenos teatrales de Mario Vargas Llosa, el escritor en español más influyente del mundo, Premio Nobel de Literatura, académico de la Real Academia Española, peruano que se ha manifestado contra la secesión de Cataluña. Mariano Rajoy, en fin, se ha recreado estableciendo primero y manteniendo después el 21% de IVA con que se grava al teatro, es decir diez veces más de lo establecido en algunas de las naciones de nuestro entorno.
Darío Villanueva, que está haciendo una espléndida gestión al frente de la Academia, ha dicho con tristeza: "El tiempo empieza a correr y la conmemoración de Estado no se conoce, mientras que con preocupación vemos cómo desde el Reino Unido el primer ministro ha comparecido para anunciar los fastos del año Shakespeare". En la RAE se presentó, por cierto, el magno libro publicado por Taberna Libraria, fruto de la iniciativa privada de Dionisio Redondo, Autógrafos de Miguel de Cervantes.
Como ha dicho Arturo Pérez Reverte, cuyos éxitos se multiplican semana tras semana, "todos los últimos Gobiernos españoles han despreciado la cultura, pero el actual la agrede directamente". Dentro de 200 años cuando se celebre el VI Centenario de la Muerte de Cervantes, nadie sabrá quién es Cristóbal Montoro, no quedará memoria de Mariano Rajoy, pero Miguel de Cervantes seguirá tan vigente como ahora y millones de personas en todo el mundo reirán, se emocionarán, sufrirán y reflexionarán leyendo las aventuras del Caballero de la Triste Figura, del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.