Desde los inicios de los sistemas operativos móviles la tecnología ha evolucionado muchísimo. Todos los que hoy usamos Android recordamos los teléfonos en blanco y negro y con aproximadamente 100 píxels por pantalla en los mejores casos. El juego de la serpiente los aprovechaba en todo su esplendor. Todo el recorrido de los sistema operativos ha ido adecuándose al estilo de vida que gusta a los usuarios, o si más no al que han hecho que nos guste.
Pero es curioso fijarse en que no todo lo bueno ha perdurado en el tiempo. Por ejemplo, Just Type es una función de WebOS 2.0 que sus usuarios deberían recordar. Era un rediseño en la manera de hacer las cosas para el usuario. La línea de funcionamiento típica viene a ser: «tengo que decirle a Pepe que llego tarde». Recuerdas el mensaje, buscas la aplicación correspondiente y la abres, escribes y envías. Cuando la línea de pensamiento lógica sería: escribo el mensaje que quiero mandarle a Pepe, y luego elijo a través de qué se lo mando. Eso es lo que hacía Just Type, simple, pero efectivo.
¿Android aún no puede hacer esto?
Just Type es solo una buena característica de muchas otras que han ido quedando para la historia pese a la tendencia de los fabricantes de copiarse funcionalidades. Muchas fueron buenas, y curiosamente no han sido adoptadas por los sistemas modernos. Seguro que todos vosotros, vengáis de donde vengáis, tenéis cierta función existente en otro sistema que os gustaría que estuviese en todos los demás (porque aunque haya una patente de por medio, hay cien formas de llegar a un mismo sitio sin tener que usar el mismo camino)
Y es que sobra decir que estamos jugando con sistema operativos aún jóvenes.
Yo no soy el más indicado para opinar aquí, porque soy consumidor de tecnología poco crítico, me trago lo que sea, siempre que sea nuevo, y siempre que cumpla con las 4 cosas que busco. Pero la sensación que tengo es que los móviles, y cualquier dispositivo multimedia, todavía son muy «tontos». Por tontos me refiero a que a estas alturas apenas son capaces de predecir nada de nuestros usos y costumbres.
Ante un dispositivo inteligente esperas eso, inteligencia, aprendizaje, y tener que dar pocas instrucciones para conseguir resultados. Un smartphone no hace nada de eso, y el problema reside directamente en la diversidad, creo yo. La diversidad juega directamente en contra de la facilidad y comodidad. Los cientos de miles de aplicaciones de Android son geniales, y ofrecen soluciones para todas las necesidades. Pero el hecho de que haya tantas obliga al usuario a elegir, probar y configurar. Por otro lado, si nos dan un sistema donde está todo elegido, probado y configurado tenemos el pequeño ecosistema de las Google Apps. Pones tu cuenta, y por arte de magia todo funciona sin molestias, tal y como querías, o como ya configuraste una vez hace 5 años. Y aquí es donde podemos encontrar el primer resquicio de «inteligencia» a la que aludíamos, con Google Now y su último máximo exponente en aprovechar esta función, el Moto X.
Esa sensación es genial, y se acerca un pelín más al concepto de inteligencia, pero es incompatible si el usuario no está satisfecho con ese grupo de apps. La automatización limita la variedad, porque ninguna empresa va a trabajar para soportar las millones de aplicaciones existentes que realizan esa misma función X. Llegados a este punto, ¿hacia dónde hay que avanzar? Los usuarios no pueden aceptar la pérdida de diversidad de elección, y ello dificulta la integración de servicios entre ellos.
Es difícil crear dispositivos más inteligentes sin restringir por otro lado, y es por ello que creo que tanto Android como cualquier otro necesita aprender de los errores, tanto propios como de terceros, para seguir creciendo en una sociedad tan exigente. ¿Qué creéis que le queda por aprender a Android?
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