Varias de las compañías más importantes dentro del escosistema Android acaban de hacer públicos sus resultados en lo que respecta a las ventas y beneficios conseguidos en el último cuarto del año que acabamos de dejar. Y los resultados que nos han dejado han sorprendido a muchos, aunque si lo pensamos fríamente quizás fuera algo que se viera venir. Samsung ha reportado un aumento de sus beneficios del 73 por ciento con respecto al mismo periodo del año pasado (aunque hay que decir que esta cifra se refiere al conjunto general de la compañía, no solo a su negocio de móviles), lo que la sigue coronando como la compañía que más smartphones vende a nivel mundial, puesto que había arrebatado a Apple hace sólo unos meses.
La cruz de esta moneda de las ventas le ha tocado a los taiwaneses de HTC, que han publicado una caída del 26 por ciento con respecto al último cuarto de 2010, aunque siguen siendo la segunda productora de terminales de Asia y una de las primeras a nivel mundial. Parece que los lanzamientos de la empresa al mercado en el pasado más reciente no han tenido el éxito que esperaban. Mientras tanto, otros fabricantes como Motorola publican unas cifras de ventas similares a las del año pasado, por lo que el efecto de su compra por parte de Google aún no ha llegado a tener repercusión en sus cifras.
Estos son los fríos datos, pero ahora llega el momento de sacar conclusiones alejados de los tituales sensacionalistas que han poblado las páginas de tecnología estos últimos días. El declive de HTC y el auge de Samsung están irremediablemente conectados entre sí. HTC fue la primera compañía en lanzar un teléfono con Android hace más de tres años, aquel primigenio G1. Es por ello que, durante mucho tiempo, esas dos marcas estuvieron tan íntimamente unidas, tanto es así que para muchos eran casi sinónimos (a pesar de que existían otras marcas que desarrollaban para Android, y que HTC no lanzaba teléfonos sólo para este sistema operativo).
Pero aquella era la época en la que Android era un producto casi de «nicho», destinado a los más entendidos o «geeks». Según se ha ido haciendo más popular entre el gran público, hasta el momento en el que nos encontramos ahora en el que domina el mercado global de los «smartphones», esta unión entre HTC y Android se ha ido disolviendo, y más aún cuando Samsung lanzó su Galaxy S en 2010, presentanto al mundo un genial modelo que podía medirse perfectamente con cualquier terminal de alta gama, incluso con el todopoderoso iPhone. Vendieron como churros, y lo mismo puede decirse de su sucesor, el Galaxy S2, otro producto innovador y muy atractivo para el gran público.
Mientras, HTC parece haberse quedado estancada y el año pasado sus lanzamientos no han sabido llegar a las masas, quizás porque parecieran más revisiones de sus terminales anteriores que modelos nuevos. Sensation (con sus varios derivados) Desire y Wildfire S… Sin duda son grandes teléfonos, pero no presentan cualidades tan rompedoras como, por ejemplo, la extrema delgadez del Galaxy S2. Este es otro apartado, el de la construcción de sus teléfonos, en los que creo que deberían cambiar su política. Es cierto que transmiten sensación de solidez, pero también de pesadez, en contraste claro con la política del «menos es más» que llevan sus rivales. Ni siquiera la compra de Beats parece haber sido suficiente para destacar en un mercado cada vez más competitivo, y que ha pasado de ser algo reservado a los más entusiastas de la tecnología a un producto para el consumo masivo. Para sobrevivir hay que adaptarse, una máxima que todos deberían observar.
Quizás el año próximo por estas fechas publiquemos un artículo similar pero con diferentes protagonistas. ¿Seguirá Samsung en cabeza o perderá terreno? ¿Dará Sony el pelotazo este año con sus próximos (y muy apetitosos) terminales? ¿Y qué pasara con Motorola, LG, y el resto de marcas? En un mercado tan cambiante y voluble como es este, nadie puede asegurar nada.
Fuente: The New York Times