A 1 de Agosto de 2013, algo más de una semana después de haberse presentado Android 4.3, me encuentro con que Alcatel presenta un terminal nuevo, si, nuevo, con Android 2.3 como sistema operativo. Esta misma semana también compruebo como Panasonic presenta un teléfono fijo con Android 4.0. Ambos con versiones de Android con 32 meses (dos años y medio) y 20 meses (año y medio) de antigüedad respectivamente. Desfasados y objetivamente inferiores a las versiones que podrían resultar aceptables incorporar a día de hoy, 4.2 y hasta 4.1.
Se puede encontrar una lógica explicación al porqué esos fabricantes han optado por esta versión de Android en lugar de una más moderna, y es simplemente porque las versiones más modernas de Android requieren ciertos requisitos de hardware para funcionar con la fluidez y rendimiento adecuados. Hardware que tiene un coste que puede no ser asumible para quien quiera presentar un terminal low cost, como el caso del Alcatel (59 libras) o para tener un mayor margen de beneficios por el uso de componentes inferiores, como es el caso de Panasonic.
En el primer caso, en el del Alcatel T´POP, veo la decisión más comprensible, no sólo por el hecho de conseguir un SO para un hardware discreto (aunque no justificable, hoy mismo hemos anunciado el Acer Liquid Z3 que por 99€ (el Alcatel apenas son 30 euros menos) viene con Android 4.2) si no porque en realidad no les queda otra, el precio de los componentes es el que es y las exigencias de las versiones de Jelly Bean son las que son. Optar por Firefox OS no es una opción solvente a día de hoy aunque con mucho futuro, así que aquí es donde se produce un gran «gap» entre lo que el mercado necesita, lo que hay disponible y el avance de la tecnología de consumo para mercados emergentes o low cost.
En el caso de Panasonic la decisión la veo directamente mala, si no horrible. El salto de Android 2.3 a 4.0 fue tremendo, el cambio de interfaz, estilos, diseño era necesario y así se hizo, pero el rendimiento de Ice Cream sandwich, y su estabilidad dejaban bastante que desear, incluso después de la última de sus actualizaciones a la versión 4.04, cinco meses después de su presentación. Sin embargo, Gingerbread era ya una una versión trabajada desde Eclair 2.0, siendo la versión 2.3 una muy buena actualización en su día, llegando a refinarse hasta la versión 2.3.7, casi diez meses después de haberse presentado la primera versión.
Luego, si lo que realmente busca un fabricante es estabilidad y dotar a un aparato tecnológico sea el que sea de un SO estable, que le proporcione funciones avanzadas de dicho sistema, y que no requiera de mucho hardware, opten por Gingerbread, no creo que puestos a decidir entre dos malas opciones, que deteminadas apps o funciones sólo sean compatbibles con Android 4.0 sea un factor decisivo.
Y dejo ya de culpar o de entrever lo que los fabricantes hacen o dejan de hacer. Antes dije que hay que decidir entre dos malas opciones, una versión muy desfasada u otra desfasada. Así es, el mercado exige un intermedio, algo que solucione esa demanda ante los casos que cito, y Google, quien puede desenmarañar esto, no lo remedia pudiendo hacerlo.
Hace unas semanas ya escribí en mi columna de El Confidencial la posibilidad de que Google trabajase en una versión lite de Android, algo semejante a lo que ya ha hecho con Google Glass, pero con el grado de adaptabilidad para diferentes productos electrónicos que tiene actualmente android. Es una elucubración, pero que se adaptaría perfectamente a lo que los fabricantes de cada vez más variopintos productos tecnológicos están demandando y no tienen, teniendo que poner versiones de android desfasadas y que sólo complican la imagen de fragmentación de android y la vida de los desarrolladores de apps.
Esperemos que este hueco Google pueda rellenarlo y convenza a los fabricantes, si no, el problema irá creciendo cada día más y android como plataforma, no como SO, empezaría a ser un caos.