La tecnología es un tren que nunca frena. Antes de que una tecnología llegue al mercado, ya se está trabajando en su sucesora, y esto hace que las compañías entren en una carrera por ofrecer lo mejor, antes de que llegue otra y lo haga.
En el paso de los años, hemos pasado de tener teléfonos sencillos a llevar en la palma de la mano auténticos ordenadores de bolsillo, máquinas que año tras año van aumentando sus especificaciones técnicas hasta el punto de rozar lo absurdo.
La ridícula carrera de las pantallas
Una de las competiciones más duras que nos encontramos cada año es la lucha por ofrecer la mejor pantalla del mercado. Con el paso de los años hemos visto como las pantallas han ido usando varias tecnologías con las que la calidad de imagen ha mejorado, tecnologías como IPS, AMOLED, Triluminos o Quantum Dots.
Pero la carrera que más ha rozado lo absurdo es la relacionada con la resolución de pantalla. Los primeros smartphones tenían pantallas con una resolución bastante mejorable. En las últimas generaciones de smartphone hemos podido ver como llegaban a la resolución de HD, para después saltar a FullHD, resolución que consideramos más que sobrada. Desde entonces los fabricantes han ido saltando a estándares como el 2K y 4K, dándonos la sensación de que han perdido el norte ya con tanto número.
La tasa de refresco en Android, la próxima carrera absurda
Pero la calidad de un panel va mucho más allá de la resolución que nos ofrece la pantalla. Si nos trasladamos por unos momentos al mundo del PC, los jugadores – también conocidos como gamers – valoran con mucha importancia la tasa de refresco de sus monitores y la cantidad de imágenes por segundo que estos pueden representar.
La tasa de refresco es la cantidad de imágenes por segundo que puede representar nuestra pantalla. Mientras más imágenes por segundo proyecte nuestra pantalla, mejor sensación de fluidez percibiremos. Existen muchos mitos acerca de que nuestro ojo no detecta más de un rango de 24-60 imágenes por segundo, aunque la realidad es que el límite actual que tiene definida la industria es de 144.
¿Es viable un smartphone con pantalla de 144 Hz?
En la actualidad, los smartphones poseen unas pantallas de enorme calidad, mientras que la tasa de refresco que poseen es de 60 imágenes por segundo. ¿Debería seguir la industria del smartphone los caminos del gaming y comenzar a incluir pantallas con alta tasa de refresco?
Realmente no lo sabemos, pero al igual que en la carrera de los megapixeles en las cámaras y que las resoluciones en las pantallas, lo más seguro es que una carrera más en el hardware acabaría siendo un absurdo reclamo publicitario más que un bien que podamos aprovechar.
Los motivos parten desde mi experiencia personal. Como activo jugador que soy, puedo reconocer las diferencias de frecuencia de las distintas pantallas del mercado, como del mismo modo, me siento muy incómodo con tasas de refresco más reducidas. Pero en la vida real no todo funciona así, existen muchísimas personas que por falta de costumbre, son incapaces de identificar la diferencia entre 60, 75 y 144 imágenes por segundo, mientras que otros, muy acostumbrados al cine y televisión, afirman tener mareos al contemplar imágenes a dicha frecuencia.
Por otro lado, nos encontramos el problema del hardware y la optimización del sistema. En el caso de Android, no fue hasta Lollipop que llegaron las fluidas transiciones a 60 imágenes por segundo, y eso fue hace nada. El problema de esto, es que en la gran mayoría de casos – ya sea por hardware o software – es incapaz de mantener esa tasa de 60 imágenes por segundo de forma estable.
Hacer que una pantalla llegue a las 144 imágenes por segundo no significa que vayamos a disfrutar de un sistema más fluido, sino que también es necesario un sistema mejor optimizado del que tenemos ahora y mucha más potencia de procesamiento. Y aún así, cuando lo consigamos, serán pocos usuarios los que lo perciban, haciendo que invertir en mejorar la frecuencia de refresco no sea algo que merezca la pena.
Imágen | Guru3D