Constantemente no paramos de hablar de los últimos dispositivos, la corona de la gama de productos de cada compañía. Una serie de dispositivos para el mundo desarrollado que valen ya lo mismo que un portátil o ordenador de escritorio. Es lo que se conoce como el primer mundo. Además, un mundo en el que muchos sectores de negocio están más que definidos, con lo que cada día cuesta más diferenciarse.
También hemos hablado sobre los Androides a lo largo del mundo, una serie de artículos donde os explicamos la situación de Android en diferentes mercados.
Los países menos desarrollados, los mercados emergentes
Sin embargo, no deberíamos olvidarnos de que los habitantes de de países pobres. ¿Qué pasa con los países menos desarrollados? Pues ni más ni menos que en los últimos años se están convirtiendo en sectores tecnológicos en auge, en mercados emergentes.
Debido a la mano de obra barata (y a que el talento se puede encontrar en cualquier lugar), cada día es más normal ver cómo empresas tienen centros de innovación en países como Kenia, donde sus desarrolladores realizan cientos de aplicaciones.
Los teléfonos low-cost, elemento clave
Ya os hemos hablado anteriormente sobre cómo un dispositivo que cuesta apenas 50 dólares puede llegar a influir en el desarrollo de África, un dispositivo Android fabricado por Huawei. Este dispositivo vendió 300.000 unidades en Kenia por ejemplo. El pasado enero, la compañía MTN lanzó ptrp smartphone en Sudáfrica que costaba menos de 50 dólares, y están otros por llegar de la mano de Mozilla y otras compañías.
Tal es así, que sistemas operativos como Android están siendo los grandes beneficiarios de dicha evolución, sabiendo adaptarse a esta nueva demanda con sus dispositivos de bajo coste. Pero también debemos plantearnos cuál es el coste ecológico, político y social de los terminales móviles, o lo que es mucho más crítico, ¿son estos terminales low-cost producto de una mano de obra esclava?
Todo esto nos lleva a pensar qué oportunidades hay realmente en África (y otros posibles países y continentes en situaciones similares), y los primeros análisis dicen que se nos avecina una ola de smartphones baratos que transformarán el continente, permitiendo el acceso a Internet por primera vez a millones de personas.
Pero la cosa no quedará ahí, pues podemos encontrar incluso servicios que, sin terminar de arrancar en el mundo desarrollado, sí que están funcionando muy bien en los países pobres y emergentes: el pago a través del móvil. Y es que, cuando no es tan sencillo acceder a un banco, el terminal se convierte en una muy buena alternativa. Sobre todo, donde mejor está funcionando es en África subsahariana y América Latina.
Las cifras se mueven en que se cuadruplicarán para 2018, una evolución a tener muy en cuenta. Pero hay algo que no debemos olvidar tampoco: ¿qué le queda a estos dispositivos low-cost para llegar al mundo desarrollado? Prácticamente nada, pues las posibilidades chinas están cada día más extendidas entre nosotros. Así que todo es cuestión de tiempo.
Android One: la opción de Google
Google no se iba a quedar ajena a todo este asunto, y para ello presentó Android One, su proyecto para trasladar la experiencia Nexus a los mercados emergentes, de la mano de fabricantes como Micromax, Karbonn, Qualcomm, Acer, Lenovo y un largo etcétera.
Con este proyecto, hemos visto cómo dispositivos de unos 89€ hacían su llegada a aquellos países donde hay una tasa de personas con smartphones baja, como es el caso de india con un 29%. De hecho, no sólo llegarán a India, sino que ya están confirmados Indonesia, Filipinas y otros países del sur de Asia (Bangladesh, Nepal, Pakistan y Sri Lanka).
Pero para ello no sólo importa el hardware: el software y los servicios también son necesarios. Ahí por ejemplo es donde Google tuvo que añadir 7 nuevos idiomas, para ir adaptándose a estos mercados.
El desarrollo de software como principal problema
Tal como hemos comentado, Google ha sabido adaptarse con Android One. Pero hablamos de Google, la gran G. ¿Qué pasa con aquellos desarrolladores más pequeños, muchos de ellos desarrolladores locales? Al principio del artículo os hablábamos de que cada vez era más común ver centros de innovación en países menos desarrollados. Pero también debemos plantearnos qué pasa con el desarrollo que está más pensado de forma local, para estos mismos países.
El principal problema con el que se encuentran ya no va a ser el disponer o no de smartphone, pues por 50 dólares muchos nuevos usuarios aparecerían en estos países. Pero el perfil de estos usuarios es que tenderían a usar aquellas aplicaciones que ya son famosas y tienen éxito, dando muy pocas opciones a los desarrolladores locales, que pensaron en un problema (o posibilidad) que ellos mismos veían en su entorno. Con esto, sería tremendamente difícil que los desarrolladores (por ejemplo africanos) puedan hacer dinero con sus desarrollos.
Un reto: Adaptar las aplicaciones a todos los usuarios
Entonces surge la opción de intentar ayudar a estos desarrolladores a pensar de forma mucho más global. De esta forma podrían llegar a conseguir éxito no sólo en sus países (donde por desgracia no tienen suficientes medios), sino también en los países más desarrollados.
Para ello, necesitan aún seguir desarrollando una estructura que es muy joven y acaba de empezar: un ecosistema donde los desarrolladores aprendan de los propios usuarios, experimenten el trabajo en redes empresariales, hagan networking… Todo para abrir sus mentes y estar preparados ante este gran reto que se les avecina de llegar a todo el mundo con la irrupción de los smartphones low-cost.