A principios de 2015, dos eran las tecnologías que nos prometían arreglar el gran problema de las baterías: tanto la carga rápida como la carga inalámbrica podían ser soluciones al problema. Mientras que la primera acelera la velocidad de las cargas, pudiendo darnos la posibilidad de «repostar», la segunda estaba más pensada hacia la sencillez, el dejar el móvil en un sitio y que fuera cargando sin que tuviésemos que hacer nada.
Ha sido en 2015 cuando, a pesar de que estuviesen disponibles desde antes, hemos visto cómo la carga rápida terminaba alzándose sobre la carga inalámbrica entre los usuarios. Mientras que muchos ya cargan su teléfono o tablet en cuestión de minutos con un cable, son menos los que utilizan una de las muchas bases disponibles para la carga inalámbrica. ¿Pero a qué se debe esto?
La carga rápida ha triunfado, la inalámbrica se come las migas
Hay varios factores por los que la carga rápida se utiliza más que la carga inalámbrica, en realidad:
- Que los cargadores rápidos vengan con el teléfono, algo que no ocurre con los cargadores inalámbricos. La gran mayoría se venden por separado como un accesorio más, nunca se incluyen en la caja como sí se hace con el cargador rápido. ¿Para qué voy a comprarlo, entonces?
- Que no siempre venga integrado con el dispositivo. En muchas ocasiones, para utilizar la carga inalámbrica tenemos que hacer mano de una funda adaptada. Otro accesorio que tenemos que comprar de nuestro bolsillo, y que además no hace mucha gracia siempre. Eso cuando nuestro smartphone o tablet es compatible, que es una minoría.
- Que la carga por cable sea más rápida que la carga inalámbrica. Queremos cargar nuestro smartphone cuanto antes, y muchos no están dispuestos a sacrificar velocidad de carga a cambio de comodidad, algo lógico en realidad.
- La existencia de tanto estándar de carga inalámbrica. Que si PWC, que si PMA, que si A4WP… son tantas siglas que es imposible conocer y adaptarse a todas. ¿Que tu cargador es Qi pero tu teléfono sólo acepta Rezence? Pues mala suerte.
Carga a distancia, lo que necesita la carga inalámbrica para despegar
Como algunos apuntasteis en su momento, la carga inalámbrica no es «inalámbrica» en realidad: necesita estar en contacto con una superficie para funcionar, a unos pocos centímetros de distancia como mucho. ¿Por qué la carga inalámbrica no funciona como el WiFi, por qué no es una verdadera carga inalámbrica y estamos atados a la cercanía de una plataforma?
Energous quiere conseguir eso mismo, cargar nuestro smartphone o dispositivo a distancia, con WattUp, un proyecto del que ya hemos hablado en El Androide Libre, y siguen trabajando en ello: han conseguido reducir la circuitería necesaria a unos míseros 3.3 milímetros, suficientemente pequeño para cualquier smartphone, y posible de implementar en dispositivos pequeños como los wearables.
Imaginad que conseguimos resolver el problema de la batería de los wearables con esto: con estar cerca de un cargador inalámbrico, nuestro reloj o pulsera cargaría sin más, no tendríamos que buscar un enchufe cada dos días. Pequeñas cargas según andamos o nos paramos, que nos permitirían alargar la vida de los dispositivos e incluso olvidarnos de cargarlo con un cable.
Aun así, sigue habiendo trabajo por hacer, y mucho de ese trabajo pasa por los esfuerzos de los fabricantes para implementar la carga inalámbrica. Ponerse de acuerdo para usar una única tecnología, igualar la velocidad de la carga rápida por cable, buscar la forma de extenderla… ¿cuál creéis que es el camino?
¿La carga inalámbrica tiene futuro, o debe caer en favor de otras tecnologías?