Desmontando mitos en Android
No sé vosotros, pero yo soy muy aficionado a programas como “Cazadores de Mitos” y la mayoría de los programas del canal Discovery (que suelen incluir Mega-algo, no-sé-qué Extremo o lo-que-sea Radical). Es un programa divertido, y esto es así por varias razones. Una de ellas (por supuesto la principal) es que no importa si lo que quieren demostrar es que el agua gira en un sentido en medio mundo y en el contrario en el otro, porque la forma de hacerlo será volando algo por los aires. La razón importante de verdad, es que es un programa que además de la espectacularidad y el sentido del humor tremendo que muestran en todo momento, nunca dejan de lado la exhaustividad y la función divulgativa, es decir, que se preocupan de enseñar cosas además de el hacerlas explotar siempre que puedan.
Pues bien, toda esta parrafada viene a cuento de que hoy, en exclusiva, y porque tengo mucho tiempo libre que gastar (o quizá no tanto), he decidido que voy a dedicar unas líneas a desmontar algunos de los mitos más extendidos en el mundillo Android (algunos en el de los smartphone en general), y espero que os gusten.
Tras mi primera y (estoy seguro) muy controvertida afirmación, toca comentar otro de los mitos muy extendidos sobre Android (aunque vale para todos en general), directamente relacionado con el anterior y es que tener el WiFi encendido consume mucha batería. A ver, es obvio que una antena encendida y un proceso de rastreo constante (para comprobar si estamos en una red abierta o una conocida) consumirán algo de batería, pero la cantidad es prácticamente irrisoria. Además, este hecho compensa con creces si aprovechamos esas conexiones WiFi para aligerar lo que descargamos de las redes 3G. Si no me creéis, os prepararé un símil muy simple que explica este fenómeno. Como todos más o menos sabéis, las antenas WiFi tienen una distancia de cobertura que es una auténtica mierda está bastante limitada, no así las 3G, que cubren desde la plaza de mi pueblo a la cima del Everest sin cortes. Esto significa que en la práctica, cada vez que nuestro teléfono intente enviar información a la red (y ocurre a menudo) tendremos que enviarla mucho más lejos para la red 3G, exigiendo más potencia de nuestra antenas, es como (aquí viene mi ingenioso símil) si empujáramos un coche de juguete para llegar a una distancia pequeña o a una bastante mayor, nos costará mucho más lanzarlo lejos que cerca, y mientras que de cerca podríamos jugar toda la tarde, a la tercera o cuarta vez que lo lancemos lejos estaremos demasiado cansados, sin batería…
Es decir, que la antena WiFi conectada, no sólo no consume tanta batería como se cree, sino que en bastantes circunstancias nos puede ayudar bastante a exprimir la vida útil de la misma.
Otra cosa que solemos escuchar en los mentideros más selectos es que Android no va para nada fluido. La verdad, no sé qué crédito dar a esta afirmación, tengo tres móviles, un tablet, y gracias a mi trabajo la ocasión de trastear con incontables prototipos, y os puedo asegurar que la única forma de que dejen de ir fluido es ponerte a hacer el animal y llenarlo hasta arriba. No podemos olvidarnos de que estamos hablando de ordenadores de mano, y como tales, cuando llegamos al límite de sus capacidades, hay poco más que podamos exigir. Por supuesto que a todos nos gustaría hacerlo, pero no creo que lo más inteligente que podamos hacer sea intentar arrancar Gingerbread en nuestro antiguo y flamante HTC Dream, pues aunque lo consigamos, cada nueva versión incorpora caracterísitcas que ralentizan el sistema, exigiendo mayores cantidades de memoria RAM y ROM, así como procesadores más potentes. O sea, que el problema no es tanto la fluidez, como la exigencia contra los aparatos, tened en cuenta qué os habéis comprado y pedidle que se porte en consecuencia, no más allá.
Al hilo de los anteriores, cuando nos encontramos con gente que tiene teléfonos que funcionan a trompicones, suelen instalar aplicaciones para gestión de procesos (task-killers) para liberar memoria y procesador a su antojo. El problema, es que esto interfiere directamente con el rendimiento del sistema, pues Android tiene su propia forma de lidiar con esta cuestión y la intervención manual causa inconvenientes de funcionamiento de lo más variado, desde force closing (cierres forzados) de aplicaciones hasta reinicios del sistema completo. Mi recomendación es que si no sabéis mucho no toquéis, y no os creáis que un task-killer es una panacea, pues es poco probable que cargarte Twitter en background evite que tu teléfono vaya a saltos intentando reproducir contenido HD en internet… En suma, los task-killer no arreglan problemas de rendimiento en Android, y en muchos casos pueden agravarlos, cuidado con lo que hacéis.
Esta última suele venir acompañada de la afirmación de que es muy fácil, y que no se toca nada en realidad, y me viene genial para hilar con otra que quería desmentir desde hace tiempo, que Android es muy dificil, nada intuitivo. A ver, seamos serios, ¿nada intuitivo? Puedo entender que haya gente que prefiera la simplicidad de iPhone, pero el problema aquí es que si quieres hacer algo más con tu teléfono, no puedes, con Android sí. En mi experiencia, las cosas fáciles e intuitivas son tan fáciles e intuitivas en uno como en otro, pero las difíciles sólo son posibles en uno de ellos. Uno de los redactores de este blog dejó en una ocasión un Samsung Galaxy Tab y un iPad a sus abuelos, y al contrario de lo que muchos piensan, no supieron usar la manzana y se sintieron más cómodos con Andy sin recibir ningún tipo de instrucciones*
Espero que esta pequeña ración de mitos y leyendas os haya gustado y dado que pensar. Quedan para próximas ocasiones el desmentir cosas como “Es un iPhone para pobres” o “sólo los frikis llevan Android”. Si echáis algo en falta, o creéis que algo debería ser matizado, es el momento de hablar o callar para siempre.